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El mensaje de Karl Marx en síntesis

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 Karl Marx
(5 de mayo de 1818 – 14 de marzo de 1883)

Mausoleo de Karl Marx en el cementerio de Highgate, en Londres. Según el periodista estadounidense John Swinton, del New York Sun, si el gran pensador socialista hubiera podido grabar su propio epitafio hubiera escrito ¡Luchar!. El 14 de marzo se recuerda EL aniversario de la desaparición física del incansable defensor de los trabajadores del mundo.

EL MENSAJE DE KARL MARX EN SÍNTESIS
Textos seleccionados y ordenados por César Vásquez

Contenido


I. Conciencia y concienciación
II. Crítica
III. Razón y dogmatismo
IV. Ideas dominantes
V. Filosofía y cambio social
VI. Materialismo histórico
VII. Historia
VIII. Proceso social
IX. Desarrollo de las sociedades
X. Lucha de clases
XI. Burguesía
XII. Psicología capitalista
XIII. Proletariado
XIV. Pequeña burguesía
XV. Lumpemproletariado
XVI. Explotación
XVII. Propiedad privada de los medios de producción
XVIII. Salario
XIX. Alienación
XX. Religión
XXI. Globalización
XXII. Crisis
XXIII. Regulación social de la producción
XXIV. Libre comercio
XXV. Economistas
XXVI. Democracia
XXVII. Violencia
XXVIII. Dictadura del proletariado
XXIX. Comunismo
XXX. Producción cooperativa
XXXI. Educación
XXXII. Internacionalismo
XXXIII. Mujer y matrimonio
XXXIV. Judaísmo y capitalismo
XXXV. Familia
XXXVI. Políticos y corrupción
XXXVII. Opinión pública
XXXVIII. Culto a la personalidad

I. Conciencia y concienciación

CON-1. En el corazón de los hombres debe despertarse la autoestima del ser humano y su libertad. Únicamente este sentimiento, que desapareció del mundo con los griegos y que con el cristianismo se desvaneció en la bruma celeste de los cielos, puede transformar, una vez más, la sociedad en una comunidad de seres humanos que trabajen por el logro de los propósitos más elevados, un estado democrático.
Carta a Arnold Ruge (1843)

CON-2. La reforma de la conciencia consiste únicamente en hacer que el mundo sea consciente de su propia conciencia, en despertarlo de la ensoñación que tiene de sí mismo, en explicarle el significado de sus propias acciones.
Carta a Arnold Ruge (1843)

CON-3. Nada nos impide vincular nuestra crítica con la crítica de la política, con tomar partido en política, con participar en luchas reales e identificarnos con ellas. Por consiguiente, no nos enfrentamos al mundo en actitud doctrinaria, proclamando un nuevo principio: ‘¡Ésta es la verdad, arrodíllense ante ella!’ Desarrollamos nuevos principios para el mundo a base de los propios principios del mundo. No le decimos al mundo: ‘Termina con tus luchas, pues son tontas; queremos darte la verdadera consigna de lucha’. Nos limitamos a mostrarle al mundo aquello por lo qué está luchando en realidad. La conciencia es algo que tendrá que adquirir, aunque no lo quiera.
Carta a Arnold Ruge (1843)

Arnold Ruge


II. Crítica

CRI-1. Si la construcción del futuro y su consumación por todos los tiempos no va ser nuestro Trabajo, entonces está aún más clara nuestra tarea en este momento. Me refiero a la crítica implacable de todas las condiciones existentes, implacable en el sentido que la crítica no debe atemorizarse de sus resultados ni de enfrentarse a los poderes existentes.
Carta a Arnold Ruge (1843)

CRI-2. El arma de la crítica no puede, por supuesto, reemplazar a la crítica del arma; la fuerza material debe ser derribada por la fuerza material. Sin embargo, la teoría se convierte en fuerza material tan pronto como es comprendida por las masas.
Introducción a la Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel (1843)

