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¿Por qué están triunfando determinadas prácticas educativas, sin fundamento y en ocasiones perjudiciales para el alumnado, entre los docentes?

Ya sabéis los que os pasáis por aquí que soy mucho de escribir en función de cosas que veo o leo. En el caso del artículo de hoy, aunque solo sea de forma tangencial, la inspiración me ha venido del siguiente artículo, titulado “Sinking Classrooms: What’s Wrong with “Building Thinking Classrooms” in Mathematics?” (enlace), en el que se habla de la proliferación de unas determinadas prácticas educativas, basadas en lo siguiente:

Los grupos se seleccionan al azar, supuestamente para fomentar la conexión y el pensamiento diferente. Con un mínimo de instrucción directa, todo gira en torno al aprendizaje vertical, los agrupamientos aleatorios y una amplia variedad de tareas de pensamiento curriculares y no curriculares. Esencialmente, todos los días en clase de matemáticas, se deja a los alumnos solos, en grupos, para que averigüen las respuestas.

¿Os suena? Pues sí. Es un modelo que se está implantando en muchos centros educativos de nuestro país por parte de determinados Docentes bajo diferentes denominaciones. La más conocida es la de aprendizaje por descubrimiento o “dejad que el alumnado contruya su propio aprendizaje”.

Pues bien, ¿qué Hace que cada vez sean más los docentes que se suman a ciertas prácticas que, por desgracia, acaban siendo según las evidencias, las más perjudiciales para el alumnado más vulnerable? ¿Qué hace que cada vez haya más docentes que hagan proyectos sin sentido con su alumnado, abracen las inteligencias múltiples o los estilos de aprendizaje o, simplemente, quieran buscar la solución para aprender en métodos que distan mucho de ser los más eficaces para el alumnado? ¿Qué hace que cuando algún charlatán de esos que pululan en el ámbito educativo da una charla se llenen los auditorios y, en cambio, cuando un experto de verdad habla de educación, sean muy pocos los docentes que acuden a verlo? ¿Qué es lo que está fallando en la concepción, de un nutrido grupo de docentes, acerca de la educación y la aceptación o participación en que se convierta en un espectáculo? Es que hay hasta docentes que defienden, sin ningún rubor, que para qué se tiene que memorizar si todo esta en Google. No lo digo yo. Tan solo hace falta que os paséis por las redes sociales o, simplemente, leáis el contenido de algunos cursos de formación.

A mí me preocupa que algo que hasta hace unos años a nadie se le pasaba por la cabeza, ahora sea el mainstream educativo. No entiendo que seamos cada vez menos los que nos cuestionamos el DUA, el uso indiscriminado y sin control de la tecnología en el aula o, simplemente, esas pirámides o viñetas manipuladoras que dicen que un pez no puede subir a un árbol y que, por tanto, hay alumnos que no deben o pueden aprender ciertas cosas. Es que hay incluso docentes que defienden abiertamente la necesidad de no dar importancia a los errores ortográficos o, simplemente, la necesidad de abolir las lecturas obligatorias. Incluso se habla de que lo importante, más que el aprendizaje del alumno, sea la felicidad del mismo. Ya no entro en aquellos que se consideran imbuidos por un halo divino que les hace sentirse, dentro de su divinidad, imprescindibles y cuestionan a los compañeros que disfrutan de su vida personal porque ellos no lo hacen. Hay quienes dedican sábados, domingos y fiestas de guardar a algo que han convertido en su vocación y que, curiosamente, creen que todo el mundo, más que profesional, debería ser vocacional. No se trata de una falsa disyuntiva. Es que creen que la vocación va antes que la profesionalidad.

