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Estudiar, fracaso escolar y otras verdades

¡Hola a todos y bienvenidos a mi primer artículo! En primer lugar creo que lo más conveniente sería presentarme. Mi nombre es Patrizia Alrod y actualmente dirijo un precioso proyecto llamado EMMA’S ¿A qué nos dedicamos? Precisamente a la enseñanza. Pero no a aquella que nos ofrece el sistema, sino a la que queda después del muchas veces insufrible esfuerzo de quienes ya han tenido que intentar adaptarse a él. Nosotros somos profesores de refuerzo.

Antes de comenzar a daros mi opinión, siempre personal y desde mis peculiares experiencias y sin duda sin ánimo alguno de ofender a nadie, quisiera agradecer a Mujer Global que me brinde esta maravillosa oportunidad de iniciarme en el mundo “blogger” hablando como experto en el área. Muchas gracias por un bautismo tan sumamente abrumador. Prometo no usar terminología técnica e intentar no dar nombres concretos a lo que todos entendemos en un lenguaje más coloquial.

Probablemente hayáis escuchado el dicho de que profesores particulares o de refuerzo y profesores de Centros Escolares o de Estudios Superiores “chocamos”. Es por eso que voy a aclarar que además de fundar y dirigir Emma’s, también soy tutora en una Universidad muy conocida, con lo que creo que podría opinar objetivamente sobre cualquier tópico que afectase a ambos lados. Pero este es el primer error. La enseñanza vista desde quien enseña es el primer paso para seguir consiguiendo generaciones perdidas.

Así es que vuelta a empezar. Patrizia, alumna de 37 años quien ha cursado varias carreras universitarias, máster y doctorado de distintas ramas (lo que comúnmente conocemos como ciencias y letras) y que al haber estudiado en varios países se ha visto además expuesta a distintos sistemas de enseñanza y en diversos idiomas ¿Qué tal ahora? Suena duro, ¿verdad?.

Lamentablemente no tenemos que alejarnos tanto para poder empezar a esclarecer términos. Desde mi experiencia: estudiar; acto de sentarte a hincar codos, memorizar, resolver dudas, desarrollar ejercicios y actividades, ver lo subrayado… Aprender: interiorizar lo estudiado, sabernos lo que el profesor destaca que es importante y realizar exámenes aplicando lo practicado… Examen: calificación que determina si he aprendido ¿En serio? Estas son las respuestas que comúnmente recibimos en nuestros Centros cuando tenemos talleres con nuestros alumnos. Y concluyen con un “menos mal que existen las evaluaciones continuas”. Totalmente de acuerdo, pero se me hace poco.

Como estudiante autodidacta siempre tuve contratiempos en los colegios y universidades a los que asistía. Mi método no era el método y mi experiencia en estudios anteriores parecía no servir de nada. Siempre tuve que asentir a lo que mis maestros me pedían (aún estando muchos de ellos en contra y maniatados pero al fin y al cabo realizando su trabajo), los cuales finalmente conseguían el producto que esperaban que yo fuese. Afortunadamente esa situación ha cambiado. Hoy en día se valora algo más el trabajo realizado en clase, las aportaciones personales con las que cada alumno pueda contribuir, la creatividad de cada cual…pero seguimos errando. No es suficiente. Tenemos niños disléxicos estudiando idiomas con el mismo método que sus compañeros, personal adaptado a la enseñanza para niños con discalculia que brilla por su ausencia, o alumnos con dislalia con menos nota porque no participan…¿Es acaso esto cuestión del sistema? Al parecer sólo del logopeda.

Sabemos que las clases están masificadas, que no podemos individualizar y que aún queda mucho para llegar a encontrar un sistema que pueda adaptarse a todos. Espera, que hasta estoy escuchando algunos pensamientos, “¿todos?”. Sí, todos.