CRI-3. La teoría tiene la capacidad de atraer a las masas tan pronto como es capaz de explicar al hombre, y explica al hombre tan pronto como llega a ser radical. Ser radical es comprender la raíz del asunto. Para el hombre, la raíz del asunto es el hombre mismo.
Introducción a la Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel (1843)


Página de la Introducción a la Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel (1843)


III. Razón y dogmatismo

RAZ-1. La razón ha existido siempre, pero no siempre en una forma racional.
Carta a Arnold Ruge (1843)

RAZ-2. Toda ciencia sería superflua, estaría de más, si la forma de manifestarse las cosas y la esencia de éstas coincidiese directamente.
El capital, volumen 3, “La fórmula trinitaria” (1894)

RAZ-3. No estoy a favor de establecer una propuesta dogmática. Por el contrario, debemos tratar de ayudar a los dogmáticos a hacer que sus proposiciones sean claras para ellos mismos.
Carta a Arnold Ruge (1843)


Portada de la primera edición de El Capital. La obra fue escrita en alemán y publicada en Hamburgo, Alemania, en 1867.

IV. Ideas dominantes

IDE-1. Las ideas dominantes en cualquier época no han sido nunca más que las ideas de la clase dominante.
Manifiesto Comunista (1848)

IDE-2. Las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época; o, dicho en otros términos, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante.
La ideología alemana (1845)

IDE-3. La clase que tiene a su disposición los medios para la producción material dispone con ello, al mismo tiempo, de los medios para la producción espiritual, lo que hace que se le sometan, al propio tiempo, por término medio, las ideas de quienes carecen de los medios necesarios para producir espiritualmente.
La ideología alemana (1845)

IDE-4. Las ideas dominantes no son otra cosa que la expresión ideal de las relaciones materiales dominantes, las mismas relaciones materiales dominantes concebidas como ideas; por tanto, las relaciones que hacen de una determinada clase la clase dominante son también las que confieren el papel dominante a sus ideas.
La ideología alemana (1845)



IDE-5. Los individuos que forman la clase dominante tienen también, entre otras cosas, la conciencia de ello y piensan a tono con ello; por eso, en cuanto dominan como clase y en cuanto determinan todo el ámbito de una época histórica, se comprende de suyo que lo hagan en toda su extensión y, por tanto, entre otras cosas, también como pensadores, como productores de ideas, que regulen la producción y distribución de las ideas de su tiempo; y que sus ideas sean, por ello mismo, las ideas dominantes de la época.
La ideología alemana (1845)

IDE-6. Cada nueva clase que pasa a ocupar el puesto de la que dominó antes de ella se ve obligada, para poder llevar adelante los fines que persigue, a presentar su propio interés como el interés común de todos los miembros de la sociedad, es decir, expresando esto mismo en términos ideales, a imprimir a sus ideas la forma de lo general, a presentar estas ideas como las únicas racionales y dotadas de vigencia absoluta.
La ideología alemana (1845)



Portada de La ideología alemana

V. Filosofía y cambio social

FIL-1. Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo.
Tesis sobre Feuerbach (1845)

FIL-2. No puedo ir a Ginebra. Considero que lo que estoy haciendo mediante este trabajo es mucho más importante para la clase trabajadora que cualquier cosa que pudiera estar en capacidad de hacer en cualquier congreso.
Carta a Ludwig Kugelmann (1866)


Ludwig Feuerbach


VI. Materialismo histórico

MAT-1. En la producción social de su vida, los hombres contraen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a una fase determinada de desarrollo de sus Fuerzas Productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual en general.
Prólogo de la Contribución a la Crítica de la Economía Política (1859)

MAT-2. No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia.
Prólogo de la Contribución a la Crítica de la Economía Política (1859)

MAT-3. El régimen de producción vigente en una época dada y las relaciones de producción propias de este régimen, en una palabra la estructura económica de la sociedad, es la base real sobre la que se alza la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social.
El Capital, “La mercancía” (1867)

MAT-4. El régimen de producción de la vida material condiciona todo el proceso de la vida social, política y espiritual.