Si no hubiera docentes que acudieran en masa no se ofrecería la formación de dudosa calidad que se está ofreciendo por parte de las administraciones educativas. Si los que dicen barbaridades pedagógicas no fueran aplaudidos por un grupo, como he dicho antes cada vez más numeroso, de docentes, no se llegarían a producir determinadas aberraciones en los redactados legislativos que afectan a la educación. Si no hubiera quienes señalan y cuestionan a los que intentan poner un poco de sentido común ante lo que está pasando, mediante capturas descontextualizadas o, simplemente, por el hecho de pensar, en ocasiones, igual que ciertas personas que no son afines ideológicamente a ellos, quizás habría más libertad para que los docentes críticos con el discurso más mediatizado pudieran imponerse. Seguimos siendo mayoría los que creemos en un modelo de educación que permita que el alumnado aprenda más que sus padres y viva mejor que ellos. Algunos no creen en el ascensor social y dicen que todo está definido según en la familia que naces. Otros creemos en que, aunque el ascensor social esté dando muchos fallos, todavía existe alguien que consigue subir a él a pesar del determinismo que algunos dicen que hay. Por cierto, ¿en qué es inclusivo decir que no existe un ascensor social y la posibilidad de que el alumnado, con independencia de su origen, pueda subir en el mismo? Inclusión y determinismo económico no cuadran mucho. Pero bueno, hay quienes son capaces de cuestionar las tarimas solo porque Hitler, Stalin, Castro o Mao se subieron alguna vez a alguna. O la lectura, el hacer deporte o el simple hecho de comer, porque ellos leían o hacían deporte.

En un contexto donde cada vez lo más mediático y lo menos profundo se acata acríticamente con mayor facilidad, toca dar una vuelta al mismo desde las aulas. Desde las aulas y desde fuera de ellas. No podemos permitir que se queden con el futuro de nuestros hijos. No podemos permitir que se queden con nuestro futuro. Toca resistir. Toca luchar, en un combate desigual, contra todos aquellos que están haciendo un relato falso y acudiendo a un discurso facilón para hundir una educación que, por desgracia, cada vez tiene menos signos vitales. Y no. No se trata de ir dando bandazos y acudir a lo opuesto. Se trata de saber qué funciona en las aulas, ser más crítico con lo que nos están vendiendo y pensar en nuestro alumnado. Tan sencillo y complicado como lo anterior.

Sé a qué es debido el triunfo de determinados discursos y prácticas educativas. Vosotros, seguramente, también. Y pensad que, al final, lo que sucede en las aulas viene marcado por lo que se hace el día a día en ellas. Al igual que la formación que se ofrece a los docentes. Todo depende de la oferta y de la demanda. Y si los docentes piden “mierda” se les va a ofrecer “mierda” porque la formación del profesorado también se rige por cuestiones, como he dicho antes, de oferta y demanda. Si nadie pidiera inteligencias múltiples o mindfulness, no habría oferta de inteligencias múltiples y mindfulness. Así de simple.

Finalmente me gustaría deciros una cosa a los que pensáis que hay interés en cargarse la educación por parte de determinados “poderes”. Esos “poderes” y los que están sentados en esas sillas quieren tener a los mejores médicos que les atiendan, los mejores arquitectos que hagan los planos de sus casas, los mejores cocineros en esos restaurantes a los que van, los mejores fontaneros y electricistas que arreglen sus problemas, el mejor mecánico que arregle su coche,… y así podría seguir. Así pues, lo que hemos de procurar es que, en todos los centros educativos, sea cual sea la titularidad (porque tampoco va de titularidad, ya que hay privados -y no pocos- que están comprando determinadas barbaridades pedagógicas), el alumnado que salga de los mismos esté lo mejor preparado posible para tener las mejores oportunidades futuras. Y que, de paso, cuando se incorpore al “mundo adulto”, mejore la sociedad en su conjunto. Es que, aunque no sea políticamente correcto decirlo, a mí me importa igual Juan, hijo de profesores, que Ana, hija de un gran empresario o Abdel o Irina que, por desgracia, tuvieron que irse de su país. Quiero lo mejor para todos ellos. Soy así de raro. Eso sí, también tengo claro que Juan y Ana van a poder, en caso de hacerse barbaridades en los centros educativos que estudian, tener apoyo extra. Algo que no va a pasar con Abdel e Irina. Por eso hay cosas, normalmente experimentos refutados ampliamente por las evidencias o determinados brindis al sol, que no deberíamos permitir que se hicieran en las aulas de nuestro país. Algo que no implica, para aquellos interesados en manipular lo que digo, volver a la EGB. Implica coger lo bueno de antes y de ahora, acudiendo a lo que nos dice la experiencia y las investigaciones, y hacer un mix de éxito.

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