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Quesos bajos en lactosa aptos para intolerantes

Embutidos, pan de molde, sopas, salsas,… Los productos con lácteos entre sus ingredientes son omnipresentes, por eso es difícil para las personas intolerantes a la Lactosa saber qué pueden comer. Si perteneces a este colectivo debes saber que existen quesos bajos en lactosa de los que sí puedes disfrutar según tu nivel de intolerancia.

Qué es la lactosa

La lactosa es un carbohidrato presente de forma natural en los productos lácteos. Está compuesto de glucosa y galactosa y es digerido por una enzima producida en el intestino delgado llamada lactasa.

Cuando esta enzima está ausente o se produce en cantidad insuficiente se origina la intolerancia a la lactosa, que sufre al rededor de un 15% de la población.

Síntomas y niveles de intolerancia a la lactosa

Los síntomas de intolerancia a la lactosa suelen aparecer unas horas después de ingerir este carbohidrato. Generalmente son muy incómodos y dolorosos: calambres abdominales, hinchazón, diarrea, gases o incluso dolores de cabeza y náuseas.

Dependiendo del nivel de intolerancia a la lactosa se debe realizar desde una reducción a una eliminación total del consumo de productos lácteos.

Así, mientras una persona intolerante a la lactosa puede ingerir un vaso de leche (el equivalente a 12 gramos de lactosa), otra tendrá que eliminar de su dieta todos los alimentos en los que aparezcan trazas de algún producto lácteo entre sus ingredientes. El nivel de intolerancia también puede empeorar con el paso del tiempo.

Niveles de intolerancia a la lactosa

  • Intolerancia baja: admite hasta 12 gramos de lactosa.
  • Intolerancia media: puede consumir en torno a 2-7 gramos de lactosa.
  • Intolerancia alta o severa: por debajo de 2 gramos de lactosa ya aparecen los síntomas asociados a la intolerancia.

Algunos productos lácteos del mercado están disponibles en versión sin lactosa (leche sin lactosa, queso sin lactosa o yogur sin lactosa), y pueden ser una buena alternativa para las personas con intolerancia a la lactosa en cualquiera de sus niveles, que deseen seguir consumiendo productos lácteos.

Quesos bajos en lactosa

El queso es uno de los alimentos más utilizados y populares en la cocina gracias a su versatilidad, pudiendo formar parte del aperitivo, del plato principal e incluso siendo protagonista en el postre.

Este alimento se puede elaborar a partir de la leche de casi cualquier animal: vaca, oveja, cabra, búfala, camella,… Pero no todos ellos tienen la misma cantidad de lactosa.

A diferencia de la leche fresca, gran parte del azúcar se drena en el suero durante la elaboración del queso. Cuanto más envejece un queso, menos lactosa tiene (ésta se convierte en ácido láctico) y cuanto más maduro es el queso, menos humedad contiene, lo que significa menos azúcar y por tanto menos lactosa.

Por ello, muchos consumidores intolerantes a la lactosa pueden consumir sin problema una gran variedad de quesos curados, son quesos bajos en lactosa y aptos según el nivel de tolerancia:

  • Queso cantal. Probablemente se trate del queso más antiguo del que se tiene constancia. Se clasifica atendiendo al tiempo que dure su afinado: entre 1 y 2 meses para un cantal joven, de 2 a 6 meses para un cantal entre-deux y, el más apto para intolerantes a la lactosa, el cantal viejo, requiere una espera de más de 6 meses en las bodegas.
  • Queso cheddar. Es uno de los quesos más populares del mundo. Se consume y produce en muchos países como Canadá, Estados Unidos, Sudáfrica, Nueva Zelanda, Australia,… Su sabor puede ser dulce o fuerte y su color cercano al de la mantequilla se vuelve anaranjado con el tiempo, por lo que el color será un buen indicativo de la cantidad de lactosa presente en el producto.
  • Queso compté. Las vacas de las razas francesas Montbéliarde y Simmental son las únicas autorizadas para la producción de leche en Comté. Cada día el queso se elabora a mano en unas 140 queserías de este pueblo. Las ruedas de queso Comté deben permanecer al menos 4 meses en las bodegas antes de ser ofrecidas al consumidor. Algunos continúan su curación hasta 24 meses, lo que les confiere un casi nulo contenido en lactosa.
  • Queso gouda. Se trata de un queso holandés elaborado con leche de vaca. Se presenta en forma de pequeña rueda y posee un sabor afrutado. Adquiere un sabor fuerte y ligeramente picante después de largos meses de maduración.
  • Queso parmesano. Es una variedad de queso italiano con una textura granulada y cuya maduración se produce durante un mínimo de 12 meses.

También puedes reconocerlos por su dureza: cuanto más duro es el queso, más añejo.

En la misma línea, mantente alejado de los quesos frescos y suaves como la mozzarella o la ricota. Y presta atención a la etiqueta nutricional: si dice “cero gramos de azúcar” o “cero gramos de carbohidratos”, el queso contiene poca o ninguna cantidad de lactosa.

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