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- Subida del PSOE y acercamiento el PP
- Enfrentamientos a la izquierda del PSOE
- La división interna rompe el propósito de movilizar a la izquierda
- “Yo soy la izquierda”: el Partido Socialista Obrero Español como voto útil
- El PP parte con ventaja
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La división de la izquierda ya está haciendo mella en los electores. Era un temor que las formaciones a la izquierda del Partido Socialista temían y buscaban eludir, mas no ha sido posible, tras los duros días de negociaciones y ataques entre líderes de unos y otros partidos. Sumar pierde votos.
Los tracking realizados por importantes empresas demoscópicas ya detectan un desgaste de estos partidos, que se traduce en un avance de los socialistas. La estrategia del presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, de erigirse como el “voto útil de la izquierda” frente a PP y Vox, parece estar dando sus frutos, solo dos semanas después de la debacle del 28-M.
Subida del PSOE y acercamiento el PP
Las encuestas realizadas después de las elecciones autonómicas y municipales de finales de mayo muestran un cambio de tendencia. El Partido Socialista se está recobrando, y lo hace a costa de sus asociados.
Los resultados de los comicios regionales y locales, fueron malísimos para el conjunto de la izquierda. Si bien los primordiales afectados resultaron los socialistas —perdieron 6 gobiernos autonómicos, aparte de y capitales como Sevilla, Valencia y Valladolid—, la clave del derrumbe estuvo en el hundimiento de los partidos a su izquierda, que sustentaban prácticamente todo el poder institucional.
El apoyo al Partido Socialista Obrero Español cayó apenas un 1 por ciento respecto a las autonómicas de 2019, y el PP absorbió todo cuanto entonces fue de Ciudadanos.
En Génova aguardaban que el 28-M se tradujese en un “impacto de imagen positivo” que se tradujera en una subida de seis escaños en su pretensión de voto, mas fue más que eso. Sus datos reflejan un incremento, y todo parece dirigido a que el líder popular, Alberto Núñez Feijóo, camine hacia La Moncloa -probablemente, de la mano de Vox-.
Pero en las compañías demoscópicas rebajan la alegría popular. “Hay que ser prudentes. El Partido Socialista Obrero Español está aprovechando la bajada de apoyo de sus asociados”, afirman desde una de las empresas demoscópicas más esenciales.
Enfrentamientos a la izquierda del PSOE
Siempre que alguien sube, otro baja. Y ese es el caso de Sumar. La plataforma creada por la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, ha debido apresurar las negociaciones, por el hecho de que la sorpresa de adelanto electoral que anunció Sánchez -de diciembre a julio- pilló con el pie cambiado a la recién nacida capacitación política.
Tras meses de discusiones y enfrentamientos internos y públicos entre Díaz y Podemos, antes de lo pensado, en solo diez días, debían ponerse conforme para presentarse todos juntos bajo las siglas de Sumar.
Si en las semanas anteriores al adelanto electoral se auguraban unas negociaciones complicadas, la cuenta atrás que provocó Sánchez no ha facilitado las conversaciones. De nuevo, diez días de declaraciones cruzadas, acusación de filtraciones interesadas, vetos a Irene Montero, ministra de Igualdad y una de las cabezas visibles de la formación morada, y una encuesta en línea a los inscritos de Podemos a treinta horas de que cerrase el plazo para anotar la alianza.
La escenificación de discusiones sobre quiénes encabezarán las listas y qué nombres ocuparán los puestos de salida -los que tienen más probabilidad de conseguir un escaño en el Congreso de los Miembros del Congreso de los Diputados- ha terminado por deshilachar la confianza del electorado de izquierda, conforme muestran los sondeos. Un electoral frecuentemente muy crítico con sus líderes y que, si ya presentaba síntomas de desmovilización, no parece haber encontrado motivos para lo opuesto en las últimas dos semanas.
La división interna rompe el objetivo de movilizar a la izquierda
En la bóveda de Ferraz confiaban, exactamente, en que el partido de Díaz fuera clave para combatir uno de los males principales de la izquierda: la abstención.
El plan de la dirección socialista, adelantado por ECD, pasaba por que Sumar recogiese todos y cada uno de los votos que no iban a recalar en el Partido Socialista Obrero Español y que pertenecían a un electorado más escorado a la izquierda: convertir la abstención en apoyo a la nueva plataforma política y así combatir con Vox por los últimos escaños en la mayor parte de las circunscripciones.
De este modo, ganarían doblemente. Por un lado, Sumar uniría un apoyo que, de no existir la capacitación, acabaría quedándose en casa. Y por otro, podría eliminar escaños a la capacitación de Santiago Abascal: en 35 de las cincuenta provincias españolas, solo obtienen representación las tres fuerzas más votadas. PSOE y PP tienen aseguradas las dos primeras situaciones, y la esperanza de Ferraz apuntaba a que Díaz pudiese disputarle y arrebatarle esa tercera situación a Vox en bastantes territorios.
“Yo soy la izquierda”: el Partido Socialista como voto útil
El derrumbe el 23-M de la izquierda a la izquierda de los socialistas activó el plan B en Moncloa. Las diferencias para formalizar un acuerdo y unir a todos esos partidos bajo el paraguas de Sumar habían ido demasiado lejos, y como informó ECD, Sánchez cambio de plan: de querer la unidad y un partido fuerte a su izquierda que ilusione y movilice a los votantes que ahora están en la abstención, a lanzar una OPA sobre ese espacio. El mensaje pasó a ser: ‘Yo soy la izquierda’, recurriendo al voto útil como razonamiento para unir a todo el electorado que no quiera un Gobierno del PP apoyado en Vox.
Esa hoja de ruta de última hora parece haber causado efecto. El paso adelante del presidente, sumado al discute incesante, y retransmitido por televisión al minuto, entre Sumar y el resto de fuerzas con Podemos, ha desgastado la confianza del votante. Y esos apoyos empiezan a reunirse en torno a la figura del Sánchez, como única defensa potente frente a la llegada de un Ejecutivo conservador.
El PP parte con ventaja
Sin embargo, si bien los sondeos indiquen una mejora del PSOE, ello no supone un cambio en la situación de los bloques. Ningún partido por sí mismo podrá gobernar, y precisará el apoyo de otras formaciones, por lo menos para la investidura.
El PP sale con ventaja. Las encuestas publicadas pronostican entre ciento treinta y 145 escaños para los populares, a casi veinte de distancia con el Partido Socialista. Y se aúna a la distancia que Vox le saca a Sumar, que deberá remontar en apenas mes y medio para poder disputarle la segunda situación.
La mayoría de las encuestas dan una mayoría absoluta entre Feijóo y Abascal, y la subida del Partido Socialista a costa de Sumar no cambia esa aritmética parlamentaria: supone un cambio en el bloque de la izquierda, mas la suma no varía.
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