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Hoy he dado mi peor versión

Acabo de llegar a casa después de casi tres horas en la ITV. Y sí, hoy, tal y como se indica en el título de este post, acabo de dar mi peor versión. Una versión que, además, hacía muchísimo tiempo que no daba y que pensaba que, por suerte, se había interiorizado para no salir nunca más. Pero bueno, dejadme que lo comparta con vosotros. Me apetece. No para fustigarme ni para un exhibicionismo mal entendido. Simplemente porque, al igual que aquí hablo sobre educación, no deja de ser también mi bitácora personal.

Esta mañana me han salido las cosas bastante bien. Algunos detalles que tengo que perfilar mañana, con ayuda de personas que, seguramente, lo verán más claro que yo y tendrán mejores ideas pero, sinceramente, Estoy bastante contento de lo que he hecho esta mañana. El problema es que, como los que me conocen bien ya saben, siempre desprecio mucho el trabajo que hago y me cuesta creer que estoy haciendo las cosas bien. Pero bueno, esto a estas alturas de la película ya es difícil que cambie. Ese también es uno de los motivos por los que no me prodigo en charlas ni me apetece colaborar abiertamente con terceros. Es, simplemente, vergüenza y muy poco creer en lo que hago.

Después de una mañana intensa, que hoy, por culpa del insomnio, ha empezado a las cinco de la mañana, he conseguido convencer a mi mujer para irnos a comer solos. Algo que ya os digo que es harto difícil. No os esperéis ningún menú degustación. Doce euros por cabeza en un chino de mi pueblo. Sí, un pueblo de decenas de miles de habitantes.

Y, después de dejarla en casa, tocaba pasar la ITV. Odio hacer burocracia así que imaginaos lo que odio tener que pasar por determinados trámites. Prefiero que me hagan una colonoscopia que pasar por la ITV. Bueno, no. Pero para que os hagáis una idea de lo poco que me gusta.

Nada. Llego. Me espero en la cola unos veinte minutos y procedo a pasar la ITV. Un chaval majísimo me atiende y al salir me dice que no paso la ITV porque tengo una luz fundida y eso es una falta muy grave. Que el vehículo no puede circular así y que, hasta que la cambie, no puedo salir de ahí. Me enfado. Digo que cómo puede ser que no me dejen circular hasta el taller. Después me explica que lo que puedo hacer es cambiar la Bombilla yo allí o, en caso de llevar el coche a un taller, me cobrarían otra vez por volver a pasar la ITV. Sí, incluso que vuelva el mismo día.

Le digo que no tengo bombillas de recambio y me dice que si quiero vaya a buscar una bombilla de recambio andando y vuelva. La ITV está en el quinto pinto aunque, por suerte, hay talleres no muy lejos. Lo que pasa es que tengo que cruzar una mediana con dos carriles por banda donde hay mucho tráfico y, aunque el chaval me diga que puedo hacerlo, ya estoy muy mayor. Y ahí es donde se me cruzan los cables.

Digo que dejo ahí el coche. Me enfurruño. Suelto algún exabrupto por lo bajini (sin chillar, pero de forma consistente). El chaval intenta aplacarme. Sé que cuando me pongo así lo mejor que puede hacer el personal es alejarse de mí. Me voy cabreado y ando hasta un taller a comprar una bombilla. Después de andar rato me encuentro que no sé el modelo de bombilla y ni tan solo las especificaciones. Lo sé, en un taller lo deberían saber pero es que hay muchos modelos de mi coche. Y no todos con la misma bombilla. Cojo una, voy de nuevo a la ITV, llego sudado, me pongo a trastear con la bombilla, me resbalan las manos y… me doy cuenta de que no es la bombilla que va bien. Además mis manos temblaban de tal forma que hacían imposible que pudiera cambiarla.

Además estoy enfermo y no me conviene cansarme mucho andando. Sé que lo pagaré pero, al final, el trastorno mental de ese momento hacía que no me doliera nada (ahora, mientras estoy escribiendo esto, sé que lo voy a pagar). Nada. Cojo. Noto como la vena de mi cuello alcanza proporciones bíblicas. Me voy a ver a los administrativos. Les tiro la llave de mi coche y digo que se la queden. Dicen que no se la quieren quedar. A la mierda. Me voy.

Ando sin rumbo. Me acerco al puerto y hablo con el guardia civil que está ahí. Me dice que no sabe si se puede tener en depósito o no el coche ahí. Hablo con mi mujer. Me dice que no me cabree. Que haga una queja por el doble cobro pero que, por favor, me tranquilice. No puedo. Es superior a mis fuerzas. Pienso, reflexiono y me tranquilizo un poco después de hablar con varias personas.

Vuelvo a la ITV. Otra caminata más (¡mañana lo pago!). Llego ahí. Recojo la llave. Pido una hoja de reclamaciones. Me tratan fantásticamente bien. He de felicitar el comportamiento y la profesionalidad de los trabajadores de la ITV. El jefe de línea habla conmigo. El chaval también. Me empiezo a tranquilizar.

Cojo el coche. Compro una bombilla en un taller cercano. La cambio ahí. Ya me tiemblan menos las manos. Vuelvo a la ITV. No hacen que me espere y me dejan colar. La paso. El primer chaval dice que si quiero un café. Le explico que no era culpa suya y que me había comportado como un becerro. Le pido disculpas. Pido disculpas al jefe de línea. Dice que lo entiende. Que es lógico que cuando se descuadran cosas la paguemos con ellos. La verdad es que se han portado mejor imposible.

Ahora ya estoy en casa con la ITV pasada. Ya más tranquilo pero me está empezando a doler todo. Voy a tumbarme. Y sí, soy el culpable de haberlo hecho todo mal. Eso sí, la hoja de reclamaciones contra el servicio, agradeciendo el trato a los trabajadores, ya está realizada.

Muchas gracias si alguno de vosotros alguna vez me acaba leyendo. Gracias y perdón. Las cosas así nunca se solucionan y os prometo que hacía mucho tiempo que no me encontraba así. Supongo que se han juntado muchas cosas. El no acabar de encontrarme del todo bien y la situación. Pero no hay excusas y no debo buscarlas.

Disculpad el post. Es convertir en transparente algo de lo que no me siento orgulloso… mi incapacidad, en ocasiones (muy pocas en los últimos tiempos) de perder los papeles y sacar mi peor versión.

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