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Masacre en Niza

La Guerra continúa. Algunos siguen sin querer verlo, cierran los ojos y respiran hondo. No tienen que enterrar a nadie. En unos días, cuando el shock se pase, todo volverá a ser normal. Hasta el próximo ataque. Pero, ¿de verdad todo seguirá siendo igual?

Un sector del Islam ha declarado la guerra a nuestra forma de vida, a nuestras libertades y derechos. Sí, también ponen bombas en Irak, en Siria, en Líbano y en Libia, en Turquía, en Arabia, en Túnez, en Mauritania, en Níger... y en tantos países tan apartados de Occidente con el objetivo de hacerse fuertes, establecer un poder territorial desde el que asaltar Europa

La sociedad europea se resquebraja bajo la presión islamista dividida entre la Europa Naif y la realista.


Quienes no quieren ejercer su responsabilidad histórica, la Europa Naif, alegan que este conflicto tiene una naturaleza social, que con sonrisas, velas y flores se puede ablandar el corazón de los radicales. Tras Cada Ataque levantan memoriales y se envuelven en lamentos y condenas, de avatares con banderas y lazos negros, de viñetas sensiblonas, de ´je suis...´. Sus reacciones tienden a ser lacrimógenas y grandilocuentes. Prometen que ´no nos vencerán´ y se entregan a la resistencia pasiva. Una parte de ellos va aún más lejos. Insiste tras cada ataque en autoflagelarse impulsando un discurso dual. Por una parte nos los merecemos, hemos colonizado sus países, les hemos robado sus recursos y les hemos negado toda oportunidad de prosperar en nuestros países. A los pobres les hemos empujado al yihadismo. La solución, recurrente, pasa por la integración, el multuculturalismo y la tolerancia. Algunos, en su afán por autocastigarse, están construyendo un nuevo relato que supuestamente pondría en evidencia la supuesta hipocresía de Occidente:  hace dos semanas 309 personas murieron en un ataque similar en Bagdad y nadie cambió su foto de perfil en Facebook.

Por otra parte emerge un sector realista en la sociedad europea. Son ciudadanos que han entendido que estamos en guerra. No diferencia entre islamismo y yihadismo porque entiende que son dos caras de la misma moneda. Se trata de europeos que por la razón que sea  han desarrollado un profundo apego por ciertos derechos y libertades que consideran esenciales y se sienten atacados de igual manera tanto por la violencia suave del islamismo (sometimiento de la mujer, posiciones homófobas, antisemitismo, imposición de la religión por encima de todas las cosas) como por su versión dura que se manifiesta en forma de ataques terroristas. Los realistas se sienten también ofendidos por esa masa de europeos naif que ofrece una resistencia de manos caídas frente a ambas formas de violencia, la suave y la dura. Entienden que afortunadamente nunca estuvo en sus manos liberar a Europa del yugo del nazismo porque a Hitler no se le derrotó con flores y velas. Yo me cuento entre estos últimos. 

La única culpa y responsabilidad que Francia puede tener en lo que anoche ocurrió en Niza es no haber detenido al terrorista antes de que atentara. El colonialismo, la guerra de Irak, la falta de integración y cualquier otra excusa que los islamistas, con el soporte moral de los naif, puedan presentar son eso, excusas. Ya escribiré sobre este mito de la victimización de los musulmanes próximamente pero baste un dato para abrir boca: el Islam se fundó en el año 622 en la península arábiga cuando ya existía una Europa cristiana y un pueblo judío asentado en la región de Palestina. En el 771 habían llegado hasta los Pirineos. A partir de ahí se sucede una Reconquista en Europa Occidental y Oriental que lleva a las potencial europeas a asentarse en el norte de África como forma de asugurar que no volviesen a las andadas. Es lo que se conoce como ´colonialismo´. El conflicto existe pues desde el mismo nacimiento de Islam y si bien por aquel entonces se trataban de guerras santas de conquista, Europa avanzó hacía estados laicos en los que el derecho sustituyó a la Biblia y los parlamentos sustituyeron a los Papas. Para el Islam Sin Embargo Nada cambió. Alejar el zoom y observar los aconteciemientos históricos con una cierta perspectiva ayuda a entender muchas cosas pero volvamos a julio de 2016. 

