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El viaje

En el colegio le enseñaron desde muy niño que la tierra era redonda. Abultada a los lados y achatada en los polos, incluso siempre usaba ese chiste para referirse a su físico: era bajito, chaparrito de cabeza chata y con las típicas lonjas a los lados de la barriga. 

A medida que iba creciendo y llegaba la adolescencia, comenzó a cuestionarse todo: ¿Por qué había que creerle a los libros de historia?, ¿Cuál era la verdadera razón del viaje a la luna, de hecho había sido cierto?, ¿Quién había sido realmente el supuesto libertador de América?

Mientras más libros y contenido leía, más se cuestionaba su entorno. Era considerado la oveja negra de su familia, precisamente porque tenía ideas fuera de lo común y poco se preocupaba por su imagen: cabello largo, barba sin recortar, lentes de montura negra como los que usaban en los 70 y bragas que parecían salidas de un taller de autos. 

Esa imagen y esas ideas lo llevaron a convertirse en biólogo marino, quería explorar el mundo para entender si todas esas preguntas que tenía desde niño podían aclararse y no quedarse atado a una profesión de escritorio. Visitó el océano pacífico, el índico, el polo sur, el polo norte, el mar negro y volvió a sus raíces cuando viajó al Mar Caribe.

Le maravillaba el color aguamarina, ese turquesa que cambiaba de tonalidad dependiendo de la luz del sol y la hora del día, las arenas blancas que encandilaban si mirabas fijamente y la riqueza de la fauna. Y allí, también en el Caribe había un lugar famoso que le hizo recordar sus preguntas sobre la redondez de la tierra, y si realmente el planeta era como una rosca, un gran disco con un agujero en el centro.

Para comprobarlo se unió a una expedición que iba al gran agujero azul en Belice, uno que en su opinión, era uno de los mayores misterios naturales de la tierra. Quería sumergirse, sentir la presión del agua y descubrir qué había en el fondo de ese gigantesco círculo o si simplemente era un portal para atravesar el planeta de polo a polo. 

Como Jacques Cousteau se sumergió dentro de un submarino. A medida que bajaba, la luz desaparecía, su mundo iba cambiando y a su alrededor aparecían nuevos animales, nuevas plantas, era como explorar el espacio exterior. No se veía el final, todo era silencio y en ese momento entendió, que los seres humanos eran ínfimos en este mundo y que realmente, nada podía ser cierto o falso, solamente había que experimentar, buscar y probar. 



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