El Capital, “La mercancía” (1867)

MAT-5. La concepción materialista de la historia también tiene ahora muchos amigos de esos, para los cuales no es más que un pretexto para no estudiar la historia. Marx dijo a fines de la década de 1870, refiriéndose a los “marxistas” franceses: “Lo único que sé es que no soy marxista”.
Carta de Friedrich Engels a Konrad Schmidt (1890)

MAT-6. [Con el capitalismo] se estableció la libre competencia, con una constitución social y política adecuada a ella y con la dominación económica y política de la clase burguesa.
Manifiesto Comunista (1848)


Primer borrador del Manifiesto Comunista

VII. Historia

HIS-1. Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa.
El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte (1852)

HIS-2. Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado.
El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte (1852)

HIS-3. La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos.
El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte (1852)



HIS-4. Las revoluciones son las locomotoras de la historia.

Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850 (1850)

HIS-5. La historia es el juez – el verdugo, el proletario.
Discurso en el aniversario de "The People’s Paper" (1856)

HIS-6. La historia no permite que nadie se burle de ella.
La cuestión judía (1844)



Portada de la revista Die Revolution” que incluye el artículo El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte” (1852)

VIII. Proceso social



PRO-1. El comunismo no es un estado que debe implantarse, un ideal al que haya de sujetarse la realidad. Nosotros llamamos comunismo al movimiento real que anula y supera el actual estado de cosas. Las condiciones de este movimiento se desprenden de las premisas existentes en la actualidad.
La ideología alemana (1845)

PRO-2. Los obreros no tienen ninguna utopía lista para implantarla por decreto del pueblo. Saben que para conseguir su propia emancipación. y con ella esa forma superior de vida hacia la que tiende irresistiblemente la sociedad actual por su propio desarrollo económico, tendrán que pasar por largas luchas, por toda una serie de procesos históricos, que transformarán completamente las circunstancias y los hombres. Ellos no tienen que realizar ningunos ideales, sino simplemente dar rienda suelta a los elementos de la nueva sociedad que la vieja sociedad burguesa agonizante lleva en su seno.
La guerra civil en Francia (1871)

PRO-3. Cada paso de movimiento real vale más que una docena de programas.
Carta a Wilhelm Bracke (1875)


IX. Desarrollo de las sociedades

DES-1. Los países industrialmente más desarrollados no hacen más que poner delante de los países menos progresivos el espejo de su propio porvenir.

El capital, prólogo (1867)

DES-2. Una nación debe y puede aprender de otra. Incluso en el caso en que una sociedad haya llegado a descubrir la pista de la ley natural que preside su movimiento –y la finalidad última de esta obra es descubrir la ley económica que preside el movimiento de la sociedad moderna–, jamás podrá saltar ni suprimir por decreto las fases naturales de su desarrollo. Podrá únicamente acortar y mitigar los dolores del parto.
El capital, prólogo (1867)

DES-3. Al llegar a una determinada fase de desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes, o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas. Y se abre así una época de revolución social. Al cambiar la base económica, se revoluciona, más o menos rápidamente, toda la inmensa superestructura erigida sobre ella.
Prólogo de la Contribución a la Crítica de la Economía Política (1859)

DES-4. La revolución que el socialismo moderno procura alcanzar es, en una palabra, la victoria del proletariado sobre la burguesía y el establecimiento de una nueva organización de la sociedad mediante la destrucción de todas las diferencias de clase. Esto requiere no sólo un proletariado que lleve adelante dicha revolución, sino también una burguesía en cuyas manos las fuerzas productivas sociales se hayan desarrollado tanto, que ellas permitan la destrucción final de las diferencias de clase.
Sobre las relaciones sociales en Rusia (1874)

DES-5. Ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más altas relaciones de producción antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado en el seno de la propia sociedad antigua. Por eso, la humanidad se propone siempre únicamente los objetivos que puede alcanzar, pues, bien miradas las cosas, vemos siempre que estos objetivos sólo brotan cuando ya se dan o, por lo menos, se están gestando, las condiciones materiales para su realización.
Prólogo de la Contribución a la Crítica de la Economía Política (1859)

