Crónica: Víctor Robi
Esta noche me acercaba a la Riviera para quitarme una espina, en concreto una que lleva desde 2014 que tuvimos que salir huyendo de la lluvia torrencial, el cual impidió que pudiera disfrutar de una de las bandas icónicas de los 80 en un lugar mágico como la Zurriola.
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Antes repasemos brevemente quién son Echo and the bunnymen es una banda británica de rock alternativo formada en Liverpool en 1978. Algunos de sus éxitos más conocidos son The Killing Moon, The Cutter, Bring on the Dancing Horses y Lips Like Sugar. Se caracteriza por su sonido post-punk, neo-psicodélico y atmosférico, influenciado por bandas como The Doors, The Velvet Underground y Joy Division.
Pasadas las nueve, sonaban los acordes de Going up y ya desde un principio los allí presentes nos dimos cuenta de que los británicos son una máquina perfectamente engrasada. Y tras caer en el embrujo de los de Liverpool, no necesitáramos que nos rescatara nadie porque sus melodías entraban sin dar nos cuenta en nuestro subconsciente.
Tras esto vendrían un par de temas más de su disco Crocodiles y el primer intento de interacción de Ian McCulloch con el público, que consiguió unas tímidas palmas para Bring on the dancing horses. Claramente, no es el punto fuerte del frotman de la banda, muy lejos del nivel de por ejemplo Brett Anderson.
No obstante, la banda en general tiene un nivel excelente y el sonido era impecable, como pudimos seguir comprobando en Zimbo, Seven seas o Nothing lasts forever, esta última terminando con una breve parte de Walk on the Wild side de Lou Reed que sacaría el ánimo del público, aunque sin demasiada exaltación.
Tras esto, nos llevaría a un tiempo de valle antes de la traca final, donde sonarían temas como Over the wall o Never stop. Y los melocotonazos empezarían con The killing moon en el que el público de manera espontánea se anima a unas palmas y unos ligeros contoneos de cadera. Continuaríamos con The Cutter, donde pudimos ver la mejor parte de Will Sergeant.
Para el bis tenían reservado el hit Lips like sugar que hizo sacar todo el público, sacara los móviles y en el que de nuevo Ian intentó animar al público haciendo una pelota con una toalla y lanzado la a la pista. Por último, y a diferencia de otras fechas de las giras, pudimos disfrutar de otro bis con Ocean Rain cerrando una noche magnífica.
Las posibles quejas que se le pueden poner al concierto y a la banda serían su duración y la falta de conexión con el público, que por momentos parecen que hacen el espectáculo en modo automático. Pero es que son tan buenos y tienen tanto buenos temas que estos defectos se le pueden y deben perdonar.
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