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Me sangran los ojos…

Esta mañana, por curiosidad insana, sabiendo lo que posiblemente iba a encontrarme, me he dado una vuelta por el Servicio de Formación del Profesorado de mi Comunidad para ver en qué Cursos podía matricularme para el curso que viene. Necesito, después de unos años fuera del aula, volver a repasar didácticas y ver qué mejoras se han dado en cuanto a herramientas y recursos en mi asignatura. Por eso acudo a la formación gratuita (sé que se paga con impuestos) que se ofrece desde los CEFIREs y desde la propia Subdirección de Formación del Profesorado.

No he encontrado ni un curso para la mejora de la didáctica de la Tecnología. Creo que tampoco no he encontrado ningún curso para la mejora de la didáctica de cualquier otra asignatura. Bueno, miento, he encontrado un par de cursos que indican al profesorado que va a impartir segundo de Bachillerato cómo preparar las pruebas de acceso a la Universidad. Pero más allá de eso solo me he encontrado lo siguiente:

  • Cursos de liderazgo educativo.
  • Cursos para mejorar las herramientas de gestión emocional para los docentes.
  • Cursos de mindfulness.
  • Cursos con propuestas innovadoras para el aula (sí, todo el pack ABP, Flipped, gamificación y fabada de bote).
  • Cursos para aprender a dar clase por ámbitos (los docentes de Lengua Castellana te van a enseñar a ti, que eres el de Geografía e Historia cómo dar clase).
  • Cursos de DUA (lo que está de moda).
  • Cursos de neurocosas.
  • Cursos de felicidad en el aula (no, no es coña, hay varias ediciones de uno de “la felicidad en el aula como herramienta de productividad”.
  • Cursos de gestión del estrés y técnicas de relajación.
  • Cursos de inclusión, coeducación, micromachismos, LGTBIQ+, atención al alumnado trans, comida saludable, respeto al veganismo, etc.

Todo lo anterior aderezado por los típicos cursos de Escape Room para fugarte de la morralla que se te ofrece, con múltiples cursos de determinadas herramientas “impartidos por docentes que jamás han usado esas herramientas en su aula”. Es que cuando ves cursos de algo que conoces bastante bien impartidos por personas que no lo usan, que no tienen ni idea a la vista de la imposibilidad de resolver dudas básicas de los participantes en el curso y piensas por qué les han contratado para eso, ya te pones las manos a la cabeza. Vergonzoso no, lo siguiente. Y no, nada tiene que ver con mi veto para dar cursos sobre determinadas cosas que conozco. No vayáis algunos por ahí.

Siempre los mismos para dar cursos de lo mismo (o de cualquier cosa). En las jornadas educativas siempre ves las mismas caras, curiosamente de docentes que piensan de una determinada manera y tienen una idea concreta acerca de cómo dar clase. No verás en ningún curso de formación nadie que critique el proceso de selección de formadores, se plantee que se están gastando millones de euros de dinero público en (de)formar al profesorado o, simplemente, que se niegue a dar algo de lo que no tiene ni pajolera idea. La pela es la pela. Y buenos que son esos euros limpios que uno se saca por dar veinte horas de formación para complementar el sueldo. Cómo van algunos a cuestionárselo.

Me sangran los ojos cada vez que reviso la oferta formativa de mi administración educativa. Me sangran los ojos cada vez que veo ciertos formadores dar ciertas cosas. Me entristece saber que, al menos dentro de los CEFIREs y en los que gestionan la formación del profesorado de mi Comunidad hay grandes profesionales y gestores que permiten que se oferten ciertas cosas. Es que no lo entiendo. Y sé que mi Comunidad, por lo que veo en otros modelos formativos, no es una excepción.

Los docentes necesitamos cursos de didáctica, para mejorar nuestros conocimientos y praxis docente. Necesitamos cursos de legislación educativa, de esas herramientas que nos dota la administración (que, por falta de formación, y no por calidad de las mismas, se usan mal o se usan poco). Y necesitamos que los que nos den esos cursos sepan. Y ya si se quiere, cambiamos el modelo de formación para evaluar qué se ha aprendido. Pero, ¿cómo vamos a evaluar los sinsentidos formativos que se están ofreciendo? Lógico que el profesorado que realmente quiere formarse vaya al modelo de autoformación, acuda a las redes sociales a buscar “algo” o, en cada vez más ocasiones, acudan a formarse a centros privados o se paguen cursos de Posgrado, Másters u otra carrera universitaria. Por cierto, una segunda carrera universitaria vale lo mismo para oposiciones y concurso de traslados, que un par de cursillos de unas pocas horas emociones, de estrés o de bonsáis. Y eso es algo que debería preocuparnos.

No me hagáis mucho caso. Seguro que estoy exagerando. O no.



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