Visto desde la Tierra, el Sol parece Amarillo debido a la interacción de la luz solar con las moléculas que componen la atmósfera, pero cuando se encuentra en el horizonte se ve rojizo porque la luz se descompone por la atmósfera terrestre. En realidad, visto desde el espacio, luce blanco. "Su color cambia en función de la composición de la atmósfera", indica José Franco, científico del Instituto de Astronomía de la UNAM. Así, los fotones se dispersan en ciertos ángulos al interactuar con los átomos de gases y partículas de la atmósfera, alterando los colores percibidos.