"Si no Hubiera Sido Tan rico, hubiera podido ser un buen hombre", algo así le espetó Charles Foster Kane a su banquero. El sobreactuante Orson Welles, que no es precisamente uno de mis actores/directores/guionistas favoritos (y menos estando enterrado en la finca del torero Antonio Ordóñez cerca de Ronda) dirigió y protagonizó Ciudadano Kane, una película a mi modesto modo de ver un tanto sobrevalorada aunque considerada por algunos la mejor de la historia del cine. El leitmotiv de la película no es otro que la crónica de la búsqueda por parte del alter ego de William Randolph Hearst de la felicidad, y la conclusión final de que al morir cayó en la cuenta de que su vida podía haber sido distinta y feliz sin su mina de oro, su Enquirer, y su megalomanía desmedida. Simplemente recordó a Rosebud, su trineo allá en las montañas del midwest americano y la felicidad que disfrutó décadas antes, cuando era un niño pobre.

"Si no hubiera sido tan imbécil, estaría en la reunión de Washington", sería una interpretación (un tanto forzada, lo reconozco) que haría Zetapé de su Rosebud particular. Y tal vez su momentum fatal fue aquel día en el que se sentó al paso de la bandera norteamericana en el desfile del 12 de octubre de 2003. El mononeuronal Bush no se lo perdonó nunca, pero el verdadero problema es que ningún presidente de EEUU (incluido Barack Obama, si gana las elecciones) le perdonará, porque en ese país se toman muy en serio las ofensas a sus símbolos sea quien sea el partido que gobierne.

Cuando Zetapé deje de existir (Dios le guarde muchos años para que pueda ver a Gallardón o a Aguirre, o a los dos, como Presidentes del Gobierno) su última palabra será "Colón", y los exégetas de turno intentarán averiguar lo que el impar mandatario quería decir. Los "periodistas" de PRISA y los ""periodistas"" de Público (véase que pongo dobles comillas porque si los primeros son dudosos, los otros no ofrecen duda alguna de su falta de principios) intentarán interpretar su significado, pero no caerán en que Zetapé se referirá a aquella mañana de octubre en la Plaza de Colón de Madrid en la que selló su destino para siempre.

Mientras llega su momento Rosebud, ahí está nuestro mandatario mendigando apoyos para asistir a la cumbre del 15 de noviembre que se supone que refundará el capitalismo. Incluso en el serio Financial Times hacen bromas con ello. Al final no tendrá silla y le pondrán una banqueta de Ikea en la esquina de una mesa, y tendrá que gorronearle agua de la botella al presidente de país que tenga al lado. Beberá "a morro", porque hace falta tener morro y poca dignidad para mendigar un puesto para hacerse la "afoto". La no invitación de Bush es una no invitación muy personal: Si en cinco años todo el diálogo que han tenido fue aquel inolvidable "Jola, ammigou" que con acento texano le brindó el americano, no sé cómo espera que George "Doble B" le llame para que el catering de la reunión le salga más caro en estos tiempos de crisis. Y es que Zetapé no aportará nada al summit de Washington, pero pretenderá cenar lo mismo que todos e incluso picar canapés y croissants en los intermedios y coffee breaks. Y encima se comerá unos cuantos, porque estará tan patéticamente colgado como en aquella cumbre de la OTAN en Bucarest de hace unos meses.

El PIB español es el octavo del mundo, por encima por ejemplo del de Canadá, que es miembro de G-8. Las opiniones canadienses tampoco es que sean decisivas para la economía mundial, y su dependencia casi vital de las exportaciones hacia su vecino del sur hacen que su trascendencia no sea para tirar cohetes. Sin embargo Canadá es un país que en general cae bien a todo el mundo: para empezar no insulta a los demás, lo que ya es algo que tiene ganado frente a Zetapé y su dicharachero y pizpireto gobierno, que va haciendo amigos donde quiera que vaya un ministro o un miembro de la ejecutiva del PSOE, sea Pepiño Blanco o sea Miguel Sebastián.

