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Deja de juzgar – 14 ejercicios prácticos para evitarlo

¿Cómo podemos dejar de juzgarnos y juzgarnos a nosotros mismos ? ¿Es posible?

¡En este artículo, te presentaré 14 ejercicios prácticos para dejar de juzgar !

Cuánto tiempo ahorran los que no miran lo que dice o hace o piensa su vecino
Marco Aurelio

¿Dejar de juzgarte a ti mismo? ¡Buen propósito! ¿Pero es posible? Suena a “Deja de respirar” tanto que vivimos en una sociedad como la actual, donde nos juzgamos a nosotros mismos cómo respiramos, de la mañana a la noche.

Pero, ¿cómo mejoraría tu vida si fueras capaz de silenciar esa vocecita interior que se pasa el tiempo juzgando al mundo entero, empezando por ti?

¿Y si al mismo tiempo dejas de sentirte mal por los juicios y críticas de los demás?
¿Qué liberación es?

Lo que propongo son 14 ejercicios que te ayudarán día tras día a dejar de juzgarte y a empezar a aceptarte a ti mismo y al mundo que te rodea de nuevo.

Un programa exclusivo para:

  • Silenciar pensamientos limitantes y automatismos inconscientes heredados de los familiares y del entorno que te rodea.
  • Pasar del juicio a la observación
  • Reemplace sus necesidades con sus preferencias
  • Superar los miedos a amarte y liberar energías positivas

¿Estás listo para emprender este viaje interior? ¡Entonces empecemos!

Pero antes una pequeña aclaración que encierra una gran verdad.

Nada se consigue sin esfuerzo, nadie puede ayudarte a cambiar: ¡solo tú puedes hacerlo!

Se necesita tiempo para adquirir y aprender nuevos comportamientos.
Tiempo, disciplina, práctica diaria.
El rigor y la disciplina muchas veces vividos como una obligación que genera resistencia.
El mejor antídoto para no caer en la trampa de la resistencia es entender que en realidad la disciplina y la práctica diaria, necesarias para el cambio, son regalos que te ofreces a ti mismo para tu transformación.

¿Qué tan dependiente eres de los juicios?

Este primer ejercicio que te propongo es útil para agudizar tu conciencia.

¡Nunca puedes cambiar lo que no conoces!

De lunes a sábado durante al menos una semana, acostúmbrate a llevar un registro de a quién juzgas y cuántas veces lo haces.

¿A QUIÉN JUZGO?¿CUANTAS VECES?
Mi jefe
Mi madre
Mi esposo
yo mismo/a

Toma otro espacio para la reflexión y responde las siguientes preguntas:

  • ¿Cómo me siento emocionalmente cuando emito un juicio?
  • ¿Qué reacciones conductuales provoca este estado emocional? ¿Favorece la apertura, la comprensión, el contacto o más bien te aísla, te endurece, te pone a la defensiva?

Deja de juzgar (sí) – Rompe la cadena de juicios

Siempre que tomes nota de un juicio que se haga hacia alguien o hacia ti mismo, te invito a:

  • Escriba la sentencia en una hoja de papel en blanco
  • Pregúntese «¿De dónde viene este juicio?» ¿De tus parientes? ¿De tu familia? ¿De tu pais? ¿De tu religión?
  • Pregúntate si realmente este juicio viene de ti y observa cómo te sientes emocionalmente y qué reacciones provoca en ti.

Si es un juicio que no te pertenece, solo tienes que devolverlo al remitente, o a las generaciones que te precedieron, ¿cómo devolverías un objeto que te ha sido confiado, pero que haces? no me importa en absoluto.

El Comportamiento no es la Persona

Al realizar este ejercicio, dará un paso importante en su camino hacia el no juzgar.

Siempre que escuches algo que te duele, una acción, una frase dicha por otros, toma nota y entrénate para distinguir el acto y/o frase de la Persona.

¿Qué significa? Significa entrenarse para ver al otro en todo su potencial, en toda su riqueza, independientemente de lo que haya dicho o hecho en un momento determinado de su vida.

Tomemos un ejemplo:

Una persona te insulta en el coche.
Juzgue su sentencia del momento, pero no lo llame campesino grosero.
Trate de pensar en el estado de estrés en el que podría estar en ese preciso momento. ¿Tal vez tuvo un día desagradable en el trabajo? ¿Recibiste malas noticias? …

Dejar de juzgar (sí) – Observar sin juzgar

Este ejercicio le ayudará a identificar los componentes de cada juicio.

