El día épico de Ángel Stanich en La Riviera

El artista cántabro, acompañado de su poderosa banda, regaló al público madrileño un excepcional concierto, en el sentido más amplio de la palabra. En una velada ‘comunal y turgente’, Stanich repasó su sobresaliente discografía acompañado de numerosas y acertadas colaboraciones.

Como ha sucedido en anteriores entregas, el folio en blanco produce si cabe más vértigo cuando el protagonista de la aventura cuenta con tan dotado repertorio lírico, como es el caso del bueno de Ángel Stanich.

Llamado a ser, o mejor dicho, confirmado como uno de los cancionistas más interesantes de una generación algo huérfana de este tipo de personajes, con un aura casi literaria, Stanich ha ido forjando un camino con raíces en el género cantautor -en su connotación más positiva-, con grandes ramalazos del pop setentero más vitalista, el aroma fronterizo de sus primeras composiciones, la americana, o el rock de autor más melódico, alcanzando sucesivas cimas creativas en busca, sencillamente, de la mejor composición posible.

La herencia literaria, cinematográfica o compositiva de tal personaje, es aderezada en cada una de sus pócimas con figuras, hitos y tótems de la cultura popular de varias generaciones. Y sí, además de la elegante nostalgia, nos deleita con el ingenio y sátira de la actualidad político-social de nuestro día a día, el aroma autobiográfico de la ‘fantasía’, y la pertinente dosis lisérgica que todo autor merece, nos queda un maravilloso rara avis de nuestro tiempo.

Con este honroso preámbulo, nadie debería dudar a estas alturas, de que los conciertos de Ángel y sus secuaces no podían quedarse atrás. Y es que, contando con una formación de rock clásica, la Stanich Band lleva unos cuantos años sonando como el quinteto ideal de la temporada, el once de gala del mundial, o el mejor equipo Festina que se recuerde, incluyendo su último y sobresaliente disco, Polvo de Battiato (2021), grabado a la vieja usanza por todos sus miembros.

A todo esto, hay que sumarle el show especial que tenían preparado para la noche del viernes. En un ejercicio de precisión técnica y casi metafísica, Stanich y compañía ejecutaron un repertorio sobresaliente y equilibrado donde visitaron gran parte de su recorrido discográfico, acompañados de hasta diez colaboradore/as de lujo.

La voz en off de Raúl Cimas daba el pistoletazo de salida a un primer acto donde no había margen para pedir una cerveza, acudir al excusado o comentar la jugada con los vecinos. La epopeya impecable de ‘El volver’ daba la bienvenida a la noche, mientras entre las sombras asomaba Quique González para poner el nudo en la garganta a más de uno/a, ‘Una temporada en el infierno’ tomaba la temperatura de una Riviera que rozaba el lleno, Javier Vielba, de los Arizona Baby, acompañaba a Stanich en ‘Un -su- día épico’, donde Ronaldo ‘Nazario’ de Lima se iba de seis, Jalabert se aparecía en los sueños de ‘Le tour ‘95’ y el éxtasis rural de ‘Dos boys scouts de mierda’, contando con Lichis, daba cierre a esta primera parte.

La imponente y melódica fracción inicial dio pie a un interludio intimista, sinérgico y sintético, por este orden. La psicodelia desternillante de ‘Golpe en la pequeña China’ trajo al escenario a Victor y Julia de Rufus T Firefly, que culminaron la tarea ad hoc, interpretando la coreadísima ‘Rey Idiota’, otra de sus mejores creaciones hasta el momento. Viajamos al origen de todo, con la seminal ‘Miss trueno’89’, acompañado de la sobrecogedora voz de Ricky Falkner, bailamos el ‘Hula Hula’ junto a Joe Crepúsculo y Aaron Rux, y recordamos jubilosamente, pero con pesar, que ‘La historia es fácil’ de olvidar por ti.

A estas alturas y a pesar del deslumbrar de las colaboraciones, los nombres propios de la Stanich Band: Victor Pescador a la guitarra, Jave Ryjlen en los teclados, Alex Izquierdo en el bajo, y Lete Moreno en la batería ya llevaban unas cuantas lecciones orquestales a sus espaldas.

El inicio del fin o tercer acto arrancaba con una locución difícil de descifrar entre el bullicio y excitación generalizada, y continuaba con ‘Galicia Calidade’ y Rafa Val de Viva Suecia como escudero -en una de las colaboraciones más antagónicas y destacada de la noche-, la inmortal ‘Carbura’ junto a Mikel Erentxun, y la fantástica historia que entraña el ‘Motel Consuelo’ en la majestuosa voz de Anni B Sweet.

Y si aún faltaba algo por remarcar del especial estilo de Stanich, el resto de las voces colaboradoras no hicieron más que poner en valor el éxito de un artista cuyo tono vocal es cuanto menos peculiar. Sería injusto decir que canta mal, y como todo en la música popular tiene su importancia, no cabe la menor duda de que le funciona a las mil maravillas como elemento diferencial. O amas u odias las voces peculiares, de alguno más me suena….

La apoteósica ‘Escupe fuego’ hizo alcanzar el climax de un público fiel, respetuoso y entregado a Stanich y los suyos, en una nueva demostración de la fidelización obtenida mediante el currazo de visitar todas las plazas posibles de nuestra geografía. ‘Metralleta Joe’, mano a mano con Jorge Ilegales, nos dejó otra instantánea más para la historia del rock patrio, mientras que ‘Mátame camión’ ponía la guinda final, con el habitual baño de masas del ‘artista’ de la noche.

Un disco, una gira y un concierto que quedará para el recuerdo. Un artista incomparable en un panorama inevitablemente uniforme.

Redacción: Iñaki Molinos

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