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Sordos, oíd; ciegos, mirad y ved

Hoy me apetece usar una cita bíblica, en este caso de Isaías, para usarla como título para el post. Lo hago por varios motivos. En primer lugar porque está muy relacionada con lo que voy a hablaros en las siguientes líneas. Y, en segundo lugar porque, aunque podamos ser muy críticos con la religión (o con ciertas cosas que suceden bajo su amparo), jamás debemos de perder la perspectiva de lo que hemos conseguido, a nivel cultural y educativo, gracias a su existencia o a los hechos que se han llevado a cabo desde ese poder que antaño tuvo y sigue manteniendo.

Aclaro una cuestión antes de que alguien interprete lo que no estoy diciendo. No es un alegato a favor de la religión y, mucho menos a favor de la existencia de religión/doctrina en las aulas. Es un alegato a favor de la necesidad de aislar quién hace qué frene a lo que se ha hecho. Y ello tiene sus implicaciones en el discurso educativo actual donde, como todos sabéis, si abrís los ojos, aisláis vuestra ideología y miráis qué sucede y oís qué se esta diciendo, tiene mucho de perverso y nocivo para la educación. Especialmente para aquella educación que reciben, en los Centros Educativos públicos, los hijos de las familias más vulnerables. Sí, la escuela pública se está desmantelando y, curiosamente, con el apoyo de aquellos que dicen que quieren defenderla, usando falsos discursos inclusivos, vendiendo bálsamos de Fierabrás o, simplemente, jugando a ser buenistas, mediante experimentaciones continuas, con los hijos de los demás.

No, este artículo tampoco es un alegato a favor de los Centros educativos privados. Es simplemente pediros que entendáis que la existencia de esos centros educativos y la cada vez mayor demanda de los mismos, especialmente en los de cuotas más asequibles, como los concertados (subvencionados casi en su totalidad con dinero público), hacen que muchas familias huyan de la pública. Huyen por el ambiente de aula. Huyen por los experimentos pedagógicos y esa doctrina de “no hace falta hacer nada y estamos aquí para que el alumno sea feliz ante todo”. Huyen porque están hartos de que sus hijos, en el aula, no puedan dar clase porque hay alumnado disruptivo que, un día sí y al otro también, coartan todas las posibilidades de que se dé clase. Es algo que se ve a solo que se abran los ojos. Eso sí, siempre hay quienes, normalmente promocionados por determinados medios de comunicación y con unos grupos de presión detrás, que ignoran esa realidad. No solo la ignoran. Culpabilizan a los docentes de no saber tratar con ese alumnado disruptivo. Bueno, tampoco saben ellos y, por eso no dan clase. O si la dan, tienen los mismos problemas que sus compañeros, con la diferencia de que ellos llevan a sus hijos, en caso de tenerlos, a un centro privado.

Por cierto, se incumple más la ley por parte de los equipos directivos de los centros públicos que de los centros privados. Hay más incumplimientos, por ejemplo en Cataluña en la pública, donde se hace la vida imposible a docentes que no sean afines a la directiva y sepan decir sí bwana a todo, que en la privada donde, curiosamente, las leyes y los convenios se cumplen a rajatabla. Un director de la privada sabe qué se juega. Un director de la pública, al igual que la pública en su conjunto, es un lugar donde se incumplen todos los derechos de los trabajadores habidos y por haber. Y se hace por parte de los propios equipos directivos, permitido en muchos casos por la administración. Es que en Cataluña, hasta el marido de la propia Consellera de Educación defiende abiertamente echar a todos los funcionarios, cerrar los centros públicos y dotar de libertad absoluta de contratación y gestión del currículo en esos centros. Lo sé. Casarse con alguien no implica tener que comulgar con su ideología, pero…

Si abrís un medio de comunicación veréis que siempre escriben los mismos sobre educación y que, curiosamente, siempre entrevistan a los mismos. En El País, por ejemplo, veréis una línea editorial muy clara, alineada con el gobierno actual, en el que todo está bien. Además, curiosamente, cambian de opinión al mismo ritmo que lo hace el gobierno. Ayer los móviles eran maravillosos, hoy ya no lo son. ¿Y qué ha cambiado? Pues el discurso de los que mandan.

