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El origen de todo

Tags: nada universo
El Origen De Todo

El origen del Universo es uno de los enigmas que más ha cautivado al hombre desde siempre, desde que piensa. Básicamente, el misterio de cómo se creó el universo ha sido tan poderoso que puede pensarse que es el origen de todas las religiones que ha tenido y tiene la humanidad. Ningún otro enigma ha desvelado tanto al hombre a lo largo de su historia. Las ideas de Dios, del destino, de la vida después de la muerte y algunas pocas más son las únicas que tienen tanto peso como la de descifrar cómo se inició todo lo que conocemos.En los últimos cincuenta años los científicos, sobre todo los físicos y los astrofísicos han hecho avances notables en descubrir y describir como ha sido la evolución del universo desde su creación. La teoría en la que más concuerdan en la actualidad es la teoría de la Gran Explosión, o el Big Bang, que establece, con bastante precisión, que el universo se origino a partir de un punto que explotó. La explosión dio origen a la expansión del espacio, que pasó de tener el tamaño de un grano de arroz a tener el tamaño de la Via Lactea completa en pocas millonésimas de segundo. Esto ocurrió a una presión gigantesca y a una temperatura de miles de millones de grados.


A medida que esa gigantesca masa se enfrió, se produjeron grumos y se dio lugar a la creación de polvo, y de este polvo se generaron las estrellas, las galaxias y finalmente los planetas. Los científicos pueden describir los primeros segundos luego de la explosión con indudable presición. Esa en líneas generales es la teoría más difundida y que tiene muchos efectos comprobados en la práctica, por lo que es la que casi nadie ya discute. Es la versión oficial de cómo llegó el Universo, desde un diminuto punto, a ser la maravilla que es hoy, lo que vemos en una noche estrellada. Ahora bien, pero qué pasó antes? Antes de la explosión, qué ocurrió? Qué fenómeno detonó la explosión? Cuál fue su causa?
La mayoría de los científicos se escapan de responder a esta pregunta con la excusa de que, como el universo no había sido creado todavía, las leyes físicas que conocemos no se aplican y por tanto es una pregunta sin respuesta. Como solamente podemos predecir aquellos fenómenos que se rigen por leyes que conocemos, les viene muy bien que esas leyes no existieran antes del Big Bang para evitar arriesgar una respuesta. Y no solo eso sino que los más prestigiosos dicen que jamás tendrá respuesta. Es posible. Pero como yo no soy científico, puedo arriesgar una hipótesis de lo que puede haber pasado antes del momento inicial, antes de la gran explosión.
Conozco muy poco de ciencias, acaso menos que lo necesario para edificar posibles escenarios, pero eso no me preocupa. Al fin y al cabo, la ciencia alguna vez corroborará o contradecirá con pruebas mis ideas, eso es seguro.
Uno podría pensar, en la variante más simple, que lo que había antes de la explosión era la nada. Es decir, había nada. Esto parece, a simple vista, la posibilidad más intuitiva, más natural. Por otro lado, es también una aseveración aparentemente sólida, dado que al no haber ni espacio ni tiempo, solo podría existir “nada”. Pero, qué es la nada? El cerebro humano no puede imaginar la nada. Tendemos a pensar en un espacio vacío como ejemplo de la nada, pero en la nada no existe ni siquiera el espacio. Ni mucho menos el tiempo. Imaginemos un punto, apenas un diminuto punto sería todo lo que habría antes de la gran explosión. Un punto con un volumen igual a cero, una energía igual a cero y nada más que eso: cero. Es evidente la dificultad de imaginarnos la nada, cuando pensamos en un punto tendemos a “verlo” con nuestra mente en medio de un espacio, pero en este caso no existía tal espacio tampoco. Así, el problema de imaginar el punto de volumen cero se traslada al de imaginar el noespacio que lo rodea.
Debemos encontrar un atajo, dado que no es posible progresar a partir de la nada.
Quizás la forma más sencilla de imaginar la nada es imaginar el todo, que es lo mismo que la nada pero más sencillo de visualizar. Aquí podemos avanzar bajo el supuesto bastante lógico de que nada y todo son las dos caras de la moneda. No puede existir uno sin el otro. El todo, infinita acumulación de cosas, da como resultado la nada, por la sencilla razón de que no podemos individualizar las diferente entidades que componen ese todo infinito. Hagamos un ejercicio.
Como sería el todo? Tomemos un árbol. Imaginemos ahora que a su lado colocamos otro árbol, pero éste es azul en lugar de verde. Y a su lado imaginemos un árbol rojo. Cuando ya tenemos estos árboles, ahora imaginemos otros tres árboles más pequeños, y otros tres más pequeños, y otros tres más grandes, y otros mucho más grandes. Ahora imaginemos un árbol que habla, y otro que camina, y otro que mueve las ramas. Es una idea loca, pero la superposición de todas las cosas que existen más todas las que no existen, hasta el infinito, nos permitiría hacernos una idea del todo. Y, por extensión, de la nada. La nada sería la expresión de las infinitas posibilidades contenidas en el todo.
Tanto la nada como el todo son entidades que no existen en nuestro universo actual. La razón es muy simple, el universo no admite los infinitos, y tanto el todo como la nada, son entidades infinitas. El hecho de que estas entidades no existan, como veremos más adelante, es uno de los argumentos más sólidos que apoyan esta teoría. La no existencia de infinitos es un hecho perfectamente coherente con las leyes que controlan nuestro Universo. Por un lado, habría que disponer de una energía infinita para crearlos (siempre de a pares) y eso consumiría la energía disponible en el Universo por completo. Por otro lado, su sola existencia concentraría toda la materia disponible.
