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Con el rockero Cacho Cisneros la joda nunca va a terminar

Cacho Cisneros sentado en el "templo" del rock boliviano, el Equinoccio / Página Siete

Advertencia, la siguiente nota debería tener frases censuradas; pero José Alfredo Cisneros Portales no aceptaría un texto así, quitándole la energía suya y dejando una nota medio k’aima. Por eso, los siguientes párrafos lo presentan tal y como es.

José Alfredo es conocido sobre el escenario como Cacho. Es el rockstar que al cantar amarra una pañoleta en el micrófono y luce un cinturón con tachas plateadas. El 19 de marzo cumplió 76 años y festejó su cumpleaños ofreciendo un concierto con su banda de siempre Black Jack. Ya alistan otro show para mayo.

Donbosqueño y futbolista

Cacho nació en la localidad de Camiri. “A mi papá yo nunca lo vi. A mi papá yo nunca lo conocí porque abandonó a mi madre cuando yo era bebé. Cuando yo tenía unos 40 años recién me quiso conocer; pero a mí, con este orgullo que tengo, no me dio la gana”, cuenta al presentar su primera foto familiar en la cual están él y su mamá Dora.

Añade: “Ella me trajo a la ciudad de La Paz cuando no tenía oportunidades de trabajo. En Esos Tiempos Era jodido para una mujer sola, divorciada y camba. Ahora la sociedad es machista, imagínate antes todo era medio primitivo”.

“Siempre estuve con mi mamá, en todo”, habla con pausas. Recuerda que ella lo inscribió en el colegio Don Bosco. “En esos tiempos era jodido ser cambita, todos los días era una pelea con mis amigotes, ahora ellos ya son mis amigos. Antes era difícil eso de ser collas y cambas”, explica el popular Cacho. “Me tenían envidia porque en esos tiempos era simpático”, narra y ríe.

Recuerda que en el colegio iba cada día a misa, “incluso los domingos”. “Si no escuchabas la misa, entonces el lunes te colocaban en frente de todo el colegio y con otros faltones te decían ‘por culpa de estos pecadores Jesús ha sido crucificado’. Cuando te daban un sopapo, way que vos les digas algo”, explica el, ahora, orgulloso donbosqueño.

El año 65 ingresó a atletismo y fútbol. Fue campeón intercolegial en los 100 y 200 metros planos. En 1966 fue el capitán del equipo de fútbol que ganó el intercolegial, su equipo jugó en las finales contra el Príncipe de Paz, “ese colegio era de vagos”, bromea.

Estaba encaminado en el fútbol y era parte de la cuarta categoría del Bolívar. “Como anécdota te cuento que quien nos enseñaba a jugar era don Víctor Agustín Ugarte. Era un hombre resencillo, que tenía una calidad increíble, con razón le decían Maestro”, explica el rockero.

Su mamá Dora se volvió a casar y jamás dejó de tener en mente el futuro de su hijo Cacho. “Acabé el colegio en noviembre del 66 y hasta abril del 67 no hacía nada, además insinué que yo quería hacer una banda de rock. Mi mamá me dijo ‘te vas de aquí’ y me envió a los estates. Fue un gran sacrificio para mi padrastro y para ella”, comenta.

¿Woodstock?, no gracias

“Arribé a Washington un día sábado de septiembre de 1967. Hacía calor y llegué a una plaza que se llama Dupont Circle. Ahí el taxi me dejó y estuve un buen rato. Lo que es la vida, apareció Silvestre Vesty Pakos, ése del que lleva su nombre el zoológico. Me vio y me dijo ‘vos eres el Cacho, pero ¿qué haces acá?’. Le agradecí porque me llevó a un restaurante y supe que el inglés que aquí aprendí, allá valía un pepino”, cuenta Cacho y toma un sorbo largo de Coca Cola.

Vesty lo llevó al aeropuerto y lo embarcó a Houston, allá Cacho se encontró con sus tíos y comenzó su andadura en Estados Unidos.

El músico de Black Jack sigue: “Lo que primero hice fue tomar clases de inglés en las mañanas, en las tardes hasta las nueve de la noche yo trabajaba en una farmacia grande. Me fui el 68 a la universidad de Luisiana”.

Estudió psicología clínica del 68 al 72. En ese entonces los afroamericanos luchaban por sus derechos civiles y, cuenta Cacho, en la universidad había baños separados. Los extranjeros y los afros desayunaban, almorzaban y cenaban discriminación.

“Yo andaba en otro mambo en Estados Unidos, recuerdo que en esa época mataron al hermano de Kennedy (Robert fue asesinado el 5 de junio del 68), a Martin Luther King (el 4 de abril del mismo año) y a otros más. Yo era un mocoso que veía todo desde arriba y mucho no me afectaba. Veía las marchas en las cuales la gente se ocultaba en las calles y yo decía ‘esto en mi país todos los días pasaba y no me afecta’”, recuerda.

Continúa: “En agosto del 69 tuve la oportunidad de ir al famoso Woodstock y yo decía que esos eran hippies locos. Me quedé con mi nueva novia, una gringa. Después me di cuenta que debía ir a Woodstock por las cosas que sucedieron ahí”.

¡Hey Micky!

Cacho viene de otra época, de aquella en la cual los fanáticos hacían todo lo posible por ver y hablar con sus ídolos; no como ahora que todo se registra en un teléfono celular.

Relata una de sus mejores anécdotas: “Tuve el privilegio, aunque alguna gente no me crea, pero por unos segundos hablé con Mick Jagger, fue el 75, actuaron en el Madison Square Garden. Fui con unos amigos de amigos de ellos y me adelanté. Los vi cansados y grité: ‘¡Hey Micky!’, él me miró y dijo ‘Hey boy, where are you from?’, contesté ‘I’m from Bolivia’ y me respondió ‘Oh Titicaca... yeah!’”.

