Entiendo que algunos debáis de buscar en un artículo publicado hace nada en un blog, titulado “Mobile phone bans in schools: Impact on achievement” (enlace), una justificación para seguir defendiendo el uso de los móviles en las aulas. Entiendo que haya correlaciones que os gusten más que otras e, incluso, que seáis capaces de afirmar, sin ningún tapujo ni vergüenza, que el problema de los móviles es que los docentes no se adaptan a nuevas metodologías o no saben coexistir con ellos. Es la excusa perfecta. Ya os conocemos desde hace mucho. El problema es que, como siempre sucede, habrá algunos que os creerán porque, o bien os consideran alguien relevante o, simplemente, tienen en la cabeza, aunque se desmonte a poco que alguien dé clase, que los móviles es algo imprescindible en las aulas del siglo XXI.

El problema es que esto no funciona así. Tenemos muchísimos estudios (a diferencia de un artículo en un blog que dice lo que queréis oír) que indican que la prohibición de los móviles mejoran el aprendizaje y el ambiente en las aulas, se reduce la ansiedad del Alumnado y también los problemas de disciplina.

Entre esos estudios está el de Beland y Murphy (2016) que comprobaron que, cuando en docenas de institutos (hago el equivalente de etapa a nuestro país) prohibieron los teléfonos móviles, se obtuvieron mejores puntuaciones en las pruebas académicas. No solo eso. Lo más importante es que esa mejora de resultados se dio especialmente en el alumnado más vulnerable y con peores resultados iniciales.

Mira por dónde. Resulta que prohibir los móviles también mejora la salud física del alumnado. En este Caso lo dice una investigación danesa, llevada a cabo por Pawloski et al. en 2021 en la que se prohibieron los móviles en la hora del patio durante cuatro semanas y, curiosamente, se demostró que el alumnado entre 10 y 14 años mejoraba, tanto la frecuencia como la intensidad de la actividad física realizada. Lo sé. Otra casualidad más que nada tiene que ver con los beneficios de prohibir los maravillosos móviles.

Ojo. Que hay más. También tenemos estudios (en este caso de hace unos diez años) que relacionan una reducción de las calificaciones y niveles más altos de ansiedad en el alumnado universitario, en el caso de uso de dispositivos móviles en el aula, tanto para la consulta en internet, como para simplemente mensajearse con sus compañeros. A lo mejor también tenéis manía a que los autores de este estudio se llamen Lepp, Barkley o Karpinski. Seguro que alguna pega le encontráis. Pero es que ya tenéis tres estudios a los que encontrar pegas. Va, que sí se puede.

Es que incluso preguntando al alumnado, después de realizar esa prohibición de los móviles, la mayor parte del mismo ve beneficios en su aprendizaje (enlace). O, yendo a otra realidad, resulta que la apatía, en caso de dejar los móviles antes de entrar en clase, desaparece (enlace). Entiendo que a algunos no os gusten estas realidades porque no coinciden con las vuestras. Bueno, con aquellas realidades que decís que existen pero que, curiosamente, jamás se han demostrado. Lo de las dimensiones paralelas es algo para analizar. A ver si lo de la serie Dimensión Desconocida estaba basada en las afirmaciones de algunos de esos gurús que pululan por las redes sociales.

Además, hay estudios suficientemente válidos (Santos et al., 2023) que indican que el uso de pantallas deteriora la salud mental de los adolescentes. Por tanto, ¿qué deberíamos hacer en la escuela? ¿Aumentar el número de horas de pantallización o, simplemente, reducirlas al mínimo? Pues dependerá del interés que tengamos en el alumnado. O en las ganas de priorizar nuestra visión tecnocentrista frente a la salud mental de nuestro alumnado.

Si queréis y todavía no os habéis hartado de argumentos, voy a usar el mismo argumento de los que defienden la validez del artículo del blog inicial. Voy a enlazaros un artículo en el que se intuye que los móviles, según PISA, aumentan la soledad del alumnado y su aislamiento social (enlace). En este caso se trataría de algo muy parecido a lo anterior. ¿Seguro? Pues va a ser que no. En este caso hay investigaciones que lo ratifican, como es el caso de la realizada por Baerg y Aitken en 2021 (enlace).

La verdad es que podría daros decenas de ejemplos más que dicen que la prohibición de los móviles en los centros educativos (y reducir su uso fuera de ellos) benefician al alumnado, tanto a nivel de resultados como a nivel emocional. Pero bueno, ahora todo dependerá de que queráis creer el discurso de los que os venden sus bondades, buscando entre cubos de basura, alguien que diga lo que ellos quieren que diga o, simplemente, creer en lo que dicen las investigaciones y las evidencias.

Yo ya no puedo hacer más para mostraros ciertas cosas.

Bibliografía

Baerg, K. y Aitken, J. (2021). Loneliness unlocked: Associations with smartphone use and personality. Acta Psychologica, vol. 221, https://doi.org/10.1016/j.actpsy.2021.103454.

Beland, L-P y Murphy, R. (2016). III Comunication: Technology, distraction and student performance. Labour Economics, vol. 41, págs. 61-76. https://doi.org/10.1016/j.labeco.2016.04.004.

Lepp, A., Barkley, J.E. y Karpinski, A.C. (2014). The relationship between cell phone use, academic performance, anxiety, and Satisfaction with Life in college students. Computers in Human Behavior, vol. 31, págs. 343-350, https://doi.org/10.1016/j.chb.2013.10.049.

Pawlowski CS, Nielsen JV, Schmidt T. A Ban on Smartphone Usage during Recess Increased Children’s Physical Activity. Int J Environ Res Public Health. 2021 Feb 16;18(4):1907. doi: 10.3390/ijerph18041907.

Santos, R.M.S., Mendes, C.G., Sen Bressani, G. et al. (2023). The associations between screen time and mental health in adolescents: a systematic review. BMC Psychol 11, 127. https://doi.org/10.1186/s40359-023-01166-7.

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