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Gosford Park

Gosford Park (2001)

Director: Robert Altman
Interpretes: Eileen Atkins, Bob Balaban, Alan Bates, Charles Dance, Stephen Fry, Michael Gambon

La reciente muerte de Robert Altman a los 81 años de edad, nos ha dejado huérfanos del que muchos consideraban uno de los últimos grandes directores de Hollywood. Con fama de rebelde (aunque sobre ese particular podríamos hablar largo y tendido) y con una prolífica carrera en la que abundan más los bajos que los altos, Altman dejó, pese a todo, su impronta de gran artesano allí donde dirigió un cotarro, logrando algunas películas de excelente factura como M.A.S.H. o Short Cuts que, dicho sea de paso, tal vez sean las mejores de su extenso currículum.

El caso es que, aprovechando el óbito del afamado director, TVE programó, en el marco de su Segunda Cadena, Gosford Park, una de las últimas películas de Altman como director y también la última con la que el realizador de Kansas logró un abierto reconocimiento por parte de la crítica, siendo incluso nominado al Oscar por su trabajo. En su día tuve ocasión de verla de estreno y la verdad es que salí enormemente decepcionado y con la sensación de haber “caído”, una vez más, ante las loas de los criticuchos de turno, que colocaban este invento de Mr. Altman a la altura de sus mejores trabajos.

Uno de estos criticuchos, del que no citaré nombre y medio para el que trabajaba porque simplemente no me apetece ensuciar esta web nombrándoles, comentaba en su momento que lo que más temía era que la “gente común” (useasé, los subnormales que pagan la entrada, según él) no captase el mensaje de esta cinta, pensando que estaban ante “una copia de una película de las de Agatha Christie”. O yo soy “gente común” o simplemente no sé leer entre lineas (o no sé leer, directamente); pero lo cierto es que Gosford Park me pareció exactamente esto: un remedo de peli de Hercules Poirot, solo que mejor hecha. Como ya no me fío ni de mí a estas alturas, decidí aprovechar la oportunidad que me brindaba La 2 y “re-ojear” esta producción a ver si, casualmente, lograba alcanzar el Nirvana que “el ese” (el criticucho de marras) decía haber alcanzado años atrás…

Echémosle un vistazo al argumento: Gosford Park es una enorme y preciosa mansión a la que acuden una serie de invitados, pertenecientes a la rastrera y decadente alta sociedad inglesa de primeros del siglo XX, con objeto de pasar una jornada de caza. Todo transcurre dentro de la más absoluta e hipócrita “normalidad” hasta que uno de los asistentes es asesinado durante la noche. A partir de entonces comienza incesante investigación en busca del responsable de tan vil acto. Todos, desde lacayos a señores, desde damas a doncellas, pueden ser culpables.

Si esto no es “una copia de una película de las de Agatha Chirstie” que baje Buda y lo vea, oigan. Insisto: debo ser gilipollas del culo, porque acabé esa noche reafirmándome en lo que previamente opinaba sobre esta película. Que sí, que esta muy bien hecha, que Robert Altman dirigía como Dios, que los actores están todos cojonudos (particularmente Helen Mirren) y que me casaría con Kristin Scott Thomas sin dudarlo, arrastrándome por el fango si ella me lo pidiera; pero no acabo de “pillarle el punto” a esta cinta, y sigo viéndola como un filme coral “a lo Agatha Christie” muy currado desde luego, pero que no acaba de despegar por la ausencia de un guión bien desarrollado en lo argumental (el principio, embarullado como pocos, es mortal de necesidad) y con una falta de ritmo que en ocasiones resulta alarmante. Ni siquiera la inclusión de un fino toque humorístico “típicamente Altman”, por lo general en manos de Maggie Smith (Condesa de Trentham en el filme) y Stephen Fry (un inspector Thomson a modo de pantomima de Hercules Poirot), impide lanzar bostezos de vez en cuando. Gosford Park recuerda de alguna forma a las películas de James Ivory, muy bien hechas, con una fabulosa ambientación “de época”… y cuyo visionado suelo recomendar a mis amigos cuando tienen problemas para dormir.

Es una pena que Gosford Park no esté a la altura de lo que parece aparentar, aunque hay que dejar claro que para 2001 Altman estaba ya muy lejos de sus días de gloria. E insisto: “el ese”, si me lee (que no creo) debería ver primero las películas sobre las que luego opina (me consta que en algún caso no lo hacía). Lo peor es que no es el único. Y peor todavía es que cobran, y no precisamente hostias…



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