¡Vamos!

  • Comience por exponer claramente los hechos, la realidad objetiva tal como se presenta ante sus ojos. Por ejemplo: la oficina de mi colega está desordenada, hay papeles esparcidos por todos lados y comida en el piso
  • Identifica cómo te sientes después de observar este hecho. ¿Qué emociones? ¿Qué sensaciones?
  • Observa cómo tus emociones (recuerda que las emociones son solo tuyas, el resto del mundo puede tener diferentes emociones frente a una misma realidad) actúan como lentes distorsionadores: deforman tu visión de la realidad misma y de la persona a la que se refiere la acción.
  • Finalmente, identifique cuál es su necesidad o valor que está insatisfecho con el comportamiento de su colega. ¿Es su necesidad de orden? de armonía? ¿De atención el uno al otro? …

La ilusión que todos sentimos es la de pensar que nuestras emociones se deben a lo que hacen los demás “Me haces enojar”; «Usted me hace triste» …

En realidad tus emociones son generadas por la brecha entre el comportamiento de los demás y tus necesidades y valores.

No habría emociones sin el encuentro entre la realidad externa y nuestras expectativas, necesidades, expectativas.

La oficina desordenada de tu colega no molesta a todo el mundo: a unos les da igual, otros se ríen porque son como él y así…

Lo real es que hay un desfase entre la realidad de tu colega «desordenado» y la tuya más «ordenada». Este es un hecho objetivo. Tu estado de ánimo también es una realidad, pero no es realidad que estés triste porque no ha arreglado su oficina.

Este ejercicio, si se practica con constancia, te ayudará a aprender a diferenciar lo que te pertenece a ti de lo que le pertenece al otro.

Todo lo que te entristece, te enoja, te disgusta te permite conocerte mejor a ti mismo, tus necesidades y tus valores.

En lugar de proyectar tus emociones, puedes aprender a aceptarlas, a identificarlas mejor y expresar tus necesidades, tus valores y tus expectativas.

Cambia tu punto de vista

Te invito durante una semana a adoptar un punto de vista diferente o completamente opuesto cada vez que hagas un juicio negativo sobre una persona o una situación.

Para ayudarte a detectarlo, trata de pensar en cómo se puede interpretar el mismo comportamiento, la misma palabra, el mismo hecho en un día en que te sientes absolutamente feliz y en el séptimo cielo.

Siempre hay al menos dos formas diferentes de interpretar una misma situación.

Lo más importante una vez que se realiza la inversión del juicio es observar tu actitud, tu emoción interna cuando cambias la creencia inicial.

PRIMER PUNTO DE VISTASEGUNDO PUNTO DE VISTA
Rígido, austero…Sólido, riguroso, resolutivo
Infantil, irresponsableEspontáneo, divertido, «ligero»

Deja de juzgar (Sí) – Cultiva el arte de bendecir

¡Este es un ejercicio que te hará bien!

Para empezar, sal y da una caminata de 10 minutos durante la cual te entrenarás para bendecir a cada persona que encuentres.

Al finalizar la caminata, observa tu estado físico, emocional y mental.

Durante toda una semana, entrénate para aplicar el arte de bendecir en cada contexto y con cada persona que te rodea.

Ejemplos prácticos:

  • ¿Compras pan en la panadería? Bueno, bendice al panadero en silencio.
  • En la oficina, bendice a cada colega con el que entres en contacto, incluso si fue grosero contigo

Mira la parte oculta

Al juzgar a alguien, trate de no detenerse en la persona y lo que dijo o hizo.
A menudo nos detenemos en la evidencia.
En este ejercicio los invito a ampliar la observación también a los sumergidos.

Pregúntese:

  •  ¿En qué contexto nació y vivió esta persona?
  • ¿Cuál es su creencia religiosa/política?
  • ¿A qué posibilidades sociales/educativas/económicas tuvo acceso?
  • ¿De qué libertad de pensamiento se benefició?
  • En su lugar, si yo hubiera nacido y crecido en un contexto como el tuyo, ¿lo habría hecho mejor?

Estas preguntas ayudan a cambiar el punto de vista inicial, para tener en cuenta el contexto más amplio.

Dejar de juzgar (sí) – Reemplazar «quiero» por «prefiero»

Cada vez que haces un juicio sobre una persona, significa que tienes expectativas sobre cómo debe comportarse contigo.

