El ser humano está hecho para relacionarse con los demás de forma positiva y beneficiosa, pero esto no siempre parece ser posible. Oímos , leemos y quizás con no poca frecuencia reflexionamos sobre la pregunta «¿Qué significa una relación sana?» Aunque seamos diferentes y tengamos una idea diferente de lo que significa una relación satisfactoria, los ingredientes de una relación sana son sin duda los mismos. Queremos comunicación, respeto, apoyo, aliento, intimidad.

Para tener una relación saludable, ambos socios deben conocer los deseos, metas, miedos y límites del otro. Deben sentirse cómodos comunicando sus necesidades honestamente sin temor a lo que puedan obtener como respuesta. Pero tener una relación sana también implica establecer límites. Los límites son los que quitarán la culpa. Los límites, claramente establecidos desde el principio, son los que ayudarán a evitar conflictos y la aparición de frustraciones. Ayudarán a definir responsabilidades dentro de la relación. Cuando los límites son claros y respetados, la intimidad emocional tiene una base sólida y puede crecer armoniosamente.

Establecer límites es una forma de enseñarnos unos a otros sobre nuestras necesidades. En la base de cualquier relación se encuentran dos necesidades humanas opuestas y complementarias: por un lado, el deseo de comunicación, cercanía y, por otro lado, el deseo de autonomía, libertad de acción. El desafío es encontrar el equilibrio adecuado para satisfacer estas dos necesidades.

Amar no es mirarse el uno al otro, sino mirar ambos en la misma dirección.  –  Antoine de Saint Exupéry

Dos personas que se apoyan mutuamente en sus distintos viajes, en lugar de dos personas que se pierden la una en la otra, pueden construir una relación saludable. Los límites personales son los límites que nos fijamos como individuos en las Relaciones. Protegen nuestro sentido de identidad personal y aseguran que no nos veamos abrumados por las demandas de los demás. Más allá de mantener la autoestima, los límites nos ayudan a señalar a los demás cómo queremos que nos traten para no sentirnos utilizados.

Es necesario darse cuenta de que la otra persona no lee la mente y que es necesario comunicarle cuáles son nuestros límites. Para establecer límites, en cualquier área de la vida, primero debemos saber qué es importante para nosotros, conocer nuestras propias necesidades y límites, y compartir esta información de manera considerada con el otro. Las relaciones que nos permiten mostrarnos como somos fomentan la cercanía. Las relaciones sanas significan la libertad de pedir y recibir, pero también la capacidad de aceptar el rechazo. Para crecer, debemos aceptar nuestros límites. Una relación saludable puede resolver problemas dentro de estos límites. Una relación acaba fracasando cuando nos negamos a aceptar los límites del otro, sean reales o… imaginarios.

Las relaciones sanas son aquellas en las que aceptamos nuestros propios límites, pero también los del otro. Aprender a apreciar nuestra singularidad y buscar satisfacer ciertos deseos y necesidades es el camino hacia las relaciones saludables.

En las relaciones románticas, los límites pueden variar mucho de una persona a otra. Algunas personas pueden tolerar e incluso perdonar la infidelidad, mientras que otras nunca estarían de acuerdo con tal cosa. Las experiencias personales, los valores y la autoestima tienen una gran influencia en este sentido.

La autoestima, o aceptación incondicional de uno mismo, es un pilar de la salud mental y el bienestar emocional. Si realmente queremos ser felices, debemos aceptarnos y amarnos a nosotros mismos, con todos nuestros defectos, virtudes, limitaciones y potencialidades. La baja autoestima tiene mucho que ver con los límites en todas las áreas de la vida, especialmente en las relaciones románticas.

¿Qué no debemos tolerar?

 No existe una receta única para el éxito cuando se trata de tolerancia. Todos tienen su propio nivel de tolerancia, pero un límite obvio que debe definirse claramente es el abuso, tanto físico como emocional. No podemos dejar que nadie nos haga daño, porque nadie tiene derecho a hacerlo. Poner excusas para el abuso es la trampa más grande en la que podemos caer. Una relación también necesita límites con respecto a las relaciones fuera de la pareja, como las relaciones con amigos, compañeros de trabajo o familiares.

Lo más importante es que todos los límites estén claros para que todos se sientan comprendidos y seguros. Y cuando nos sentimos seguros, es más fácil relajarse, hacer todas las cosas que nos gustan y centrarnos en el trabajo o el estudio que tenemos que hacer para garantizar la paz y la estabilidad emocional.