Antes de ponerme a seguir maquetando una web que tengo pendiente y que, por lo que implica su creación/actualización, me apetece dejar niquelada, me gustaría compartir con vosotros una cosa que leí en el día de ayer. Algo que, por su importancia, creo que es algo, aunque ya intuido, permite confirmarse con este análisis sistemático de varios metaanálisis: la reducción de la Mortalidad con unos mayores aprendizajes (que no solo años de escolarización).

Se trata de la investigación titulada “Effects of education on adult mortality: a global systematic review and meta-analysis“, publicada en The Lancet y a la que podéis acceder, a su versión en pdf, desde aquí.

Por cierto, para redactar esta investigación se han revisado 17.038 resúmenes y, después de leerlos, se han quedado con la inclusión de 603 estudios, tal como indican a continuación. Un número que ya os digo yo, que a efectos de validación de los resultados del artículo/investigación, es brutal.

Como siempre os digo, mejor que leáis toda la investigación por vosotros mismos. En caso de ir justos con el inglés, podéis usar alguna de esas herramientas que se os ofrecen para realizar una traducción y que, cada vez, son mejores en cuanto a las traducciones que os arrojan. Pero, aunque os recomiende que os la leáis, voy a deciros qué conclusiones se sacan de todo este estudio y análisis de diferentes investigaciones.

1. Un adulto con 12 años de escolarización tiene un 24-25% menor riesgo de mortalidad en comparación con un adulto sin escolarización, con una reducción media del riesgo de mortalidad del 1-9% por año de escolarización.
2. El efecto protector de la educación superior sobre la mortalidad es significativo, con independencia de la edad, el sexo, el periodo, la cohorte de nacimiento y el nivel del índice socioeconómico, y no se atenúa a mayor nivel educativo. Por tanto, aquí se comprueba que, mejores aprendizajes en etapas obligatorias, hace que continuar estudiando (algo que hacen los que han aprendido más o han aprovechado esas etapas educativas) reduzca la mortalidad futura de ese alumnado.
3. 18 años de educación, en comparación con la ausencia de educación, es similar a la reducción del riesgo de cardiopatía isquémica asociada al consumo óptimo de verduras en comparación con la ausencia de consumo.
4. Hacer deporte no compensa, a nivel de tasa de mortalidad, el no haber estudiado. Las tasas de mortalidad de un adulto, con 18 años de educación, que no hace ejercicio saludable, es similar a la tasa de mortalidad de un adulto, con pocos estudios, que sí hace ejercicio saludable. Al igual que sucede con tener la misma tasa de mortalidad un adulto educado que no fume 5 paquetes de tabaco al año, que uno sin estudios, que no fume. No estoy diciendo que sea bueno no hacer ejercicio ni que lo sea fumar. Estoy hablando de los datos que nos arroja el estudio.
5. Un menor nivel educativo está correlacionado con tasas más elevadas de mortalidad por enfermedades cardiovasculares y cáncer.
6. Las personas con un mayor nivel educativo tienden a desarrollar un conjunto más amplio de recursos sociales y psicológicos que determinan la salud y la duración de su vida.
7. A medida que una persona llega a una edad más avanzada, la predisposición genética, los hábitos cotidianos, la dieta u otros factores socioeconómicos predictivos de la mortalidad parecen tener una mayor influencia en el riesgo de mortalidad que su nivel de estudios. Sin embargo, esas desigualdades en la mortalidad, persisten a lo largo de toda la vida.
8. En los países en los que se escolarizan menos niñas y llegan menos a etapas de educación superior, la tasa de mortalidad de las mujeres adultas es mayor que lo que debería ser por las diferencias que, a nivel global, se muestran como estándares.
9. Hay escasez de estudios procedentes del África subsahariana y septentrional y, por ello, los resultados analizados no permiten realizar tantas inferencias acerca de los mismos como los de Europa, Asia, Oceanía o América.
10. Aumentando los años de escolarización a nivel mundial, podemos ayudar a contrarrestar las crecientes disparidades en la mortalidad entre países.

Ya veis que se confirma lo que muchos ya sabíamos: a mayor tasa de escolarización y mejores aprendizajes (ya que en enseñanzas superiores, la reducción de mortalidad sigue siendo continua), podemos tener una sociedad más sana. Y tener una sociedad más sana y educada implica poder tener una sociedad más justa, una mejor redistribución de recursos y una menor presión social. Todo está relacionado. Y por ello debemos, como digo siempre, apostar por todo aquello que permita no solo solucionar los problemas. Especialmente debemos apostar por aquello que, en un futuro, nos los reduzcan. No sé si me he explicado.

Disfrutad del sábado. Yo vuelvo a lo de la web, después de acabar de tomarme el café (que ya se me ha enfriado mientras estaba escribiendo esto) sin el cual no arranco. Y recordad que, para cualquier cosa (especialmente si queréis invitarme a algo gastronómico) ya sabéis dónde estoy y cómo podéis poneros en contacto conmigo.

Bibliografía

Balaj, Mirza et al. (2024). Effects of education on adult mortality: a global systematic review and meta-analysis. The Lancet Public Health. https://doi.org/10.1016/S2468-2667(23)00306-7

Mis libros/Donar

Os recuerdo que tenéis la posibilidad descargaros mis libros en formato digital, a partir de cero euros, desde el botón de arriba. Y que, tanto donando en los tres libros que llevo escritos una cantidad, como haciéndoos con el ebook recopilatorio de los artículos publicados de 2023 (en este caso no es posible la descarga gratuita), ayudáis a mantener este blog y otros proyectos que, seguramente, perpetraré este año.

También os informo que tenéis un canal de WhatsApp (aquí), en el cual no compartís ningún dato personal (no, no se comparte vuestro número teléfono, ni tampoco vais a ver el mío), en el que podéis recibir todos los artículos que estoy publicando.