Hay algunos que, por ejemplo, se dedican a rebuscar quiénes dan me gustas o retuits a lo que estamos publicando en las redes. Si comparte o da me gusta a lo que dices, alguien que milita en un determinado partido político, ya eres X. No importa qué se dice. Importa más quién lo dice. No importa qué se hace. Importa quién lo hace. Algo que, para cualquiera que se quite la venda de los ojos, se ve de forma muy clara. No solo en las redes. Se ve en las conversaciones de las salas de profesores o los bares, cuando hay personas que parece que solo quieran oír lo que les confirme sus ideas. Da igual que las hemerotecas digan otra cosa. Da igual que las investigaciones se empeñen en negar determinados discursos. Les da igual. No quieren ver ni oír. Y eso que, en el caso de los docentes que están en los centros educativos, lo ven cada día.

Hay negacionistas de que el nivel ha bajado. Hay negacionistas de los problemas que generan el uso de los móviles. Hay negacionistas que hablan de que es mejor escribir en ordenador que a mano, a pesar que todas las evidencias digan lo contrario. Hay quiénes defienden el DUA y los principios pseudopedagógicos que le sustentan. Por cierto, ¿sabéis por qué se defiende el DUA por determinados medios de comunicación o se ha incorporado en la LOMLOE? Porque, según me han contado (así que ponedlo en barbecho), la hermana de alguien, parece ser que está metida en el Ministerio. Y ese alguien tiene a su cohorte de amiguetes con los que se reparte los cuartos del chiringuito sobre ese tema que se ha montado. Pero más allá de este caso, que puede ser o no cierto, es solo querer buscar relaciones. Y querer ver y entender que los que estamos en contra de ciertas cosas no lo estamos para perjudicar al alumnado.

Podría seguir con los forofos de la inteligencia artificial que obvian la falta de ética que tiene la herramienta, al piratear el trabajo de otros. De los que están en contra de los libros de texto y fotocopian los mismos libros de texto, o los convierten en un Genially, pasándose la autoría por el forro. Por los que defienden el flipped classroom y están en contra de los deberes (aquí sí que es para reírse, si no fuera tan serio). Seguiría también con el tipo que ha colocado a su pareja en la Universidad y despotrica de las oposiciones docentes como sistema de acceso. Es que solo es querer ver los porqués tras determinadas afirmaciones educativas en las redes y en los medios.

Permitidme acabar con una cosa que, en el día de ayer me hizo mucha gracia… ahora, resulta que una de las propuestas que se ha mediatizado para mejorar la competencia matemática de nuestro alumnado es volver a tener maestros especialistas de esa asignatura en Primaria. ¿Sabéis quiénes defienden ahora lo anterior? Pues sí. Los mismos que defendían los ámbitos en los primeros cursos de la ESO y que el especialista de Matemáticas pudiera impartir, además de Matemáticas, Tecnología y Ciencias. ¿No lo veis muy divertido? Lo es. Muy divertido y te demuestra cómo son determinados personajes. Capaces de variar el discurso según les acomode más a su ego o a la posibilidad de ser mediatizados.

Yo quiero lo mejor para la educación. Quiero la mejor escuela pública que pueda existir. Quiero unas ratios lo suficientemente bajas para poder atender a la diversidad en condiciones y, especialmente, poder atender a ese alumnado más vulnerable. Quiero unos centros educativos con tecnología pero sin pantallas a determinadas edades. Quiero que en las aulas se usen metodologías que, según investigaciones y evidencias, sean las más adecuadas para el alumnado. Quiero que nos alejemos de productos, como Innovamat, que solo sirven para que determinadas personas hagan mucho negocio. No me parece mal el negocio. Me parece mal el negocio que perjudica al alumnado. Y quiero, por favor, ser capaz de ver y oír al margen de mis ideas preconcebidas o de mi ideología. Algo que, al menos para mí, es lo más importante porque, si no soy capaz de ver qué pasa o lo miro con unas gafas que solo muestran lo que quiero ver, tengo un problema. Ya no digamos si no soy capaz de quitarme los cascos, en los que tengo un determinado discurso, para oír otras opiniones. Entonces no vamos a avanzar. Pero es que, ni en educación ni en ningún otro ámbito.

Disculpadme la incoherencia de hoy, pero se me han juntado muchas cosas y mi cabeza, al menos en mi caso, siempre va mucho más rápida de lo que soy capaz de trasladar por escrito en un post. Aclaro… que vaya muy rápida no implica que sea mejor que la de otros. Ni mucho menos.

Un abrazo a todos los que estáis preocupados por la deriva educativa en nuestro país. Sois más y, aunque se os silencie, pensad que sois los que estáis cambiando las cosas, tanto en vuestras aulas, como en vuestras casas, como en las cosas que gestionáis y hacéis. Los otros hacen mucho ruido y se les da mucho espacio en los medios pero, como siempre he dicho, son cuatro gatos con ganas de notoriedad o trinque.

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