Los realistas empiezan a rechazar las proclamas de paz y amor de los naif que han infectado a los partidos políticos tradicionales. Palabros como multiculturalismo o tolerancia son términos huecos para los europeos que viven en el epicentro de la guerra. Permítanme recurrir a lo que ya escribí hace cuatro meses tras los atentados de Bruselas, el multiculturalismo no existe. Los barrios en los que los musulmanes se asientan se convierten en barrios monolíticos, monoculturales, burbujas apartadas del resto de la ciudad. Burbujas creadas por los mismos musulmanes, no por los habitantes originales que les agasajan con constantes cesiones. En Bélgica, ya lo escribí entonces, los partidos naif han convertido los menús de los colegios públicos al halal y han sustituído las vacaciones de Navidad y Semana Santa, de cristiano origen, por las festividades de Invierno y Primavera. Los realistas se ven empujados a opciones no tradicionales. Opciones alegremente catalogadas como ´islamófobas´ (¿por que nadie habla de la occidentalofobia, antisemitismo, homofobia, misoginia y libertofobia de los musulmanes?) emergen en Francia, Holanda, Dinamarca, Bélgica, Suecia, Polonia mientras en el Reino Unido los ciudadanos deciden abandonar el barco de una Unión Europea tomada por los naif. 

Un pequeño apunte dedicado a los naif que intentan construir una nueva trinchera argumental en la supuesta hipocresía de los insensibles occidentales que no lamentan en Facebook los ataques terroristas que se producen en países no-occidentales: va en la naturaleza humana el empatizar con el padecimiento de un semejante, más aún si dicho padecimiento es considerado aleatorio e injusto, pues forma parte de la misma naturaleza humana, de la más primitiva, el sufrir con y por el sufrimiento de otros. Hemos sufrido con cada huracán, con cada terremoto, con cada tsunami. La Unión Europea, como tal, es el primer donante de cooperación internacional del mundo, esto sin contar con los programas de cooperación de cada país europeo al margen del paraguas comunitario. Los españoles en concreto seguimos batiendo records de donación de sangre, órganos y también ayuda financiera incluso en los peores momentos de nuestra crisis. Pero estoy seguro, no me cabe la más mínima duda, que incluso aquellos naif que sospechan de nuestra solidaridad con Niza porque no mostramos el mismo dolor con Bagdad no lloran igual a un hermano que a un desconocido. Sufren, no lo dudo, pero el dolor por la muerte de un padre no es el mismo que el dolor por la muerte de un vecino, y el dolor por la muerte de un vecino no es igual que el dolor por la muerte de un desconocido. Todos duelen, y todos lloramos a nuestros muertos. A todos nos atravesó el corazón, como una daga de hielo, la imagen del niño Aylan inerte en una playa de Turquía, e incluso ese sufrimiento solidario fue criticado, pero hasta el más naif de Europa habría roto todos los decibelios con su llanto si ese niño hubiera sido su propio hijo, o su hermano. No podemos sentirnos culpables por sentir más cercano, más propio, el sufrimiento de nuestros vecinos franceses, nuestros hermanos franceses con los que tantos lazos nos unen.

Nada de esto sorprende, sin embargo. Nada de esto es ajeno a la trayectoria y evolución de la historia. Tras cada ataque islamista muchos insistimos en la misma idea: nos resistimos a aceptarlo pero la guerra nos ha sido declarada. Nos van a Seguir Atacando Porque adoramos a otros dioses, o porque no adoramos a ninguno. Nos van a seguir atacando porque nuestras mujeres dirigen, porque nuestros gays lo son abiertamente, porque no somos como ellos. Y aquí, hay que insistir en ello, tenemos solo dos opciones: o defendernos o correr.






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