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RKO 281

RKO 281
RKO 281 (1999)

Director: Benjamin Ross
Intérpretes: Liev Schreiber, James Cromwell, Melanie Griffith, John Malkovich, Brenda Blethyn, Roy Scheider

La reciente muerte de Roy Scheider tras una larga enfermedad, nos ha dejado huérfanos del que fuera uno de los rostros más populares en el cine de los 70. Aunque unos años antes era carne de las producciones de serie B con las que había iniciado su carrera, a partir de su participación en Klute (1971) no dejó de empalmar un peliculón tras otro durante prácticamente toda la década: aunque su inolvidable papel protagonista en Tiburón figure como máximo exponente de su filmografía en aquellos años, tampoco podemos olvidarnos de cosas como The French Connection, la perturbadora Marathon man o All that jazz, película en la que demostró que, además de ser un actor más que competente, también se podía defender cantando. Con el cambio de década su estrella comenzó a declinar, hasta llegar a los 90 y al nuevo siglo habiendo sido prácticamente olvidado por el público. No obstante todavía fue capaz de guardarse algunos ases en la manga, como la entretenida El Trueno Azul o la cinta que ahora nos ocupa: RKO 281.

RKO 281 es un ejemplo más de telefilme para TV por cable que fuera de los USA acabó estrenándose en cines, solo que esta vez no parece que estemos ante un telefilme, con todo lo peyorativo que semejante término suele acarrear para una película. De hecho nació para ser exhibida a lo grande, en salas comerciales y dirigida por Ridley Scott, pero los estudios rechazaron el proyecto sucesivas veces y Scott, empeñado en sacarlo adelante contra viento y marea, redujo el presupuesto notablemente y lo estrenó como telefilme, cambiando completamente el reparto (que en la versión cinematográfica iban a encabezar inicialmente Edward Norton y Marlon Brando) y limitándose a producir la película. No se puede negar lo adecuado de dicho cambio en el reparto, la verdad, y con él en la mano, con actores tal vez sin tanto “status” pero con solvencia más que comprobada, la cosa ya promete. El tema que trata ya anima, por sí mismo, a echarle un ojo al tinglado. Y si para finalizar comentamos que la factura de dicho tinglado es bastante digna, seguro que más de uno estará pensando en echarle el guante para verlo. Y les aseguro que no perderán el tiempo.

Cualquier cinéfilo de pro que esté leyendo este texto sabrá que tras la etiqueta “RKO 281” se esconde el título de producción de Ciudadano Kane, que tal vez sea la película más famosa de todos los tiempos (sobre si es la mejor ya hablaremos otro día). El proceso de concepción y rodaje del filme daría para escribir una novela o hacer una película a propósito (como es el caso). Orson Welles tuvo que luchar, y de qué manera, para sacar adelante un proyecto en el que casi nadie creía, contra el que un iracundo William Randolph Hearst (ridiculizado sin piedad en el personaje de Charles Foster Kane) volcó toda la furia de su inmenso poder, estando a punto de lograr la destrucción de los negativos. Orson Welles tuvo suerte y al final pudo exhibir su película públicamente, aunque lo cierto es que el influjo de la ira de Hearst nunca le abandonaría y su carrera, por activa o por pasiva, jamás llegó a brillar como se esperaba en un genio de su categoría.

RKO 281 repasa aquel complejo proceso, y aunque no se ciñe estrictamente a los hechos históricos se trata de un filme interesante, bien rodado y excelentemente interpretado por todos los actores, tal como se podría esperar de ellos. Incluyendo a un casi novato Liev Schreiber, un buen actor que, por desgracia, se ha empeñado en arrojar por la taza del water su prometedora carrera con engendros como ESTE. El guión es aceptable, aunque como de buen biopic que es, pasa de puntillas sobre los aspectos más escabrosos en la figura de Welles, como su ambigua relación con Herman Mankiewicz (guionista de Kane) o su adicción al alcohol y a las pastillas. Pero por lo demás la película, sin estar ni mucho menos a la altura de Ciudadano Kane o del gran Orson, cumple y no resulta aburrida, constituyendo una buena base para animarse a investigar más profundamente sobre uno de los episodios más famosos y oscuros de la historia del cine.



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