¿Nunca os habéis preguntado cómo debe sentirse una bomba en la panza de un B-52 momentos antes de ser lanzada sobre su objetivo?
Ahí dentro, en las tripas del inmenso bombardero, resguardadas en la oscuridad hasta el momento en que se abren las compuertas de la bahía de carga en el vientre del avión y todo el terrible cargamento queda suspendido en el aire, a unos cuantos miles de pies sobre su destino…
Llegado ese momento, su suerte ya está echada, y es sólo cuestión de tiempo que el sistema de lanzamiento determine que es el momento y lugar exacto para liberar los retenes y dejar que las bombas caigan por su propio peso, ejecutando un movimiento perfectamente calculado hasta impactar en el lugar planeado.
Con una sincronización perfecta las 45 bombas M117 van cayendo una por una, de forma que al llegar al suelo creen una densa alfombra de muerte y destrucción al detonar los más de 180Kg de explosivo que albergan cada una…
BOOM!