No todos los gobiernos de México son un asco. Prueba de ello es la Presidencia Municipal de un pintoresco pueblito llamado San Antonio ubicado en un estado de cuyo nombre no quiero acordarme.
¿En qué me basó para afirmar tal aparente aberración? En el servicio que presta a la ciudadanía. Miren la foto de la fachada con atención.
Un acercamiento a uno de los letreros en su pared nos muestra que en vez de los engorrosos trámites que se ofrecen en las dependencias gubernamentales, en San Antonio se da a los electores un servicio más útil: el baño.
¿Y por qué es útil el baño? Porque la Presidencia Municipal también ofrece a la ciudadanía la oportunidad de inflar su vejiga y aligerar el espíritu con bebidas refrescantes.
Por si fuera poco hay sigarros sueltos.
Y la eficiencia burocrática no termina ahí. La Presidencia Municipal tuvo la gentileza de ubicarse justo al lado de un expendio de Corona, así si se acaba la cerveza en la dependencia gubernamental, el contribuyente sólo tiene que caminar unos pasos para continuar inflamando el hígado con ganas de vivir.
Ejemplos como este nos reconcilian con la democracia y nos dan confianza en el gobierno y sus instituciones.