Y acá llegamos a la parte más importante de disquisición. La nada y el todo son por naturaleza inestables. Esto es relativamente fácil de imaginar aunque difícil de comprender en el caso del todo. El todo es inestable porque, si es todo, contiene también las raíces de su propia inestabilidad. Y, así como contiene también losestabilizadores que podrían ser apropiados o necesarios, los infinitos, por el sólo hecho de ser agregados infinitos, siempre entrarán en inestabilidades. Por otra parte, y dado que no pueden ser creados en el Universo actual que posee la forma y las leyes que tenemos, debe forzosamente ser inestable.
Esta es la parte más difícil de comprender, y no es menor que se requiera cierto grado de fe en lo que sostenemos. Se resume a aceptar que una entidad infinita debe ser obligatoriamente inestable. La nada, por su parte, al ser la imagen
infinitamente vacía de la expresión de las posibilidades contenidas en el todo, también sería inestable.
Por supuesto que esto solo es perceptible como una representación de una realidad que puede o no haber existido, y habrá tantas percepciones como personas que se imaginen lo que hubo cuando había nada. Pero no parece una idea tan alocada después de todo. Lo contrario sería imaginarse un punto donde la nada y el todo al mismo tiempo reinen establemente sin cambios, sin nada que pueda sacarlos del equilibrio. Un punto estable, como puede haber sido durante un segundo o mil millones de años, que para el caso es lo mismo porque sin espacio el tiempo no existe. Es decir, pensar que el desequilibrio es más probable que el equilibrio no es una idea disparatada en absoluto. Así, un punto que posee nada es intrínsecamente inestable.
El hecho de que en nuestro universo no podamos encontrar puntos de nada o de todo, es una propiedad que yo le adjudico a nuestro universo y la llamo autoexclusión, y es muy tentador a la hora de imaginarnos un universo salido de la nada inestable. Posiblemente se generaron muchos universos de esa nada inestable,pero no pudieron prosperar. Probablemente algunos tenían un conjunto de leyes físicas no sostenibles en el largo plazo, y colapsaron. Otros, quizás, contenían puntos o regiones donde podían generarse nuevos universos, ya que estaban compuestos de nada, y esto los volvió imposibles de sostenerse porque generaban dentro de ellos mismos nuevos universos que ocupaban todo el espacio. Así, probablemente ocurrieron muchos universos que no pudieron desarrollarse. El nuestro, dotado de un conjunto de leyes físicas suficientemente sofisticadas y coherentes, subsistió porque no contiene ningún punto de nada, o sea no puede generar otros universos dentro de él. Eso haría que la autoexclusión termine siendo una prueba de que este universo proviene de la nada.
Un modo de corroborar esto podría ser la existencia de los agujeros negros.
Discontinuidades que son un producto atenuado de lo mismo que generó el gran inicio. Puntos con masas extremadamente grandes, tendientes en magnitud a aproximarse al infinito, que subsisten para equilibrar el Universo e impedir que colapse. Sin los agujeros negros masivos, no existirían puntos discretos que acumularan masa. Esta podría en algún momento colapsar producto de la misma aleatoriedad que generó el inicio. O lo que es lo mismo, los agujeros negros serían la expresión de que esa aleatoriedad que inició el Big Bang continúa aún ahí afuera, generando de vez en cuando algo similar a una nueva explosión. Como las leyes de nuestro universo, el que finalmente prosperó, son tan perfectas y sofisticadas, ese impulso creador es neutralizado en la forma de agujeros negros masivos que pululan aquí y allá evitando un colapso mayor.
Entonces, de la inestabilidad intrínseca del todo, que es imagen perfecta de la nada, surgió un hecho, un fenómeno, una pequeña falla que hizo que el todo se desequilibrara y acumulara fallos, o diferencias, o volúmenes o masas que hicieron “explotar” el Big Bang, o gran explosión, lo que dio origen a lo que los científicos describen como historia posterior a la explosión. Una pequeña alteración infinitamente pequeña en las cantidades, o en los equilibrios, o en los fenómenos físicos, llevó a que la salida del equilibrio inestable se acelerara dramáticamente. Y eso “degeneró” en la creación de la materia, que no es otra cosa que la energía manifestada a través del espacio y del tiempo. De ahí surgió la explosión, el espacio, y el tiempo, y se desenvolvió la materia contenida.
La concreción en materia de las cantidades infinitas en juego, llevó necesariamente a que las cantidades se limitaran. Este fenómeno, que no es más que otra cara de la autoexclusión que mencionamos antes, es necesario para la estabilidad del universo conocido, y la razón última de que nuestro Universo finalmente lograra prosperar y expandirse, en lugar de desaparecer. Donde, evidentemente, no pueden existir los infinitos. En el fondo, de la infinitud del todo, hubo de limitarse las cantidades para plasmar este universo duradero, estable y brillante. Y es por eso que no vemos cantidades infinitas, como indica el principio de autoexclusión.
Y es aquí donde llegamos a la conclusión más asombrosa. Más allá de por qué se creo el cosmos y de quien lo hizo, el razonamiento anterior parece justificar una asombrosa cualidad de este Universo: su inevitabilidad. Si las hipótesis que esbozamos aquí son ciertas, fue inevitable la creación del Universo, de este Universo, antes y después del Big Bang. No pudo haber otro camino, puesto que era inevitable la explosión del infinito y la autoexclusión de los infinitos en el Cosmos actual. Esta conclusión es tan asombrosa, que debería empapar todo el conocimiento humano existente y por venir.



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