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Un artículo dominical bastante cargado

Esta mañana, después de otra noche de insomnio de las que ya me he descontado en cuanto al número de ocasiones que han sido, mientras estaba leyendo el séptimo libro de Harry Dresden, he pensado en varias cosas (sí, a veces mi mente se va de lo que tiene que hacer -leer- a pensar en lo que le da la gana). Algunas de ellas son personales y otras quiero compartirlas con vosotros. Además, también he hecho algunos cambios en el blog, en el modelo de donaciones y he liberado, para la descarga gratuita, el libro con los artículos escritos en este blog el año pasado. Ese tocho de ochocientas y pico páginas que me costó demasiado maquetar.

Pero vayamos por partes. Que se me acumula el trabajo y no quiero pecar de más incoherente de lo habitual.

Voy a empezar por el artículo de ayer acerca de la manipulación que hacen algunos de las investigaciones educativas y la falta de ganas de debatir cuando te pillan con el carrito del helado. O, simplemente, la falta de ganas de debatir. Va, os pongo en contexto para los que no os hayáis leído lo que escribí ayer (enlace). Ayer escribí acerca de unos estudios que compartía alguien en X para justificar que la repetición era una mala medida. Y, después de leerlos, vi la trampa que existía en esa afirmación. Una trampa muy burda en la que nos quería hacer caer la que difundió esos estudios porque, curiosamente, ni la toma de muestras fue correcta y, por “casualidad” se había dejado de decir que esos estudios tampoco hablan de que la promoción automática mejore los resultados o el estado anímico del alumnado.

Lo sé, también podría haber cuestionado el argumento de decir que somos uno de los países que más repiten de la Unión Europea, explicando cómo funciona por ejemplo el sistema educativo alemán, con segregación a partir de los once años. O de los sistemas modulares que usan en otros países, mediante los cuales hacen grupos de nivel en diferentes materias, haciendo que la agrupación que tenemos en nuestro país no tenga nada que ver con la que hacen en esos países. Pero bueno, siempre es más interesante poner la ideología frente a los datos, las evidencias o lo que realmente sucede.

Esta es solo la mitad de la primera parte del artículo porque, ¿sabéis qué pasó a los pocos minutos de haber publicado el artículo de ayer? Pues bien, estoy acostumbrado a enviar un mensaje directo, cuando cojo mensajes de alguien en una red social, para comentarles que los he usado y he insertado en un artículo de este blog. Lo hago siempre y cuando tengan los mensajes directos abiertos (en el caso de X). Entonces, voy a mirar si la persona que ha publicado ese hilo en X los tiene abiertos para podérselo comentar y me encuentro con lo siguiente. Repito, a los pocos minutos de haberlo publicado.

Fuente: Twitter

A ver, que no pasa nada por que alguien me bloquee (además todo el mundo tiene derecho a hacerlo). Tengo a unos cuantos que, cuando he intentado argumentar en contra de sus ideas, se han puesto inmediatamente a la defensiva procediendo a hacer lo mismo. Eso sí, imaginaos qué calidad tienen algunos en el debate cuando, después de haber escrito un artículo refutando lo que dicen, se ponen tan nerviosos como para bloquearme y son incapaces de debatir en abierto.

Relacionado con lo anterior, me ofrezco a cualquiera, para debatir sobre las cosas que escribo, dónde, cómo y cuándo queráis. Eso sí, solo tengo una petición: que sea con luz y taquígrafos, de tal manera que toda la conversación pueda ser pública. Por tanto, si alguien quiere debatir conmigo, más allá de lo chusco que supone bloquear a quien no piensa como uno (y que, en este caso, no he insultado para nada a esa persona) estoy totalmente dispuesto a ello. Incluso podéis ser varios a la vez al otro lado y podéis tener internet a mano para consultar todas vuestras respuestas en Google o preguntándoselo a la inteligencia artificial. No me importa. Mientras que lo hagamos en abierto, poned fecha y hora para cuadrarlo.

Va, ya me he pulido la primera parte del artículo. La segunda, que incluye varios subapartados, la voy a empezar diciendo a todos aquellos que me criticáis por haber puesto anuncios “para hacerme millonario” que, como ya he dicho en más de una ocasión, en mi casa hago lo que me da la gana. Y esto de millonario como saben los que me conocen se demuestra con mi nueva adquisición de un Lamborghini y mi tercer yate, sin contar mis cuatro bloques de viviendas que tengo en Andorra a nombre de mi maravilloso pez “chupamierda” (sí, se le llama así) que he bautizado como “mierdín”. En este caso, lo del pez y su nombre no es coña.

Relacionado con lo anterior, hay dos novedades. La primera es que ya os podéis descargar el último libro, en versión digital, con todos los artículos del 2023 desde cero euros. Antes estaba a cinco pero, sabéis qué, poned el precio que vosotros queráis o cogedlo by the face. Lo podéis pillar, o bien desde el enlace de abajo, antes del enlace que os indica la posibilidad de suscribiros a mi canal de WhatsApp donde publico todos los artículos, o bien desde aquí. Más de una vez le he dado vueltas a poner el blog bajo suscripción y no lo he hecho. No porque no me iría bien la pasta para invitar un poco más a comer fuera a mi mujer o comprarme algunos caprichos que no me compro. Simplemente porque no me apetece.

La segunda novedad es que he puesto en la parte superior del blog un botón, que espero que no os sea muy molesto para leer lo que escribo (si lo es, decídmelo), en el que pone “buy me a coffee” y que os lleva a una página para donar si os gusta lo que escribo. O, simplemente, si os apetece reducir vuestro gasto en chuches o gin-tonics teniendo menos dinero disponible para ello porque habéis donado. Lo sé. Las chuches y los gin-tonics están a otro nivel, pero bueno… lo hago por vuestra salud.

Como corolario al artículo de hoy voy a comentaros que voy a seguir escribiendo por aquí y centrándome en ofreceros, más allá de artículos como este, bibliografía, investigaciones o, simplemente, propuestas u opiniones acerca de algo que es de lo poco que sé alguna cosa: de educación. Bueno, de eso y de meter la cuchara en la paella dominical. O en esos arroces con cosas que, he de reconocer, que tampoco me parecen, salvo que lleven chorizo, nada desdeñables. Eso sí, a pesar de hacerse con paella (el recipiente) son arroces con cosas. A ver si empiezan a llamarse por su nombre y a no llamar, como sucede en el ámbito educativo, experto a eso que solo tiene, con suerte, arroz.

Un abrazo y, de nuevo, gracias por pasaros por aquí. Al final me ha salido un truño de artículo pero qué le vamos a hacer. Es domingo, he dormido mal y, por desgracia hoy, a pesar de ser domingo, no tengo paella.

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