Este refrán, en opinión de la Academia, «advierte ser ocioso gastar palabras cuando hay instrumentos para probar lo que se dice.» Pero también aconseja consignar por escrito lo que fiado a la buena fe de la palabra pudiera ser echado en olvido, como lo comprueba el pasaje anteriormente citado (n.0 16), puesto que:—Palabras y plumas el viento las lleva. Se dice también, invirtiendo el orden de