Sin embargo, ser la octava economía mundial no da derecho a ser invitado. Podría parecer que lo que define estar en la reunión es tener una economía seria y respetada en el mundo, pero Argentina va a estar en la reunión como país emergente (yo en este caso traduzco "emergente" como en estado de emergencia), lo que hace que ese argumento no sea válido. Y que no se me echen encima mis amigos argentinos: hablo del gobierno que acaba de robarles sus planes de pensiones, posiblemente para pagar las inyecciones de bótox de su presidenta, no del país ni de sus habitantes, que a pesar de votar una y otra vez a los corruptos peronistas me merecen todo el respeto del mundo: También aquí gana Zetapé, así que no estamos libres de ser idiotas.

Tampoco estar entre los diez mayores inversores en el exterior da puntos, ni tener un sistema financiero de los más (si no el más) sólidos y rentables del mundo.

Nada de eso: Lo que George "unineuronal" Bush (en realidad, tiene dos neuronas: con una respira, y con la otra, gobierna) valora como país grande (no me refiero a los emergentes) es tener a alguien de quien se pueda fiar el mundo civilizado. Y ese no es precisamente Zetapé: "Colón", le recordaría el actual inquilino de la Casa Blanca. "Colón", le recordará el próximo, sea Obama o McCain. Lo de Colón llevó a retirar deprisa y corriendo las tropas españolas de Irak y recomendar a los demás países en Túnez que hicieran lo mismo. O lo que es lo mismo, pedir al mundo que dejara solo al "neotonto" Bush. Y eso no lo olvidan, ni lo olvidarán.

Por si fuera poco, los amigos del presi son de lo más querido y popular en las cancilllerías civilizadas: Chávez, Castro, Evo, Correa, Kirchner... todo un aval para generar confianza. Un repóker de ases del populismo, la demagogia goebblesiana más rancia y la ignorancia del Derecho. Sumemos a todo esto su gran aportación a la política internacional que es la "alianza de civilizaciones" que sólo sigue, por seguir algo, el turco Erdogan (el presidente con nombre de medicamento para el ardor de estómago), y no olvidemos que alguien debería haberles advertido de que lo importante es crear una "Alianza de los Civilizados", que no es precisamente lo mismo.

Rosebud y Colón, dos símbolos de lo que podía haber sido y no fue. Un trineo que se llamaba "capullo de rosa" (un pelín cursi Charles Foster Kane) y una silla en la que se sentó el capullo Zetapé un infausto día de octubre de 2003 al paso de las barras y estrellas. Tiempos aquellos los de Ansar, en los que la neurona de gobernar de Bush le recibía en su rancho de Texas casi cada semana con aquello de "mi ammigou", y el español decía con el mejor acento de los arrabales de Dallas lo de "stamos trabahando en ellou".

No olvidemos que además, el que invita es el que manda. Si yo hago una fiesta en mi casa, a esa fiesta viene quien yo quiera, sea para tomar unos gin&tonics o sea para refundar el capitalismo de las próximas décadas. Y si Zetapé no me gusta y además me va poniendo verde por ahí, pues no viene. Al fin y al cabo es mi casa y es mi fiesta.

Ahora, el pizpireto Sarkozy invita a Zetapé a la fiesta. Es aquello de "tengo un amigo que está colgado ¿te importa si lo llevo a tu party?". El francés podría ceder una de las dos sillas de Francia (tiene la suya y tiene la de la presidencia semestral de la UE) al español. El impresentable Zetapé ahora venderá esto como un éxito de su gestión diplomática, cuando lo que ha dado ante el mundo es un patético espectáculo de mendicidad diplomática. Y de mendacidad económico-electoral ante los españoles. Y además ¿a cambio de qué? Pues como dice Le Figaro, a cambio de todo lo que quiera Sarkozy, que será mucho.

"Rosebud", murmuró Kane al morir mientras dejaba caer una bola de cristal con un paisaje nevado en su interior.

"Colón", susurrará Zetapé cuando expire en su sillón, mientras en el suelo habrá una represetación del desfile del 12 de octubre a su paso por la Plaza de Colón de Madrid hecha con airgam-boys, en la que él está de pie mientras pasa la bandera norteamericana.