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Confesiones de un influencer educativo

Ya es oficial. Después de muchos rumores sobre el tema y múltiples correos electrónicos en los que me dicen, variando el texto del último recibido, “hemos pensado que como Influencer educativo…”, ya puedo deciros que oficialmente soy influencer educativo. Además salgo incluso en una de esas investigaciones universitarias en las que nadie sabe para qué sirven, tal y como podéis comprobar a continuación (fuente).

Fuente: https://www.revistacomunicar.com/index.php?contenido=detalles&numero=68&articulo=68-2021-06

En nuestro país ya hay más influencers educativos que docentes o expertos en educación. Además, quién osaría cuestionar que el número de seguidores en las redes sociales implica la profesionalidad de los que nos hallamos tras esos perfiles. Ya soy Dios. Además, oficialmente. Ya no llevo ni la L y me estoy permitiendo el lujo de escribir este post en gallumbos. Influencer top.

Debo confesar que casi nadie me pregunta mi opinión acerca de nada. Que mi faceta profesional es el único lugar en el que pinto algo, dentro de un maravilloso equipo. Que mi vida, desde que me abrí la cuenta de Twitter hasta el día en el que he sido nombrado flatulencer de la educación (¡coño, ya me he liado!) no ha cambiado. Sigo igual de pobre o rico que antes. Sigo con los mismos gustos. Sigo enamorado de mi mujer. Sigo queriendo con locura a mi hija y a las suyas. Lo único que he variado es en el incremento de alguna lorza, una pérdida capilar ya algo más que leve y algunos achaques que ya vienen de hace décadas. No, os lo confieso en pequeño comité: ni sé más, ni significo más para la educación, ni me parece que sea más importante que cualquiera de los que están en el aula o fuera de ella trabajando para mejorarla.

Hace ilusión ver que te nombran influencer pero, si lo anterior no lleva asociado un chalet en Las Maldivas, sirve de poco. Y repito, sé tanto o tan poco como cualquiera que se dedique, dentro o fuera del aula, a la educación. Tengo unas ideas propias que además varían con el tiempo y nunca me he casado con nadie. Bueno, con mi mujer por cuestiones legales. Pero más allá de eso…

Nunca me ha preocupado que haya interés en convertir la educación en un espectáculo, con sus payasos y sus marionetas. No me preocupa tener más o menos seguidores en las redes sociales ni tampoco me ha entrado un trauma siguiendo la evolución de ese número. Lo que realmente me preocupa es que ese interés exógeno haya sido comprado por tantos profesionales del ramo. No me cabe en la cabeza que se deba acudir a lo que dicen terceros para encontrar un camino eduespiritual. Mejorar profesionalmente se consigue con trabajo. Y con ayuda de los que tenemos al lado. Porque lo de mejorar algo desde Twitter, Facebook o Instagram, salvo la cuenta corriente de algunos, es un error.

Recibo más propuestas laborales conforme más presencia tengo en las redes o en función de lo que escribo en este blog. No hago nada más que plasmar en abierto lo que podría hacer en un diario en papel. Pienso, reflexiono y doy mi opinión abiertamente. Me equivoco como el que más. Y no miro si me leen dos o miles. Hablo exactamente igual que lo haría en un cara a cara frente a una horchata o paella. Salvo, claro está, que en lugar de paella me pongan arroz con cosas. Es de las pocas cosas en las que soy exigente.

Me sabe mal no haber sabido venderme en este post ni ser capaz de daros frases maravillosas, ilusionantes e ininteligibles. Quizás es que no he nacido para ser influencer. Quizás es que he nacido para intentar ser feliz, aprender de los demás y disfrutar de mi trabajo, de mi familia y de todo lo que me rodea. La vida es demasiado corta para preocuparnos en cómo nos ven los demás. La vida es para vivirla, para trabajar para poder vivirla y para decir lo que uno piensa sin pensar en qué va a sacar con ello.

Nada, ya veis que soy un mal influencer. Soy un desertor de la tiza en tercer año que, salvo intentar hacerlo lo mejor que sé con los grandes profesionales y personas que me rodean, intentando a su vez ser un buen padre, pareja e hijo, poco puedo influenciaros. Un abrazo a todos los que os dedicáis a la educación o participáis de ella (alumnado, docentes, familias, políticos, etc.) porque, en el fondo, sois los que realmente vais a mejorar la educación. O los que podéis hacerlo.



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