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¿Y si el comportamiento en X estuviera dirigido o manipulado por los algoritmos?

Desde que he dejado de ser usuario activo en X he notado, tanto a nivel anímico como en mis capacidades cognitivas, una mejora sustancial. Ya no es solo la falta de dependencia de su uso. Es ver cómo el intercambio de mensajes en Esa Red, reducido a cero desde septiembre, me ha hecho disfrutar mucho más del uso “como mirón” de la misma. Y me ha servido, curiosamente, para sacarle mucho más provecho. Algo que, quizás, no sea debido solo a los algoritmos que se encuentran tras X. Quizás también sea debido a otros parámetros, pero…

Cierro el párrafo anterior con un pero porque ha llegado a mis manos la reciente investigación, titulada “Twitter (X) use predicts substantial changes in well-being, polarization, sense of belonging, and outrage” (enlace) en la que se habla de la influencia de X en determinados aspectos. Y cómo dicha influencia se traslada a una reducción del bienestar y a un aumento, tanto de la ansiedad como de la rabia, incluyendo una mayor polarización y sentimiento de pertenencia.

Fuente: https://www.nature.com/articles/s44271-024-00062-z

Además, dicha investigación coincide plenamente con lo que estoy observando en X. No por ello, como he dicho en más de una ocasión, debe darse dicha investigación como válida y deben buscarse otras investigaciones que permitan, o bien sustentar la teoría que subyace de esta o, simplemente, refutarla. Aunque, siendo sinceros, ¿vosotros, especialmente los que usáis activamente X o lo miráis de soslayo como es mi caso, veis un aumento en la rabia, la polarización y el establecimiento de sectas en el ámbito educativo? Bueno, más que en el ámbito educativo, en el X educativo que, como bien deberíamos tener claro, nada tiene que ver con lo que sucede en las aulas y solo sirve, en los últimos tiempos, para que cuatro trepas intenten hacer daño a quienes no piensan como ellos, escondiendo las interacciones interesantes porque, curiosamente, el algoritmo de X hace que las “barbaridades” que se dicen ahí y los ataques personales se llenen de visitas, me gustas y reposteos (antiguamente, retuits).

Insisto en lo que dice el estudio porque es muy importante. Además, también es importante porque ha estudiado también a aquellos que, sin intervenir directamente, nos paseamos a mirar qué se dice en X.

Fuente: https://www.nature.com/articles/s44271-024-00062-z

Ya veis que tan solo pasar por el timeline de X e ir pasando los diferentes posts (antiguos tuits) en X ya hace que disminuya nuestra sensación de bienestar. Responder, visitar los perfiles de los usuarios o ver los trending topics, también hace que el algoritmo haga de las suyas y se aumente el sentido de pertenencia (especialmente en el caso de responder a algún mensaje en esa red, tanto en positivo como en negativo). Es lo que sucede cada cierto tiempo con posts educativos que se viralizan. Bueno, que los algoritmos hace que se viralicen. No nos caigamos del guindo y pensemos que nosotros, simples usuarios, tenemos ningún poder para hacer que algo se viralice más o menos. Es la programación del algoritmo de la red social. Y cada red social tiene el suyo y sus intereses.

Lo del uso de las Redes Sociales y su adicción es algo que deberíamos analizar a fondo. Quizás la palabra más adecuada sería su capacidad de atracción e imposibilidad de despegarse de su uso porque cada vez nos da un contenido más perfilado a nuestros gustos o, simplemente a los gustos que deberíamos tener. Imaginaos si siendo adultos, supuestamente formados y con bastante experiencia vital la mayoría, nos enganchamos y sacamos nuestra peor versión en X, fomentando el ataque personal, participando en él, creándonos cuentas falsas para poder ser todavía peores y viendo las cosas, de forma totalmente sesgada, según opiniones cada vez más sectarias, qué pasa con los menores que acceden a esas redes sociales. ¿Pensáis que tienen más herramientas de gestión en su uso de las que tenemos nosotros? Pues va a ser que el daño que nos estamos haciendo (ved solo los intercambios entre algunos docentes de los últimos años) se multiplica por mil en ese colectivo. O por mucho más de mil.

En X no interesa el debate. No interesa el aprendizaje. Interesa la viralización de ciertas cosas, el sacar los instintos más básicos de sus usuarios, el engancharlos en esa espiral de ataques y frustraciones varias y, aunque no os lo creáis, en intentar manipular a los usuarios para que piensen de una determinada manera porque los grises, tan habituales fuera de X, no tienen cabida ahí.

Por mucho que crea alguien que controla X, el problema es que X le controla. Su opinión y la de los suyos, cada vez más polarizados, a lo mejor tampoco es la correcta (aunque no va a reconocerlo nunca). Y sí, también me pasaba a mí y, seguramente si volviera, volvería a quedarme enganchado en un “no pensar” dirigido por unos algoritmos que, seguramente, volverían a incrementar mi ira, me harían muy sectario y participaría en la caza a aquellos que no piensan como yo.

Finalmente deciros que, aunque no sea usuario activo, sí que veo qué se dice en esa red. También leo lo que dicen esos perfiles tóxicos que, curiosamente, siempre van diciendo que los tóxicos son todos los demás. Es como aquel que circula en contra dirección en una autopista, ve venir un montón de coches y dice… ¡mirad qué tontos, van en sentido contrario! ¿A qué viene esta última reflexión? A que siendo usuario pasivo también me veo influido, de forma negativa, por su uso. Menos que siendo usuario activo pero también manipulado por lo que leo y lo que los algoritmos me hacen leer.

Voy a compartir el artículo. Sí, también en X. En X, en Facebook y en Telegram. Cada uno con sus algoritmos, menos tóxicos que los de X, pero con interés, especialmente en Facebook (y ya no entro en las redes sociales más visuales) para conseguir enganchar a la audiencia con horas de uso ofreciéndole muchos contenidos que no obligan a pensar. Las redes sociales son el soma del siglo XXI. No pasa nada por reconocerlo.

Bibliografía

Oldemburgo de Mello, V., Cheung, F. & Inzlicht, M. Twitter (X) use predicts substantial changes in well-being, polarization, sense of belonging, and outrage. Commun Psychol 2, 15 (2024). https://doi.org/10.1038/s44271-024-00062-z

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