DES-6. Sólo en un determinado nivel de desarrollo de estas fuerzas productivas sociales, inclusive a un muy elevado nivel para nuestras condiciones modernas, llega a ser posible el aumento de la producción hasta el punto en que la abolición de las diferencias de clase puede constituir progreso real, y puede ser duradera sin originar el estancamiento o inclusive la declinación en el modo de producción social. Sin embargo, las fuerzas productivas sólo han alcanzado este nivel de desarrollo en las manos de la burguesía. Por consiguiente, en este respecto, la burguesía es tan necesaria como precondición para la revolución socialista como lo es el propio proletariado. Por ello, alguien que afirme que dicha revolución puede llevarse a cabo más fácilmente en un país en el que, a pesar que no hubiera proletariado tampoco hubiera burguesía, sólo prueba que aún tiene que aprender el ABC del socialismo.
Sobre las relaciones sociales en Rusia (1874) 


Portada de la primera edición del Manifiesto Comunista. Escrito en alemán, el Manifiesto” fue publicado en Londres en febrero de 1848.

X. Lucha de clases

LUC-1. La historia de todas las sociedades hasta nuestros días es la historia de las luchas de clases.
Manifiesto Comunista (1848)

LUC-2. Nuestra época, la época de la burguesía, se distingue, sin embargo, por haber simplificado las contradicciones de clase. Toda la sociedad va dividiéndose, cada vez más, en dos grandes campos enemigos, en dos grandes clases, que se enfrentan directamente: la burguesía y el proletariado.
Manifiesto Comunista (1848)

LUC-3. Durante cerca de cuarenta años hemos enfatizado que la lucha de clases es la fuerza motriz inmediata de la historia y, en particular, que la lucha de clases entre la burguesía y el proletariado es la gran palanca de la revolución social moderna. Por ello, no nos es posible cooperar con gente que quiere eliminar del movimiento dicha lucha de clases. En la fundación de la Internacional expresamente formulamos el grito de batalla: la emancipación de la clase trabajadora debe ser alcanzada por la propia clase trabajadora. Por consiguiente, no podemos cooperar con gente que afirma abiertamente que es tal la falta de educación de los trabajadores para emanciparse ellos mismos, que primero deben ser emancipados desde arriba por los miembros filantrópicos, altos y medios, de las clases medias.
Carta circular a August Bebel, Wilhelm Liebknecht, Wilhelm Bracke y otros (1879)



LUC-4. Toda lucha de clases es una lucha política.

Manifiesto Comunista (1848)

LUC-5. Es un hecho extraño. A pesar de todo lo que se ha hablado y se ha escrito con tanta profusión, durante los últimos sesenta años, acerca de la emancipación del trabajo, apenas en algún sitio los obreros toman resueltamente la cosa en sus manos, vuelve a resonar de pronto toda la fraseología apologética de los portavoces de la sociedad actual, con sus dos polos de capital y esclavitud asalariada (hoy, el propietario de tierras no es más que el socio comanditario del capitalista), como si la sociedad capitalista se hallase todavía en su estado más puro de inocencia virginal, con sus antagonismos todavía en germen, con sus engaños todavía encubiertos, con sus prostituidas realidades todavía sin desnudar.
La guerra civil en Francia (1871)

LUC-6. Al esbozar las fases más generales del desarrollo del proletariado, hemos seguido el curso de la guerra civil más o menos oculta que se desarrolla en el seno de la sociedad existente, hasta el momento en que se transforma en una revolución abierta, y el proletariado, derrocando por la violencia a la burguesía, implanta su dominación.
Manifiesto Comunista (1848)

LUC-7. Por su forma, aunque no por su contenido, la lucha del proletariado contra la burguesía es primeramente una lucha nacional. Es natural que el proletariado de cada país deba acabar en primer lugar con su propia burguesía.
Manifiesto Comunista (1848)

LUC-8. El poder político, hablando propiamente, es la violencia organizada de una clase para la opresión de otra.
Manifiesto Comunista (1848)