Responde estas preguntas:

  • ¿Cómo debería comportarse en tu opinión?
  • ¿Cómo debe comer, trabajar, hablar?
  • ¿Qué representación ideal has hecho de esta persona?
  • ¿Es realista tener estas necesidades y expectativas?
  • ¿De verdad crees que esta persona debería inclinarse para convertirse en lo que tú quieres que sea?

Escribe tus respuestas y luego te invito a observar cómo el desfase entre tus necesidades y la realidad, mejor dicho entre tu visión ideal de esa persona y cómo es realmente, provoca las emociones negativas que experimentas y consecuentemente el juicio.

¿Qué pasa si tratas de reemplazar todas tus necesidades sobre esta persona con preferencias?

De lo contrario, entrénate para aceptar la realidad por lo que es, y las personas por lo que son.
Entrénate para ajustar tus necesidades a la realidad en lugar de querer que la realidad se adapte a ti.

Aceptar la realidad tal y como es no significa resignarse y no intentar cambiar y mejorar las cosas. Significa dejarse llevar, dejar de controlar el mundo exterior y empezar a expresar las propias preferencias respetando al Otro y sus preferencias.

Gracias por las críticas, especialmente las que te hacen daño.

Regocíjate cuando alguien te critique.
Especialmente los que te lastiman en realidad te ayudan a crecer.

Si te duele, si te hace reaccionar, significa que te juzgas por lo mismo, solo que no eres consciente de ello.

Gracias a las críticas recibidas, ¡ahora lo eres!

Los invito durante una semana a tomar nota de cualquier crítica recibida que los haya lastimado profundamente.

Agradece en silencio a la persona que te criticó por permitirte ser consciente de tu propio juicio sobre ti mismo del que no eras consciente.

No intentes cambiar inmediatamente la característica personal que no te gusta que acusas, más bien tómate un tiempo para aceptar la oposición, el acoso, la ira que te despierta esa crítica.

Sé indulgente contigo mismo.

Una vez agotada la corriente emocional puedes hacerte cargo de esa parte tuya que quieres cambiar e intentar cambiarla.

Las críticas de los demás son valiosas aliadas que te ayudarán a deshacerte de tus juicios sobre ti mismo.

En lugar de reaccionar, usa la crítica y no olvides dar las gracias a quienes te juzgaron porque te ayudaron a ser una persona más consciente.

Deja de juzgar (sí) – Acepta las diferencias

Para empezar, te invito a leer las 8 características de la personalidad y preguntarte para cada una: “¿Dónde me ubico? ¿Me coloco en los extremos o estoy más bien en el medio?”.

el habladorel silencioso
el proactivoel reactivo
El sensible al dolorEl pequeño sensible al dolor
el sociableEl solitario
el diael nocturno
el perfeccionistaEl aproximado
El lentoEl rapido
el cariñosoEl frio / distante

Por ejemplo, en lo que a mí respecta, me siento en el centro entre el hablador y el silencioso, mientras que definitivamente soy una persona rápida, rápida y durante mucho tiempo tuve dificultades para relacionarme con los que hablaban lento, comían lento, actuó lentamente, etc.
Juzgué muy severamente la lentitud porque era contraria a mi forma de ser que obviamente consideraba la mejor.
Hoy he aprendido a apreciar y valorar la lentitud, aquellos que actúan a un ritmo diferente al mío ya relativizar las cualidades que identificaba en mi rapidez.

El mayor regalo que podemos darnos y que podemos dar es ACEPTARNOS a nosotros mismos ya los demás por nuestra singularidad. Necesitamos ACEPTAR las diferencias y dejar de querer cambiar a los demás a nuestra imagen y semejanza.

¡Un mundo poblado por nuestros clones sería terriblemente aburrido!

Dar intenciones positivas

¡Piensa en positivo por una semana!

¿Qué significa? Significa que tendrás que entrenarte para atribuir una intención positiva a las acciones de los demás.

Pongamos un ejemplo:
Estás en el supermercado y el cajero se equivoca al darte cambio. Si tu primera impresión es «¡Lo hizo a propósito para engañarme!» Los invito a pensar de inmediato en otra intención esta vez más positiva como “La cajera estaba cansada y no prestó atención”.

También puede imaginar una interpretación e intención muy imaginativa y absurda como «El cajero se equivocó al darme cambio para probar mi capacidad para hacer los cálculos y, en consecuencia, entrenar mis habilidades matemáticas».

