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Ellos disfrutan el silencio; nosotros, su música

Ellos disfrutan el silencio; nosotros, su música

¿Alguna vez te habías imaginado a Depeche Mode como una banda de bajo, guitarra, batería y voz? Así interpretaron “A pain that I’m used to” en la noche del pasado martes 12 de marzo, en la primera de sus dos actuaciones en el Wizink Center de Madrid.

Más allá de esa imagen, los de Basildon ofrecieron su versión más rockera en un recital vigoroso, dinámico, sorprendentemente vitalista y, en definitiva, apabullante. Una actuación descomunal a la altura de su longeva trayectoria, que alimenta su leyenda y legitima su firme decisión de seguir adelante como dúo.

Han pasado solo 9 meses desde el inicio de la gira, en junio del año pasado, precisamente con sendas actuaciones en el Primavera Sound de Barcelona y Madrid; algo de lo que nos hicimos eco por entonces.

Fue aquella una actuación notable, pero de cierto aire pesaroso, muy marcada todavía por el fallecimiento de Andy Fletcher, al que honraron con profusión durante la primera parte de la gira, con las proyecciones de acompañamiento de ‘World in my eyes’, que también sonó ayer.
Entonces, el festivalero público no prestó mucha atención, aunque en esta ocasión, es justo reconocerlo, tampoco hubo una reacción destacable cuando su imagen apareció al final de otra canción, ‘Behind the wheel’ y la dedicatoria sonó por los altavoces.

La oscuridad que siempre ha caracterizado al grupo se ha hecho más evidente en el sonido y el título de su último disco, que también da nombre a la gira: Memento Mori (“recuerda que vas a morir”). Curiosamente, el nombre nada tiene que ver con el deceso de su excompañero y sí con el sexagésimo cumpleaños de Martin Gore durante la pandemia.

Estos meses, sin embargo, han permitido ir dejando atrás el luto. La actitud es distinta y lo que se transmite, también. Sobre las tablas, la formación es un cuarteto, con la adición de Christian Eigner a la batería y Peter Gordeno (teclados y bajo), ambos también presentes en la gira anterior e, incluso, en la composición de algunos de los temas de sus dos últimos discos.

La complicidad entre los cuatro es tal que, en el momento de la despedida, los saludos, efusivos entre ellos y, por supuesto, con el público, fueron conjuntos. En contra de lo que se suele estilar, no hubo uno independiente por parte de los miembros oficiales.

El comienzo de los conciertos de esta gira es una paradoja y, a la vez, una metáfora de la vida y la muerte. El outro de ‘Speak to me’, la canción que cierra Memento Mori, sirve de apertura y da paso a las dos primeras canciones del disco: ‘My cosmos is mine’ y ‘Wagging tongue’. Un círculo que se abre y se cierra de forma continua.

Costaba ver el escenario, no por la elevda estatura media de una audiencia más bien talludita, sino por el mar de pantallas de cristal líquido que se interponen durante unos minutos interminables. Afortunadamente, las introducciones de las canciones son los suficientemente largas como para que el cansancio de los brazos permita recuperar la visibilidad.

Comprendemos por qué algunos artistas prohíben el uso del móvil. De hecho, algunos creemos que, en este tipo de espectáculos, debería ser habitual. ¿Y cómo solucionar que queramos guardar un recuerdo o se necesite material periodístico? Fácilmente: con fotos y stories oficiales accesibles para descarga con el código de la entrada…

El sonido, nítido, potente y grave como la voz de Gahan, que se adueñó del escenario y del recinto entero apenas lo pisó. La banda no le va a la zaga y con ‘Walking in my shoes’ ya nos vuelven locos. Hace años que la electrónica de sus discos cede un poco de su espacio a la electricidad en sus giras. La inclusión de la batería es un acierto que se ha ido perfeccionando con los años.
Ha ganado protagonismo y le da otra dimensión al sonido Depeche Mode, cuya gama se expande también cuando Gore suelta las teclas y aprieta las cuerdas de su guitarra. Ahora con más visibilidad pero más sutileza. Si a esto le añadimos que se trata de un grupo acostumbrado a remezclar las canciones, el resultado permite que apreciemos matices distintos. Las nuevas tonadas sonaron más auténticas y las que llevamos escuchando media vida, actuales.

Cuando llega ‘Everything counts’, todavía en el primer tercio del concierto, los tradicionales giros de Gahan sobre una pierna, con los brazos extendidos, nos llevan de vuelta a los tiempos de su mítico directo 101. De hecho, en ese momento, hubiéramos jurado que el saludo inicial fue un «Good evening, Pasadena!» y no un «Good evening, Madrid!».

En esta ciudad, por cierto, llevan unos días, disfrutando de nuestra música y gastronomía, como rezan los titulares de algunas publicaciones. Y no es la primera vez, puesto que aquí pasaron una buena temporada grabando Songs of faith and devotion hace más de tres décadas ya. Seguro que la experiencia esta vez ha sido algo más tranquila.

Fue un concierto relativamente largo, de ritmo medio y perfectamente secuenciado. Alternando los momentos intensos con otros más íntimos como esa preciosa versión acústica de ‘Strangelove’ a cargo de Gore, enlazada con ‘Somebody’, poniéndonos la piel de gallina. Lo disfrutaron especialmente los VIP cercanos a esa pasarela que se extendía por delante del escenario.
El principal compositor y segunda voz canta ahora de forma menos forzada, más suave, natural y tan dulce, que su propio compañero le dedicó un «es la voz de un ángel».

Suenan canciones más recientes entreveradas con clásicos en una progresión que nos va subiendo el estado de ánimo cada vez más: ‘Ghosts again’, ‘A pain than I’m used to’, ‘Black celebration’, ‘John the revelator’, ‘Stripped’… hasta llegar al culmen de la noche con una versión extendida de ‘Enjoy the silence’, que contó con la participación de la bailaora española Belén López. Ese taconeo al son de la batería, acompañado también de guitarra eléctrica y teclados, nos volaron la cabeza.

Y todavía hubo mecha para la traca final en los bises, que comenzaron de forma lenta con una ‘Waiting for the night’ bella y delicada, y que se desmadraron con esa triada final: ‘Just can’t get enough’, ‘Never let me down again’ y, no podía faltar, ‘Personal Jesus’ como cierre de la que, sin duda, fue una de las mejores actuaciones de los ingleses en nuestro país.

Depeche Mode son probablemente, junto a The Cure, las bandas surgidas en los ochenta que mejor rinden honor a su legado, defienden su vigencia y dignifican su posición en la historia de la música. Llenan sus recintos hasta la bandera cuantas veces toquen, nos regalan actuaciones largas, con entrega juvenil y un alcance que la mayoría de grupos actuales ni sueñan.

Los años pasan, pero ellos se renuevan y nos renuevan. Con propuestas como esta ¿Quién puede disfrutar el silencio?.

Redacción: Yago Hernández

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