Ser artista, el crear universos o nuevas realidades puede ser una tarea no tan sencilla. Pero, a veces, puedes ser afortunado y encontrar inspiración en lo huecos recónditos de ti, de tus raíces, de tu ciudad o tus secretos más honestos. Para Kate Teague ha sido un retorno fructífero.

Después de la disolución de su banda Reels, Kate regresó a su ciudad de origen: Oxford, Mississippi. Aquí comenzó a escribir de nuevo, creando un proyecto solista en dónde las letras siguen una narrativa confesional bajo la línea de un pop cargado de emociones y melodías que te roban en aliento. Con Kate puedes sentir, no importa lo que suceda, ha transformado emociones en música y su peculiar forma de transmitirlo hace que quieras más de eso, su álbum debut es un suspiro emocional al que fácilmente te puedes hacer adicto.

En 2018 nos regaló tres sencillos que se desprenden de su álbum debut: “Low life“, “Good to you” y ” Gilly” pero no fue hasta 2019 que pudimos disfrutar de ese pop con guiños al shoegaze conjugando de manera eficaz. La sencillez con la que ha logrado sus canciones son clara muestra de la belleza immersiva de las mismas, con muy pocos elementos es capaz de atrapar y lanzarte una marea de sentimientos sin empalagar o ahogarte.

“Aunque Reels duró muy poco tiempo fue una increíble experiencia para mí y creo que eso fue lo que me hizo dar cuenta que quería continuar con mi pasión por tocar. En cuanto terminó, empecé a escribir canciones para mi proyecto como solista”

Entre sus influencias destacables encontramos a The Cranberries, Elton John y hasta Radiohead, lo cuál se nota, pero no quiere decir que suene a los mencionados, es todo lo contrario, Kate es una convergencia de sus propias ambiciones y deseos más honestos por hacer música.

Kate no se considera poeta, según ella, solo trata de ser lo más honesta posible y rara vez se pone un filtro. Está distinción le ha resultado algo saludable pues compartir ciudad con uno de los escritores más importantes de la historia de la literatura como lo fue William Foulkner, ganador de un Nobel, puede resultar un tanto abrumador. Sin embargo, su más reciente entrega “Play for time“, nos permite dudar sobre los preceptos de la poesía misma. Una canción con guitarra acústica acompañada de una voz sincera y elegante con unos arreglos seductores y versos de ensueño rozan lo poético.

“Escribí esto mientras navegaba por mi primera experiencia saliendo con alguien que no estaba emocionalmente disponible”.

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