XI. Burguesía

BUR-1. La burguesía ha desempeñado en la historia un papel altamente revolucionario.
Manifiesto Comunista (1848)

BUR-2. La burguesía no puede existir sino a condición de revolucionar incesantemente los instrumentos de producción y, por consiguiente, las relaciones de producción, y con ello todas las relaciones sociales. La conservación del antiguo modo de producción era, por el contrario, la primera condición de existencia de todas las clases industriales precedentes. Una revolución continua en la producción, una incesante conmoción de todas las condiciones sociales, una inquietud y un movimiento constantes distinguen la época burguesa de todas las anteriores. Todas las relaciones estancadas y enmohecidas, con su cortejo de creencias y de ideas veneradas durante siglos, quedan rotas; las nuevas se hacen añejas antes de llegar a osificarse. Todo lo estamental y estancado se esfuma; todo lo sagrado es profanado, y los hombres, al fin, se ven forzados a considerar serenamente sus condiciones de existencia y sus relaciones recíprocas.
Manifiesto Comunista (1848)

BUR-3. La burguesía, a lo largo de su dominio de clase, que cuenta apenas con un siglo de existencia, ha creado fuerzas productivas más abundantes y más grandiosas que todas las generaciones pasadas juntas. El sometimiento de las fuerzas de la naturaleza, el empleo de las máquinas, la aplicación de la química a la industria y a la agricultura, la navegación de vapor, el ferrocarril, el telégrafo eléctrico, la asimilación para el cultivo de continentes enteros, la apertura de los ríos a la navegación, poblaciones enteras surgiendo por encanto, como si salieran de la tierra. ¿Cuál de los siglos pasados pudo sospechar siquiera que semejantes fuerzas productivas dormitasen en el seno del trabajo social?
Manifiesto Comunista (1848)

BUR-4. La burguesía suprime cada vez más el fraccionamiento de los medios de producción, de la propiedad y de la población. Ha aglomerado la población, centralizado los medios de producción y concentrado la propiedad en manos de unos pocos. La consecuencia obligada de ello ha sido la centralización política.
Manifiesto Comunista (1848)

BUR-5. La burguesía ha sometido el campo al dominio de la ciudad. Ha creado urbes inmensas; ha aumentado enormemente la población de las ciudades en comparación con la del campo, substrayendo una gran parte de la población al idiotismo de la vida rural. Del mismo modo que ha subordinado el campo a la ciudad, ha subordinado los países bárbaros o semibárbaros a los países civilizados, los pueblos campesinos a los pueblos burgueses, el Oriente a Occidente.
Manifiesto Comunista (1848)

BUR-6. Cada etapa de la evolución recorrida por la burguesía ha ido acompañada del correspondiente progreso político… La burguesía, después del establecimiento de la gran industria y del mercado mundial, conquistó finalmente la hegemonía exclusiva del poder político en el Estado representativo moderno. El Gobierno del Estado moderno no es más que una junta que administra los negocios comunes de toda la clase burguesa.
Manifiesto Comunista (1848)

BUR-7. La condición esencial de la existencia y de la dominación de la clase burguesa es la acumulación de la riqueza en manos de particulares, la formación y el acrecentamiento del capital.
Manifiesto Comunista (1848)

XII. Psicología capitalista

PSI-1. Como capitalista, él no es más que el capital personificado. Su alma es el alma del capital. Y el capital no tiene más que un instinto vital: el instinto de acrecentarse, de crear plusvalía, de absorber con su parte constante los medios de producción, la mayor masa posible de trabajo excedente.
El capital, volumen I, “La jornada de trabajo” (1867)

PSI-2. El capital es trabajo muerto que no sabe alimentarse, como los vampiros, más que chupando trabajo vivo, y que vive más cuanto más trabajo vivo chupa.
El capital, volumen I, “La jornada de trabajo” (1867)

