Lo erótico del asunto, es que ese dibujo de tinta estaba justo sobre la línea que marcaba la frontera entre su cuerpo desnudo y lo que cubría la falda del vestido rosado.
Sabía que si comenzaba a Tocar el Tatuaje, mis manos no se quedarían solo allí e iniciarían el viaje para buscar la feminidad bajo el vestido, hurgar entre su ropa interior y sentir el calor de esa mujer.
Necesitaba besar ese tatuaje, rozar esa piel y mirar a mi amiga de otra manera. La pregunta era, ¿se dejaría ella?