Los primeros en pisar el escenario de la sala fueron el cañerísimo trío madrileño Boneflower, una verdadera tormenta perfecta orquestada por una batería marcada al milímetro, un bajo que crujía como si estuviesen demoliendo la Caracol, una guitarra que repartía frenesí y una voz desgarradoramente agresiva. El planteamiento es interesante, no hay ni un minuto de relax, todo va a un ritmo rápido a la par que duro, además conseguí ver algo de belleza entre tanta entraña y Boneflower tiene la culpa.

Poco tiempo después era la hora de los segundos invitados de la noche, Descubriendo a Mr.Mime, que todavía tenían un aire más screamo y punkarra que los anteriores. Aunque sobre el papel parecía que esta banda iba a poner los tímpanos del revés a todo el mundo, la ejecución del concierto dejó bastante que desear. La propuesta musical fue materializada con tiralíneas, pero la voz no acompañaba, en varías ocasiones no llegaba y se ahogaba en sí misma, quizá no fuera su noche.

El ambiente estaba ya muy caldeado, la sala llena hasta la bandera, volvió a abrirse el telón y esta vez era Viva Belgrado, había llegado la hora de la despedida. Quien haya seguido a la banda sabe que no suelen interactuar mucho con el público, pero esa noche era especial, antes si quiera de empezar el show Cándido (vocalista) ya estaba agradeciendo el llenazo y el calor del público. El escenario era el ideal para que la banda se saliera y así fue, menudo goce de concierto, Viva Belgrado consigue introducirte en las sendas del Post-Rock más sutil para después coger un atajo hacia el Hard-Rock. Son una de las mejores propuestas musicales que he podido ver y escuchar en los últimos años, las letras son jodidamente desgarradoras, sacadas con las tripas y enfocadas a la perfección, las melodías son dulces cuando tienen que serlo y estremecedoras cuando la expedición así lo reclama, todo queda fielmente reflejado en el directo consiguiendo plasmar perfectamente los cromas de las canciones sin que pierdan un ápice de credibilidad, confiad en mí de verdad, no exagero. Fue una despedida dura porque Ulises ha sido una de mis bandas sonoras este último año, pero mereció la pena tragar saliva más veces de lo necesario para evitar que se cayera alguna que otra lágrima cuando interpretaron temas como Annapurnas, Apaga la Llum, Báltica, Por la Mañana Temprano, Transatlántica o La Cima. Quizá conseguí contenerme un poco, pero la piel todavía la tengo de gallina, ahora me he mudado a Belgrado y hace frío, siempre hace frío.