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Exorcismo en la 85


(Velocidad, Ángel Alonso)

Nada,blanco y vació mental, de esos que se dan bien ambientados con el sol de frente y una calle bajo los pies; cada Paso y cada pedazo de energía se van y parece que volvieran en relampagueantes ideas que impajaritablemente no paran de gritar, como si ardieran en llamas en la mente, como si su piel derretida en tiras amorfas deleitara mi ser, todo eso mientras cruzo la calle.
Son Pocos los momento así  y aun menos las personas que lo saben disfrutar, esa es la diferencia entre los mortales, los dioses y los titanes, entre las petunias, el pasto y las simples flores de campo. Entre los que obstinadamente se regalan a la sociedad de a pedacitos como una piñata psicopersonal o los que se dan de a pocos, Gota a gota, por gruesas y almizcladas cucharadas de amargura, alegría y estupor todo de un puñado:son conscientes que la roca se rompe no por la fuerza de la gota, sino por su constancia.
Pero soy benevolente, esas pobres luminarias que gritan en ese averno que puede ser la mente ya se han quemado demasiado, dejo salir una, y dos y tres; paso el anden tambaleante entre las chapuzas de la arquitectura moderna y ya no aguantan mas hasta eyacular en mis manos y se quedan en este pobre escrito:mi Exorcismo en la 85.
Solo saben que quieren escribir, que quieren acuñarse a la cirugía de la letra, al injerto de la figura, al humilladero de la picota publica y privada, pero saben también que ese es su noble oficio entre el vivir, el ver vivir y el ser vivido. Hay dificultades, hay luces que les queman pero que también les iluminan, hay palabras que distraen o que guía  para todo esto solo una opción  la soledad, es una caja de forro aterciopelado que abriga pero que asfixia, suave para llevar de viaje como equipaje de mano pero con hebillas difíciles de abrir en momentos de emergencia.
Aun con esto, en vez de perder la conciencia se llega a esta misma, de manera plena y absoluta  con una convicción casi increíble de bajar las defensas con una maleta en la mano, de ser y no ser, de hablar de algo pero también no hablar de nada; cada trozo de vida es la victima perfecta para un escritor principiante o desocupado.


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