Lo primero comentar que sé que habrá decenas de crónicas de este Concierto con multitud de contradicciones, pero eso es lo bueno, hacer una crónica de un concierto según la afinidad del redactor con el grupo, su historia y lo que percibió en ese concierto. Personalmente no puedo ser imparcial en esta crónica, los Guns N’Roses fueron la banda que me reventó la cabeza al principio de mi adolescencia y los que me metieron en el sucio mundo del rock’n’roll. Aunque reconozco que iba con cierto miedo a lo que me podría encontrar y, a sabiendas de que era innegable que ya no serían aquellos salvajes rockeros de mis primeros años de adolescencia, he de decir que salí del concierto ‘Gunsroserizado‘ después de un chute en vena de 210 minutos de puro ROCK’N’ROLL, si, puro rock n’roll en mayúsculas porque, a pesar de los años, juntos siguen siendo una auténtica apisonadora encontrándose en un magnífico estado de forma.

Pero antes de esto tuvimos la oportunidad de presenciar la banda estadounidense Pretenders, con una espléndida Chrissie Hynde por la que parece que no pasó el tiempo. Aunque la mayoría del público ansiaba la llegada de los Guns, Pretenders sonaron de lujo y dieron un buen concierto con temas como «Back on the Chain Gang», «Don’t Get Me Wrong» o uno de sus más conocidos temas, la balada «I’ll Stand by You» cantada por miles de personas.

Llegaba el gran momento, las pantallas anunciaban la aparición de la banda que fue recibida con un gran estruendo cuando hicieron aparición sobre el escenario de Balaídos comenzando con el trallazo de «It’s So Easy». Es tan fácil el rock’n’roll dicen, son tres acordes y listo, pero hace falta estar tocado por la varita mágica del diablo como los Rolling Stones o Aerosmith, principales influencias de los Guns. Continúan con «Bad Obsesion» y Axl corriendo de lado a lado del escenario como en sus mejores años, naturalmente sin la voz de antaño pero mucho mejor que en su última gira, llevando las canciones a su actual registro vocal y sin escatimar en sus legendarios gritos. Con el genio de Slash dibujando melodías increíbles con su eterna Gibson, un imponente Duff Mackagan con su potente sonido de bajo, supurando actitud punk por cada uno de sus poros y ayudando a Axl con unos magníficos coros. Completan la formación el guitarrista Richard Fortus que hizo de gran escudero de Slash, la potente batería de Frank Ferrer que sonó como un trueno, a los teclados y piano Dizzy Reed, que lleva ya en el grupo desde 1990, y la joven Melissa Reese a los teclados y sintetizadores.

Tras continuar con «Slither» de Velvet Revolver (grupo de Slash y Duff) y «Chinese Democracy» del disco del mismo título que se publicó en la época de Axl como único miembro original del grupo, llegó el primer hit, la gran versión del «Live And Let Die» de los Wings de Paul McCartney que puso a todo el estadio en una ebullición que ya no había quién la parara. «Mr. Brownstone» fue la antesala para darnos la bienvenida a la selva del rock’n’roll, una selva repleta de vicio, lujuria y brillante decadencia de la que nunca podrás salir, «Welcome To The Jungle», todo un himno del rock. Triplete de rock’n’roll del bueno, del más gamberro y sucio con «Double Talkin’ Jive», «Pretty Tied Up» y la recuperada «Reckless Life».

La noche continuaba bajo una lluvia de bombazos como «Rocket Queen», «You Could Be Mine» el «Down On The Farm» de los U.K Subs y una enorme y épica «Estranged». La voz de Axl comenzaba a debilitarse un poco, pero se dosificó muy bien para aguantar las tres horas y media de show, físicamente mucho mejor que en anteriores giras. A continuación Duff se puso al micro para cantar excelentemente la versión de «T.V. Eye» de los Stooges de Iggy Pop, con Duff en su salsa y dándole caña al bajo cuyo sonido retumbaba en el pecho del público. La bandera de Ucrania en las pantallas y el silbido de Axl anunciaban la llegada de «Civil War», dedicada al pueblo ucraniano, un auténtico temazo con constantes cambios de ritmo y momento llenos de épica. Tras uno de los numerosos solos de guitarra de Slash, comenzaron a sonar los acordes más conocidos del rock, «Sweet Child O’Mine», que encendió todavía más al público que coreó la canción junto a un Axl que interactúo bastante con sus fans. Después de sonar «Locomotive» y la versión del tema «Wichita Lineman» de Jimmy Webb, aparece Axl sentado al piano tocando los acordes de la balada por excelencia de Guns N’Roses, «November Rain», que puso el punto de romanticismo y emoción al concierto.

El himno de Dylan «Knockin’ on Heaven’s Door» se alargó hasta casi los diez minutos, pero para nada resultó pesado gracias a un espectacular Slash con su guitarra de doble mástil y Axl animando a su público a cantar la canción. Y para despedirse llegaba un desbocado «Nightrain» con Axl soltando toda su voz y la banda elevada a su máxima potencia. Se despiden de público bajo una gran ovación pero aún tenían algunas balas en sus pistolas y regresan con «Sorry» del disco «Chinese Democracy», que sonaba por primera vez en esta gira. Después aparecen Slash, Duff y Richard, cada uno con su guitarra acústica, sentados en los escalones que elevaban la batería apareciendo Axl para cantar la íntima «Patience».

El concierto se acercaba a su final pero todavía quedaba la gran «Yesterdays» que precedía al final lleno de fiesta con «Paradise City» que ahora sí, puso el final a esta inolvidable noche. Puede que la gente que fue al concierto para grabar el vídeo de «Sweet Child O’Mine» como el que va a un concierto de Springsteen conociendo solo «Born In The U.S.A.» no entendiera el por qué de un concierto tan largo y se les hiciera bola, pero os aseguro que los fans de toda la vida disfrutaron cada segundo de un show en el que demostraron que, aunque no son los de los años 90, se comen de un bocado a cualquier grupo moderno de rock.

Agradecer el esfuerzo de la promotora local Sweet Nocturna y de Live Nation por seguir adelante con el concierto a pesar de los problemas de patrocinio del ayuntamiento de Vigo. Tres horas y media que pasaron como un flashback de la adolescencia de muchos de los allí presentes, que aún no se creían estar ante la santísima trinidad del rock con Axl, Slash y Duff. Pero todo tiene un final y regresamos a la cruda y dura realidad de la vida, llena de vicio, lujuria y brillante decadencia…

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