PSI-3. Este afán absoluto de enriquecimiento, esta carrera desenfrenada en pos del valor, hermana al capitalista y al avaro; pero, mientras que éste no es más que el capitalista trastornado, el capitalista es el avaro racional.
El capital, volumen I, capítulo 4 (1867)

PSI-4. Al capital no le importa la salud ni la duración de la vida del obrero, a menos que la sociedad lo obligue a tomarlas en consideración.
El capital, volumen I, “La jornada de trabajo” (1867)

PSI-5. Un maestro de escuela es obrero productivo si, además de moldear las cabezas de los niños, moldea su propio trabajo para enriquecer al patrón. El hecho de que éste invierta su capital en una fábrica de enseñanza en vez de invertirlo en una fábrica de salchichas no altera en lo más mínimo los términos del problema.
El capital, volumen I, “Plusvalía absoluta y relativa” (1867)

XIII. Proletariado

PRO-1. En la misma proporción en que se desarrolla la burguesía, es decir, el capital, se desarrolla también el proletariado, la clase de los obreros modernos, que no viven sino a condición de encontrar trabajo, y lo encuentran únicamente mientras su trabajo acrecienta el capital. Estos obreros, obligados a venderse al por menor, son una mercancía como cualquier otro artículo de comercio, sujeta, por tanto, a todas las vicisitudes de la competencia, a todas las fluctuaciones del mercado.
Manifiesto Comunista (1848)

PRO-2. La burguesía no ha forjado solamente las armas que deben darle muerte; ha producido también los hombres que empuñarán esas armas: los obreros modernos, los proletarios.
Manifiesto Comunista (1848)

PRO-3. De todas las clases que hoy se enfrentan con la burguesía, sólo el proletariado es una clase verdaderamente revolucionaria. Las demás clases van degenerando y desaparecen con el desarrollo de la gran industria; el proletariado, en cambio, es su producto más peculiar.

Manifiesto Comunista (1848)

XIV. Pequeña burguesía

PEQ-1. En los países donde se ha desarrollado la civilización moderna se ha formado –y, como parte complementaria de la sociedad burguesa, sigue formándose sin cesar– una nueva clase de pequeños burgueses que oscila entre el proletariado y la burguesía. Los individuos que la componen se ven continuamente precipitados a las filas del proletariado a causa de la competencia, y, con el desarrollo de la gran industria, ven aproximarse el momento en que desaparecerán por completo como fracción independiente de la sociedad moderna y en que serán remplazados en el comercio, en la manufactura y en la agricultura por capataces y empleados.

Manifiesto Comunista (1848)


PEQ-2. La burguesía ha despojado de su aureola a todas las profesiones que hasta entonces se tenían por venerables y dignas de piadoso respeto. Al médico, al jurisconsulto, al sacerdote, al poeta, al hombre de ciencia, los ha convertido en sus servidores asalariados.
Manifiesto Comunista (1848)

PEQ-3. Los estamentos medios –el pequeño industrial, el pequeño comerciante, el artesano, el campesino–, todos ellos luchan contra la burguesía para salvar de la ruina su existencia como tales estamentos medios. No son, pues, revolucionarios, sino conservadores. Más todavía, son reaccionarios, ya que pretenden volver atrás la rueda de la Historia. Son revolucionarios únicamente por cuanto tienen ante sí la perspectiva de su tránsito inminente al proletariado, defendiendo así no sus intereses presentes, sino sus intereses futuros, por cuanto abandonan sus propios puntos de vista para adoptar los del proletariado.
Manifiesto Comunista (1848)

PEQ-4. Una vez que el obrero ha sufrido la explotación del fabricante y ha recibido su salario en metálico, se convierte en víctima de otros elementos de la burguesía: el casero, el tendero, el prestamista, etc. Pequeños industriales, pequeños comerciantes y rentistas, artesanos y campesinos, toda la escala inferior de las clases medias de otro tiempo, caen en las filas del proletariado; unos, porque sus pequeños capitales no les alcanzan para acometer grandes empresas industriales y sucumben en la competencia con los capitalistas más fuertes; otros, porque su habilidad profesional se ve depreciada ante los nuevos métodos de producción. De tal suerte, el proletariado se recluta entre todas las clases de la población.
Manifiesto Comunista (1848)