Atribuir una intención positiva también significa pensar que lo que hicieron los demás fue lo mejor que pudieron hacer en ese preciso momento y contexto, con los recursos internos y externos que tenían a su disposición.

TENGA EN CUENTA
que no estoy sugiriendo que crea en las intenciones positivas de los demás cuando ocurren eventos trágicos o dolorosos.
Le sugiero que imagine una motivación «positiva» diferente al único pensamiento «negativo» que siempre ocurre automáticamente.
Esta gimnasia mental te ayudará a evitar el pensamiento rígido y el juicio negativo.

¡Pensar en algo no lo convierte en realidad! ¡La realidad es infinitamente más rica en matices!

Deja de juzgar (Sí) – Destrona al juez despiadado que hay en ti

Siempre que hagas un juicio sobre ti mismo, te invito a responder las siguientes preguntas:

  • ¿Qué derecho tengo a juzgarme así?
  • ¿Quién me autoriza a ser tan duro, despiadado conmigo mismo?
  • ¿Qué hay detrás de esta actitud? ¿Una forma de orgullo? ¿De arrogancia?
  • ¿De dónde heredé este juicio? ¿De mis padres? ¿De la sociedad? …
  • ¿Quiero seguir valorándolos?
  • ¿Quiero destronar a este juez despiadado?
  • ¿Puedo practicar el discernimiento y observar el mismo comportamiento desde el exterior, atribuyéndome una intención positiva?

¡Cuanto menos te juzgas a ti mismo, menos tiendes a juzgar a los demás!

Palabras conscientes

Pase un día completo tomando nota de las palabras que usa para dirigirse a los demás.

Entrena tu atención: ¡cualquier contexto es precioso! En el metro, en la oficina, en el restaurante, escucha y toma nota de las palabras que usas con más frecuencia.

Una vez cumplimentada la lista:

  • ¿Qué estás sembrando con tus palabras?
  • ¿Se trata de amabilidad, empatía, comprensión, colaboración?
  • ¿Qué propósito quieres lograr al usar estas palabras?

TENGA EN CUENTA
No propongo este ejercicio para juzgarse a sí mismo, sino para ampliar su conocimiento de las palabras que usa y cómo éstas siembran consecuencias virtuosas o viciosas.

Deja de juzgar (sí) – Cultiva la gratitud

Para avanzar a pasos agigantados hacia el NO JUZGAR, ¡les propongo que cultiven su gratitud!

La gratitud es un gran antídoto contra el juicio: es imposible decir gracias y juzgar al mismo tiempo.

Comienza a dar gracias por todas las cosas positivas que experimentas actualmente en tu vida: gracias por las personas, las relaciones, los objetos, las actividades, los dones, los talentos, las habilidades que componen tu vida actual.

Cada noche, te invito a tomar nota, en un cuaderno dedicado al ejercicio de la gratitud, de todas las cosas positivas por las que te sientes agradecido que te han sucedido durante el día.
¡Intenta notar al menos 5!

Cuando te hayas convertido en un experto en el arte de agradecer lo positivo, te invito a decir GRACIAS también a los eventos negativos.

¿Crees que estoy loco?

Quién puede decirlo, pero no dejes de leer, dame el beneficio de la duda y seguro que no te arrepentirás.

Si tienes el hábito de decir GRACIAS por toda la belleza que te rodea, estás listo para el siguiente paso: decir GRACIAS por los eventos difíciles y dolorosos.
¡Si puedes, verás que tu existencia cambia por completo!

Cuando también aplico la gratitud a lo negativo que me sucede, ¡aumento mi confianza en la vida!

¿Qué significa?

Significa que aunque no entienda el por qué de lo que me ha pasado negativo, aunque esté triste, enojado, decir GRACIAS a pesar de todo aumenta la confianza para creer que lo que pasó tiene un significado que me atraviesa, que al el momento que no logro captar, pero que podré interpretar y comprender dentro de poco (un día, una semana, un mes, un año).
Me niego a esperar hasta haber entendido, mientras tanto empiezo a dar gracias seguro que llegaré a comprender su significado.

En lugar de sentirme VÍCTIMA de la mala suerte, del destino adverso, de pensar que alguien me ha tendido una trampa o deliberadamente quiere hacerme daño, trato de imaginar que la vida me está poniendo a prueba, acojo lo que me sucede confiado en que pronto podré comprender el significado de los acontecimientos difíciles y dolorosos.



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