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La ética lastra mis decisiones profesionales

Hoy he comentado, en la antigua red del pajarito, reconvertida en una red “incógnita”, la propuesta que me han realizado por correo electrónico para que diera una charla de lo que quisiera. Algo para lo que me pagaban una cantidad de 300 euros y el desplazamiento, ya que se había previsto la realización de la misma un sábado en una capital bien comunicada. Y, de forma muy rápida, sin pensármelo mucho, he respondido al correo agradeciendo que hubieran pensado en mí, pero rechazando la oferta laboral por ética profesional.

A diferencia de los que, muy conocidos en las redes (¡vaya escaparate de mercadotecnia!), aceptan dar charlas de Cualquier Cosa, a mí me interesa que cuenten conmigo para cosas que sé o puedo saber. Podría dar una charla acerca de Inteligencia Artificial aplicada a la educación pero, una cosa es que pudiera darla y otra que tuviera los conocimientos para impartirla en condiciones. Sé que algunas personas van locas para que las llamen para determinadas charlas y proyectos. Yo solo estoy interesado, aunque he de reconocer que el dinero nunca viene mal, en aportar lo que pueda donde me dejen. Cobrando o no. La mayoría de los proyectos en los que colaboro, sin publicitarlo en ningún sitio, son porque me apetece echar una mano. Y eso es algo que me hace sentir bien.

La educación mueve muchísimo dinero. Hay miles y miles de euros que cambian a diario de manos. Hay un gran negocio montado a todos los niveles. Y, en ese negocio, han surgido los “speakers”. Esos todólogos que hoy te pontifican acerca de las inteligencias múltiples, mañana te las critican porque les llaman para que lo hagan y, al día siguiente, se convierten en los grandes expertos en algo tan sui géneris como son las metodologías activas. Cajones de sastre en los que pueden decir cualquier cosa y que les permite, al precio que estoy viendo, en caso de ser docentes en activo, sacarse un segundo y cuantioso sueldo.

No hay nada malo en aceptar propuestas profesionales que te encajen en cosas que sabes hacer. No le veo ninguna pega, por ejemplo en mi caso, en aceptar dar determinadas charlas relacionadas con mi perfil. Tampoco veo mal en asesorar a determinadas empresas relacionadas con la educación, crear materiales didácticos (de lo que soy especialista) o, por ejemplo, dedicarme a montar páginas web o enseñar determinadas herramientas de las que sé bastante más que ser un usuario medio. Es que lo del nivel usuario de inglés no te da para explicar inglés a terceros. Es de cajón.

En todo el curso pasado (los docentes hablamos en formato curso, en lugar de formato año) solo acepté cobrar por la realización de materiales educativos de mi materia de una determinada editorial. Y ellos ya saben por qué lo hice. Porque me apetecía y porque, al final, a todos nos gusta que nos doren la píldora. Fue un marrón impresionante y, sinceramente, pensaba que no acabaría saliendo bien. Entregué lo que me comprometí hacer y agradecí, tanto a los que habían pensado en mí, como el trato recibido. El resto de cosas que hice, las hice porque me apetecía echar una mano a determinadas asociaciones y personas. Algo que no me hace mejor ni peor persona. Simplemente me apetecía echar una mano.

Al igual que cuando estoy en el aula o cuando estuve en la zona más gris de Conselleria, he intentado hacer mi labor profesional, por la que me pagan cada mes, de la mejor manera posible. Ese es mi trabajo. Eso es por lo que me pagan. Y jamás voy a dejar de hacerlo. Otro tema son todos esas cosas que me proponen. Muchas de las cuales no encajan con mi ética y otras, por desgracia, implicarían dejar de hacer bien el trabajo por el que llega mi nómina cada mes.

Si queréis contar conmigo para algo, pensad qué es lo que sé y ofrecedme algo relacionado con ello. No os guieis por mis cuentas en las redes sociales, el número de seguidores o por lo que escribo en el blog. Sé de muy pocas cosas en profundidad y no quiero sentirme inseguro haciendo cosas que no controlo. Salvo, claro está, que haya propuestas que encajen conmigo o en las que crea que pueda aportar. En caso contrario ya tenéis un plantel enorme de todólogos por las redes sociales que, seguramente, aceptarán cualquier cosa mientras les paguéis. Y no hace falta que os dé nombres.

Por cierto, yo sigo de vacaciones aunque, por lo que estoy viendo, algunos, al igual que sucede con los libros de texto, ya están haciendo su particular campaña para venderse este nuevo curso.

Lo más importante del blog es que os paséis por aquí, pero si queréis colaborar en su mantenimiento o haceros mecenas del mismo…



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