La humanidad siempre ha tenido la necesidad de saber si una persona miente o no. Los contextos son los más dispares que van desde los más graves, como los delitos , hasta los menos graves que nos podemos encontrar en la vida cotidiana .

Distintas formas de descubrir la mentira a lo largo del tiempo

Para descubrir la Mentira y desenmascarar a los impostores , a lo largo de los siglos y en diferentes contextos culturales, el hombre ha desarrollado una serie de pruebas adecuadas al fin.

Estos parecen muy diferentes entre sí y, especialmente los de la Edad Media, tienen sabor a ritos y supersticiones, sin embargo, se consideran prueba irrefutable de una mentira .

En la lejana Edad Media estaban en boga las » pruebas de Dios » para establecer la veracidad de lo afirmado. Varían según el tiempo y la geografía, pero normalmente tenían que ver con elementos como el agua o el fuego. Una prueba clásica podría ser dar algunos pasos (9 para ser precisos) sosteniendo un hierro al rojo vivo en la mano y luego colocándolo suavemente en el suelo. Tan pronto como lo encerraron, un juez cubrió la mano del sospechoso con cera y la envolvió en una tela de lino. A los 3 días se analizaba la mano y, si presentaba algún signo de quemaduras , la persona sería sentenciada.

En la India, en cambio, se observaban e interpretaban los temblores del dedo gordo del pie o se tiraba de la cola de un burro que, si rebuznaba, indicaba mentira.

Más recientemente, y gracias también al cine, encontramos el famoso detector de mentiras (Lie Detector) que fue construido por Marston y Larson allá por los años 20 precisamente para descubrir la mentira que se esconde detrás de un enunciado.

Ciertamente el salto es grande si consideramos el rebuzno de un burro y el detector de mentiras, herramientas utilizadas con el mismo fin, pero hubo antecedentes que forjaron la idea y la construcción del Detector de mentiras. Entre estos encontramos a Lombroso quien, en 1892, afirmó poder establecer la verdad a través de la medición de la presión arterial .

Jung, por su parte, creía haber encontrado una correlación entre los reflejos psicogalvánicos (menor resistencia eléctrica de la piel) y los procesos emocionales inconscientes .

Pero el mayor empujón vino del Gobierno de los Estados Unidos, a la vuelta de la Primera Guerra Mundial, que empezó a ocuparse intensamente de las actividades relacionadas con el contraespionaje .

Cómo funciona el detector de mentiras

Pero, ¿cómo funciona el tan cacareado detector de mentiras? Y sobre todo, ¿es eficaz para descubrir la mentira que se esconde detrás de los mentirosos?

El nombre más apropiado para llamar al detector de mentiras es polígrafo . El creador fue Marston, un estudiante de psicología, quien desarrolló la máquina.

Inicialmente usó solo la presión arterial como parámetro , luego perfeccionó su invento agregando otros parámetros como la frecuencia cardíaca , la frecuencia respiratoria y la microsudoración de la piel .

La idea básica era que existen reacciones fisiológicas ligadas a la acción de mentir . Sin embargo, como ha demostrado, por ejemplo, Cacioppo, la fisiología cambia con cualquier respuesta emocional y no solo si estamos mintiendo.

Pensemos por ejemplo en una situación estresante , como cuando tenemos que hacer un examen o cuando sentimos un miedo intenso: el corazón late más rápido y podemos sudar por ejemplo. Por tanto, durante un interrogatorio supervisado por un polígrafo, no es raro que las emociones y estados de ánimo negativos se apoderen de ellos llegando a invalidar los resultados de la máquina porque, si es cierto que ha habido una alteración fisiológica, ésta no está necesariamente ligada a la mentira contada. En todos estos casos hablamos de falsos positivos .

Normalmente un examen poligráfico se estructuraba en 3 fases:

1. entrevista «Pre-test» y «test de estimulación»;
2. «fase de prueba;
3. Interrogatorio posterior a la prueba si es necesario.

Durante la fase de «prueba previa», el polígrafo le hizo al examinado preguntas de carácter general sobre intereses o antecedentes culturales. Estas respuestas se habrían utilizado para elegir las preguntas de control y obtener la admisión de culpabilidad durante una posible fase de «post-test». También en esta fase se explicó el funcionamiento de la máquina , destacando cómo el polígrafo registraba cualquier reacción fisiológica cuando se decía una mentira.

Durante la » prueba de estimulación «, el polígrafo engañó al examinado diciendo que la presente demostración tenía como objetivo ajustar el instrumento y comprobar la capacidad del sujeto para responder fisiológicamente cuando miente a propósito. En realidad, el verdadero objetivo era hacer creer que el polígrafo podía detectar cualquier mentira.

Durante la fase de «prueba», se montaron los sensores y se dieron instrucciones: quedarse quieto con los ojos abiertos y solo responder «sí» o «no».

Las preguntas , formuladas en intervalos de 30 segundos, se repetían en series de 2/3 y finalmente se preguntaba por qué una pregunta específica había sido respondida de cierta manera.

Finalmente, se implementó el interrogatorio «post-test» sobre todo si el examinador sospechaba una mentira para obtener una confesión .

Como se mencionó anteriormente, la idea básica del polígrafo carece del vínculo de causa y efecto, lo que hace que el examen sea inútil. Además existen otras debilidades metodológicas que la convierten en una herramienta acientífica como el hecho de que la opinión del examinador pueda influir en el tema y que se le pueda enseñar a aprobar el examen con nota .

Uso actual del detector de mentiras

La historia nos trae el caso de Gary Leon Ridgway, un asesino en serie estadounidense, culpable de al menos 48 asesinatos que ha pasado dos veces la prueba del detector de mentiras .

Sin embargo, en los Estados Unidos permanece la fascinación por una máquina de este tipo y su uso permanece y puede solicitarse a discreción de un juez de un tribunal federal.

En Europa, por otro lado, el polígrafo prácticamente nunca se utiliza como herramienta de investigación, pero más a menudo puede ser utilizado como prueba por el acusado para apoyar su propia defensa .

¿Existen métodos científicamente válidos para descubrir la mentira?

Algunas diferencias entre los que mienten y los que no

Para responder a esta pregunta nos remitimos a los estudios de Geiselman quien demostró científicamente que los mentirosos tienen algunas peculiaridades en el habla .

De hecho, el estudioso ha identificado cómo quienes intentan ocultarnos algo hablan poco , ciñéndose a lo estrictamente necesario y justificando todo lo que dicen cuando las circunstancias no lo requieren. Como tiene que inventar una mentira, necesita tiempo para construirla ; para ello repite la pregunta que le han hecho varias veces y la respuesta la dará muy lentamente , con el tiempo y por lo tanto cuando la mentira tome cuerpo, su discurso se hará más rápido.

El mentiroso luego observa cuidadosamente al interlocutor para evaluar si su respuesta atrae al otro, si la considera creíble. Esta observación continua, e incluso diríamos insistente, del interlocutor se hace evidente cuando se plantea una pregunta crucial.

Normalmente, quien no miente , para mantener la concentración tiende a evitar el contacto visual con el otro , lo que no sucede en quien miente precisamente porque activa la vigilancia continua del otro .

Como puede verse, estas indicaciones, aunque científicamente validadas, son difíciles de llevar a la práctica con precisión en todas las circunstancias. Más bien, nos brindan campanas de alarma que un observador atento puede captar para tratar de descubrir la mentira.

La construcción de un «verdadero detector de mentiras» aún queda muy lejos.