En Emma’s hemos comenzado un proyecto de enseñanza con pequeñas muestras en clases de seis alumnos donde nuestro método trata de adaptarse a las habilidades y capacidades de cada uno de ellos. Un profesor enseña. No lee en un libro, enseña. Un alumno puede coger el libro y leerlo al igual que el profesor y entender lo que sus capacidades le permitan entender y de ese entendimiento es de donde surge el aprendizaje, pero, ¿y si estoy entendiendo mal? ¿Lo sabré después del examen? ¿Mide un examen realmente lo que yo sé? ¿Se evalúa correctamente mi esfuerzo diario? ¿En qué porcentaje? Esto último me entristece mucho. Los famosos porcentajes.

En mi humilde opinión, un profesor además de explicar contenidos debe enseñar a aprender.  No me refiero a las también muy útiles técnicas de estudio, sino a asimilar. Pero, ¿aprendemos todos de la misma manera? Siete habilidades. Habrá quien ya sepa de qué hablo. Ellen Galinsky, autora del libro “Mind in the making”, explica que para tener éxito en el mundo académico cualquier alumno debe poseer pensamiento crítico, liderazgo, adaptabilidad, iniciativa, comunicación, análisis de la información, curiosidad e imaginación. No seré yo quien lleve la contraria a esta espléndida autora, pero me parece echar en falta “un sistema educativo y personal docente que realmente aplique y respalde esta fantástica conclusión”.

Es increíble lo que los seres humanos somos capaces de hacer y dónde nos puede llevar nuestra mente. Es cierto que no todos poseemos o tenemos entrenadas nuestras habilidades de la misma manera, pero siempre hay otras que conseguirán el equilibrio ¿Qué ocurre si el sistema educativo está pensado sólo para aquellos que pueden alcanzar las expectativas de éste? ¿Qué pasa si desde edades tempranas queremos niños que ya no sean niños? ¿Qué ocurre si obligamos a que todos resuelvan casos prácticos de la misma manera? ¿Por qué les estamos haciendo esto?

Vamos a trasladarlo a un caso real. A uno de nuestros Centros asiste un alumno, llamémosle Ignacio. Nuestro alumno tiene 13 años y como cualquier adolescente es un poco rebelde. Asiste a un colegio de prestigio donde ya no hay un sólo día en el que valoren su buen trabajo porque normalmente “da mucho la lata” y tiene mal comportamiento. No suspende, pero tampoco pasa del 5. Ya no quiere ir a clase. Llega a Emma’s (donde por supuesto no somos los mejores pero procuramos dejar hacer) y en su segunda clase de matemáticas conmigo empieza a hacer dibujos en su hoja. Le pregunto “¿Ignacio, qué es eso?” Se trataba de árboles con ramas y hojas y unos triángulos de distintos tamaños. Su reacción “Pat, no me regañes, no lo voy a hacer más”. Mi respuesta, “Sólo quiero que me expliques lo que es”. Para sorpresa de muchos, “es la solución del problema que acabas de plantearme”. Efectivamente, Ignacio acababa de resolver un problema matemático haciéndose unos dibujos. Después de dos test muy largos pasados por nuestras logopeda y psicopedagoga resultó que Ignacio es alto capaz (superdotado para los de mi generación) y actualmente se ha planteado al Centro donde asiste cada día desde hace años que termine la evaluación. Por supuesto le hemos explicado que obviamente debe adaptar su forma de resolver los ejercicios a los sistemas que todos conozcan haciéndole ver que es como si él hablase en otro idioma y los demás necesitasen comprenderle. Semanas después, Ignacio acudió a clase con la feliz noticia de que había sacado un 8,65 en matemáticas. No hizo falta más que prestarle atención y tener curiosidad además de permitirle obrar y que el profesor, yo en este caso, se adaptase a él desarrollando su labor como conductor de contenidos y en enseñanza del aprendizaje.

