No tengo nada claro que la suma de PP y Vox alcance la mayoría absoluta tras las elecciones generales que teóricamente deben celebrarse dentro de un año. Las encuestas dan unos números muy ajustados. Y aún queda casi todo el año 2023, en el que el Gobierno va a intentar comprar todos los votos que pueda, por la vía de regar con fondos públicos a los colectivos de los que piensa que puede sacar mayor rédito electoral. A lo que hay que añadir un PP que piensa que la Moncloa le va a caer por herencia, sin tener que luchar por ella, y un Vox al que mucha gente no va a votar en ningún caso. Los dos grupos están en empate técnico y cualquier cosa puede pasar. Y a todo ello tenemos que sumar el dosier de Feijóo, que puede aparecer cuando más daño le haga. No pinta bien.

Pero aún si las matemáticas les sonríen y PP y Vox pueden llegar a formar Gobierno no sé si el desastre legislativo que Sánchez está montando tiene arreglo. Para empezar, la palabra de Feijóo no me merece ningún crédito. Pero supongo que muchos de los desatinos sanchistas los intentaría deshacer, primero por sentido de supervivencia política, vistas las consecuencias que tuvo para Rajoy su inacción, y segundo por la presión de Vox, que no puede darse el lujo de aceptar según qué cosas.

Aunque hay otra variable muy a tener en cuenta. La violencia callejera. Si Vox entra en el Gobierno arderán las calles con una alerta antifascista de esas que tanto le gustan a Pablo Iglesias, pero en esta ocasión en plan mega. Habrá que ver que PSOE sucede, en ese caso, al actual propiedad de Sánchez, si uno con algo de sentido común u otro en la misma línea que el actual.

Mas la división en la sociedad española ya es un hecho. Será difícil que lleguen políticos socialistas (de los comunistas de todo tipo mejor no hablar) que no intenten utilizarla en beneficio propio. Y en esas circunstancias no sé si un Gobierno de PP y Vox podría arreglar toda la tela de araña que desde el poder ha tejido esta alianza gubernamental socialista-comunista-secesionista-filoterrorista.