Le brillan los ojos al recordar esa rauda escena. Desde chico él fue fanático de la música en inglés. “El año 1960 he cantado en la inauguración de la radio Sararenda. Canté Oh Carol, de Paul Anka”, rememora.

Sí, comenzó con la música a los 13 años y recién a los 21 cruzó una frontera personal. “Tenía una vida sana y por entonces laburaba limpiando pisos. A los 21 tomé mi primer trago y fumé mi primer cigarrillo. Para qué voy a mentir, además mi mamá era estricta y ella no laburaba para que yo me emborrache”.

Una vez que concluyó sus estudios, Cacho retornó a Bolivia. Abrió su consultorio en 1982 y lo cerró en 1985. Se casó y se divorció. Ingresó al mundo empresarial, llevó maquinaria a los mineros de Tipuani, entre otras movidas comerciales.

Su vida comenzó a ser una canción, la de los Rolling Stones: (I Can't Get No) Satisfaction (No puedo obtener satisfacción). Se volvió insaciable, y ahí tenía la trilogía del rock: sexo, drogas y Rock And Roll. Era un periodo en el cual estaba de brazos en brazos y de cama en cama. “El año 92 fue que me invitaron a cantar unas cancioncitas y desde septiembre del 93 que ya soy titular”, explica sobre su ingreso a la banda Black Jack.

La Mariscal

Los Black Jack hacen cóvers y les salen muy bien las canciones de los británicos Stones y de los mexicanos del Tri; de los primeros suelen pedirles Paint It Black y de los segundos Triste canción.

Tienen una vena compositora rebelde y de protesta, ¿quién que se precie de rockero no es así? Un ejemplo es el tema Niños de la calle, en el cual con la voz rasposa el Cacho canta: “Mis pobres angelitos sólo viven en dolor, a nadie le interesa lo que les pasará”.

La canción más conocida de la banda es La Mariscal, aquella que va “de la Pérez a la U”. Cacho suele agarrar el micrófono y clama en versión protesta: “El pueblo leído jamás será mentido”. Empiezan los golpes del bajo, la energía de la guitarra y la fuerza de la batería. La canción relata las peripecias de una ciudad caliente, en la cual maestros y mineros salen a la calle a pedir plata y el gobierno no les atiende; los obreros quieren pega y no consiguen nada: Lo único que hay son golpes y manifestaciones. Es como si la ciudad estuviera condenada “parece que la joda nunca se va a terminar”.

Las canciones para Cacho no pueden ser huecas. “He visto bandas grandes que no habían sido tanto”, advierte. Como si fuera un niño travieso se tapa la boca... y sigue: “Aunque me hagan juicio voy a contar, qué siempre”. Se anima y dispara: “El año 2000, si mal no me acuerdo, fuimos teloneros para un grupo argentino llamado Illya Kuryaki. Se suponía que teníamos que cantar siete canciones, empezamos y la gente empezó a gritar, quisimos seguir pero el manager de Illya Kuryaki no nos dejó porque vio que la gente estaba feliz. Yo no entendía tanta fama que tenían porque tenían su cancioncita famosa era A mover el culo y yo me decía ¿eso es arte?”.

Es de la vieja escuela, del equipo al cual no le importa sólo ganar, él y los suyos corren tras la gloria. “En Bolivia la cumbia y música chicha arrasaron. Ahora es ‘muévanse, muévanse’ y te ponen a modelos en el escenario. Es muy fácil porque si quieres tener plata has cumbia, si Quieres Estar Contento y lleno entonces has rock”, aconseja.

Es un papá feliz de cinco hijos, y en 2019 sumó un nuevo integrante a su familia. Cuenta que en octubre de ese año, mientras el país se iba en picada, él iba caminando con su perrito por la calle cuando vio a una cachorra asustada. La tomó en sus brazos y la llevó a su casa, hoy es su Micaela mimada.

Su vida ya no es un diamante loco que brilla por todos lados, es más como una balada. Su esposa Ana María De Castro lo acompaña en sus conciertos y la vida. Ella le regaló su icónico cinturón de tachas y le prepara el caldo de pollo que tanto le gusta. “Tengo la satisfacción de hacer una cosa bien hecha. Cuando yo no esté van a decir ‘existía un viejo que hacía los Rolling Stones y ¿ahora quién?, nadie’”, explica Cacho.

Agradece a Página Siete por entrevistarlo en dos sesiones el miércoles. “Ahora está jodido hacer rock”, se lamenta el hijo de doña Dora, aquella señora que llegó de Camiri a La Paz en busca de mejores días. Cuando se le pide un mensaje para los jóvenes, él respira y parece que mide sus palabras. “A la nueva generación le digo que haga música y háganlo bien, pero aprendan una profesión aparte. Por lo menos aprendan inglés perfectamente. Muchísimas gracias a todos por el cariño. Rock and roll o muerte, venceremos, aunque me odien algunos cojudos”, ríe el rockero.

Y, quizás como dice la canción La Mariscal, parece que la joda nunca va a terminar... no mientras el Cacho suba a un escenario y lo de todo de sí, como siempre.

“El año 92 fue que me invitaron a cantar unas cancioncitas y desde septiembre del 93 que ya soy titular”.
Cacho Cisneros
“En agosto del 69 tuve la oportunidad de ir al famoso Woodstock y yo decía que esos eran hippies locos”.
Cacho Cisneros
“Es muy fácil porque si quieres tener plata has cumbia, si quieres estar contento y lleno has rock”.
Cacho Cisneros
“Yo no entendía tanta fama (de Illya Kuryaki) porque tenían su cancioncita que era ‘A mover el culo’.
Cacho Cisneros

Fuente: Página Siete.


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