Soy una isla, en mi vive Robinson Crussoe y la versión barbada de Tom Hanks de "Naufrago", he vivido bien así, entre las olas y las arenas de esta soledad; pero, de ves en cuando, un navío en alguna lengua oriental arriba a puerto y un grupo de surcoreanos con coreografías exageradamente impactantes y ropa colorida. A estas alturas sobra decir de quienes hablo: la ola coreana ha llegado a hispanoamérica y con ella se lleva muchas pubertas y jóvenes en un  frenesí de letras incomprensibles, un mercadeo sin precedentes de bolsos, posters, cartas de poker y hasta cucharas con las insignias y los nombres de estos artistas del espectáculo  y sí, la palabra ESPECTÁCULO encaja muy bien en el accionar de la lenta pero segura maquinaria asiática por la conquista de occidente, el mismo que llego con tanta fuerza en el colonialismo y las primeras etapas de la globalización a esas mismas tierras, vistiendo al tigre de oriente con jeans Levis.

Ahora, he intentado entender esto, escucharlos, analizarlos desde  las tinieblas, incluso ver las cientos de páginas en facebook de Apoyo Casi Ciego a estos personajes,un apoyo casi ciego y celestial, una fe inamovibles que gira en torno a este ambiente de excentricidades asiáticas y peinados sobre-lacados, donde muchas de sus fans hasta manifiestan públicamente sus deseos sexuales para con un coreano de aspecto ligeramente femenino aunque con buena voz, debo reconocer.

Continuando con la idea,así como China fabrica el 99% de las cremalleras del mundo prácticamente una por cada segundo, corea ha exportado sus iconos de cultura popular y los ensambla en serie, calientitos listos para escuchar y ver, y hasta protagonizar un comercial de LG. Son grupos formados con la precisión de un relojero por la industria de la música y el entretenimiento coreana dándole a cada uno un roll en especifico, dejando a quien los ve con la ligera duda de que es la realidad y cual es la dulce fantasía. Así de maquinada esta su mundo, que tienen su propio vocabulario y la cultura asiática se entrama con la accidental, sacando al pop del Este de su decadencia de ídolos fotocopiados y latinos intentando ser el próximos Michael Jackson mientras las niñas de la generación del 96 se nutre de la teta del entretenimiento del mismo país donde Colombia envió tropas para salvarlo de las garras del comunismo. 

No hay que negar que todo ese brillo y colorido es más que llamativo, hace mucho tiempo la música no veía lo que se ve ahora, y a la larga, cada fan enloquecida de esta puede ser incluso la clave de la reactivación de la economía, de las disqueras y de la industria de la música moribunda por la piratería y el rápido decaer de los ídolos que con tanta fe encumbraron. Ahora estos cantantes son unas navajas suizas entre el canto, la actuación y el modelaje siendo prácticamente capaces de vender cualquier cosa con su nombre a un público que en muchos casos no sobrepasa el cuarto de siglo de edad.

Pero, ni punto de comparación con aquellos que alcanzaron la cima de la música, que siguen y seguirán en nuestras mentes y oídos, que no nacieron en la sala de juntas de una corporación sino en los bares de poca monta de algún país europeo, que desde niños supieron que querían y como lo querían  que no necesitaron, ni necesitaran un bolso, un llavero o un par de aretes para ser recordados por décadas. En este punto me pregunto: ¿De todos ellos cuales serán recordados?¿que aporte darán a la música mundial?, eso solo el tiempo lo dirá.      

Respecto a la imagen del Pollo, encaja perfectamente en la idea que trato de mostrar: un pollo comercial, listo para consumir, es criada con otros cientos de pollos iguales en galpones cerrados, alimentado con lo que Sus Criadores consideran mejor para engordarlos y hacerlos atractivos a los futuros consumidores, mientras el pollo esta allí adentro, sus criadores despliegan una amplia y bien nutrida publicidad de los miles y miles de usos del pollo generan agua en la boca en quienes lo ven, para que luego el pollo se vuelva lo que sus criadores siempre quisieron y termine cocinado en sus jugos para ser deglutido por los comensales que con ansias saborean esos jugos con sabor  pollo e industria.