Esperad, que vuelvo a oír esas voces “¡Eso con seis alumnos en clase! Pero, ¿y con treinta?” Por supuesto que no digo que vaya a ser fácil, pero si que me gustaría dejar una pista. Nuestro método no se basa en explicar una lección sino en ver cómo interpretan unos contenidos, conducirlos y responder a sus preguntas. Las que ellos formulan habiendo intentado resolver previamente de manera individual o en grupo. Muchas veces no nos paramos a pensar que no hay mejor mente para explicar un hecho que aquella que es igual a la tuya.

Nuevamente un caso práctico ¿Habéis intentado discutir con un adolescente? Pues ahora una pregunta mejor, ¿recordáis cuando erais adolescentes? En mi caso ha pasado ya un tiempo pero si algo me ha dejado la vida en claro, es que nunca he sabido aprender de los errores de los demás. Siempre he necesitado cometer los míos propios ¿Cómo se traduce esto en nuestras aulas? Nosotros “soltamos” el concepto y dejamos que los alumnos divaguen. Por ejemplo, La Revolución Industrial o ¿cómo vivía el hombre en la Edad de Piedra? Una vez respondidas estas cuestiones por los alumnos desde sus conocimientos o experiencias, exponemos el contenido permitiendo que nos interrumpan y que planteen tantas cuestiones necesiten para incorporar su idea a la “realidad de aquel momento en la historia”, facilitando así la comprensión de los hechos. Hasta la cuestión más graciosa sirve para ampliar conocimiento. Y es en medio de ese debate cuando antes de responder permitimos que sus compañeros intenten argumentar, desde su misma edad, con sus muy parecidas incertidumbres, necesidades, interpretaciones y expectativas, la respuesta que asombrosamente se parece de forma casi fidedigna a lo que hacía unos minutos habíamos planteado. Finalmente el profesor completa, concluye y cierra el ejercicio. El alumno asimila, el profesor conduce poniendo las herramientas que ellos necesitan. Y así un sin fin de estrategias que llevamos a cabo con distintas asignaturas, idiomas y niveles. No ejercemos la figura de profesor sino del “alumno más experimentado” y les dejamos desarrollar sus habilidades, sean cuales sean, a fin de llegar a una solución válida o exacta que todos ellos van a saber interpretar y podrán asimilar en su edad o según su experiencia. Nuestro proyecto se está aplicando actualmente a cuatrocientos alumnos de edades comprendidas entre los dos y los sesenta y cinco años en clases de refuerzo escolar, idiomas y clases en empresas tanto en España como en otros países europeos. Y si hay algo que nos gusta concluir es que no hay un método para todos, sino que todos tenemos un método y que el sistema, en la persona del maestro, debe procurar ser la guía que todos necesitan dejando la figura del profesor como ese  conductor de contenidos y de refuerzo en la enseñanza del aprendizaje que mentábamos antes.

Somos conscientes de los grandes talentos que hay entre aquellos que ejercen la docencia y la falta de recursos que lamentablemente existe hoy en día en nuestro sector. Compañeros que intentan dentro de lo posible facilitar el camino a sus alumnos y que aún así no consiguen los medios. Desde aquí, quienes somos el siguiente paso para esos alumnos, os decimos PODÉIS ESTAR ORGULLOSOS PORQUE CUANDO LLEGAN A NOSOTROS DEJAN BIEN CLARO QUE SUS PROFESORES SIEMPRE SERÁN UN EJEMPLO PARA ELLOS. Ojalá pronto el resto de factores acompañe en esta durísima y tediosa tarea de “dar forma al futuro desde su raíz en forma de valiosas personas que aún desconocen donde llegarán el día de mañana”.

Y aquí ponemos punto y final a este artículo inicial y un tanto genérico de cómo a mi entender el aprendizaje parte de uno mismo y de los estímulos que reciba. Con aún mucho más que decir sobre este tema, intentaré más adelante comenzar a puntualizar además de dejaros herramientas para intentar ayudar en la medida de lo posible a compañeros, padres y madres y alumnos que consideren que pueden encontrar en estos artículos apoyo, estrategia y consuelo en la dura etapa de su desarrollo académico.

Muchísimas gracias por vuestra atención. Un saludo y feliz semana.



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