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LA POLÍTICA DE LA TERAPIA CON POBLACIÓN LGBT

Artículo original disponible aquí.


En psicoterapia pueden reconocerse 3 planos:
  • Uno político, relacionado con los valores que guían la intervención.
  • Uno estratégico, vinculado a la serie de pasos sucesivos que nos permiten actualizar, poner en ejercicio los valores que nos guían.
  • Finalmente el plano táctico, el cual tiene que ver con las acciones concretas que implementamos para lograr nuestros objetivos. En esta dimensión debemos recordar que en la realidad humana, ir a A a B implica un recorrido sinuoso que se aleja del ideal de la línea recta.
Veamos. Respecto a la orientación Sexual no-heterosexual (esa que tienen gays, lesbianas, bisexuales y transgéneros) los lineamientos de nuestra disciplina nos indican que debe trabajarse en pro de la salida del closet, esto es, en romper el silencio y fomentar la aceptación de la sexualidad, tanto en la persona como en su entorno (familia, amigos, escuela…). La Asociación Americana de Psicología (APA, por sus siglas en inglés) además indica que lxs psicólogxs somos pieza clave en el cambio social y en el desarrollo de una cultura que reconozca las realidades de la diversidad sexual. Todas estas indicaciones provienen de la investigación, esa que se hace desde la década de los 50, y no de creencias, prejuicios o meras supersticiones que guían, por ejemplo, a las religiones.
Con todas las cualidades positivas que pueda tener la espiritualidad como aspecto inherente a la condición humana, lo cierto es que la psicología es autónoma y basada en evidencias. La psicología, de hecho, comparte lo positivo de algunos de los valores cristianos. A la vez, se opone a los preconceptos que el cristianismo pudiera tener respecto a la diversidad sexual.
Así las cosas, en el plano político de la psicología estamos hablando de libertad, diversidad, inclusión, pluralidad, democracia, entre otros tantos valores. Éstos permiten articular un tratamiento orientado a fortalecer a lxs clientes/pacientes, liberándolos de la homofobia internalizada, a la vez que “empoderándolos” para que ejerzan su dignidad como humanos y la posibilidad de ser felices con esas realidades que viven.
Obviamente, cuando vemos el cuadro completo percibimos que para una persona que solicita nuestro apoyo no es tan fácil como salir de consulta y decirle a los padres que se es gay, bisexual, lesbiana o transgénero. Si el problema se agrava al decirlo, hay que dar muchos pasos antes de la salida al closet (terapia de familia, transmitir información sobre sexualidad y diversidad sexual, buscar aliados y apoyo externo para lxs clientes/pacientes, entre otras estrategias).
Lo que sí es claro es que desestimar la salida del closet, o aliarse con la homofobia del entorno, retarda el desarrollo de la persona, a la vez que es iatrogénico, es decir, causa daño psicológico (depresión y ansiedad, fundamentalmente). De más está decir que cualquier intento por modificar la orientación sexual, a estas alturas del siglo XXI, demuestra la falta de actualización profesional de quien lo propone.


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