XV. Lumpemproletariado

LUM-1. El lumpemproletariado, ese producto pasivo de la putrefacción de las capas más bajas de la vieja sociedad, puede a veces ser arrastrado al movimiento por una revolución proletaria; sin embargo, en virtud de todas sus condiciones de vida está más bien dispuesto a venderse a la reacción para servir a sus maniobras.
Manifiesto Comunista (1848)

XVI. Explotación

EXP-1. Dondequiera que ha conquistado el poder, la burguesía ha destruido las relaciones feudales, patriarcales, idílicas. Las abigarradas ligaduras feudales que ataban al hombre a sus “superiores naturales” las ha desgarrado sin piedad para no dejar subsistir otro vínculo entre los hombres que el frío interés, el cruel “pago al contado”. Ha ahogado el sagrado éxtasis del fervor religioso, el entusiasmo caballeresco y el sentimentalismo del pequeño burgués en las aguas heladas del cálculo egoísta. Ha hecho de la dignidad personal un simple valor de cambio. Ha sustituido las numerosas libertades, escrituradas y adquiridas por el único y desalmado libre comercio. En una palabra, en lugar de la explotación velada por ilusiones religiosas y políticas, ha establecido una explotación abierta, descarada, directa y brutal.
Manifiesto Comunista (1848)

EXP-2. En la medida en que se permita la existencia de la relación entre trabajo asalariado y capital, no importa cuán favorable sean las condiciones en las cuales tiene lugar el intercambio de mercancías. Siempre existirá una clase que explotará y una clase que será explotada.
Discurso sobre el libre comercio (1848)

EXP-3. ¿Es que el trabajo asalariado, el trabajo del proletario, crea propiedad para el proletario? De ninguna manera. Lo que crea es capital, es decir, la propiedad que explota al trabajo asalariado y que no puede acrecentarse sino a condición de producir nuevo trabajo asalariado, para volver a explotarlo.
Manifiesto Comunista (1848)

EXP-4. La prosperidad de la burguesía presupone como necesario el sufrimiento de las clases trabajadoras.
Discurso sobre el libre comercio (1848)

XVII. Propiedad privada de los medios de producción

PRP-1. En todos estos movimientos [los comunistas] ponen en primer término, como cuestión fundamental del movimiento, la cuestión de la propiedad, cualquiera que sea la forma más o menos desarrollada que ésta revista.
Manifiesto Comunista (1848)

PRP-2. El rasgo distintivo del comunismo no es la abolición de la propiedad en general, sino la abolición de la propiedad burguesa.
Manifiesto Comunista (1848)



PRP-3. La propiedad privada burguesa moderna es la última y más acabada expresión del modo de producción y de apropiación de lo producido basado en los antagonismos de clase, en la explotación de los unos por los otros.

En este sentido, los comunistas pueden resumir su teoría en esta fórmula única: abolición de la propiedad privada.

Manifiesto Comunista (1848)



PRP-4. Todas las clases que en el pasado lograron hacerse dominantes trataron de consolidar la situación adquirida sometiendo a toda la sociedad a las condiciones de su modo de apropiación. Los proletarios no pueden conquistar las fuerzas productivas sociales, sino aboliendo su propio modo de apropiación en vigor, y, por tanto, todo modo de apropiación existente hasta nuestros días. Los proletarios no tienen nada que salvaguardar; tienen que destruir todo lo que hasta ahora ha venido garantizando y asegurando la propiedad privada existente.
Manifiesto Comunista (1848)

PRP-5. Os horrorizáis que queramos abolir la propiedad privada. Pero, en vuestra sociedad actual, la propiedad privada está abolida para las nueve décimas partes de sus miembros; existe precisamente porque no existe para esas nueve décimas partes. Nos reprocháis, pues, el querer abolir una forma de propiedad que no puede existir sino a condición de que la inmensa mayoría de la sociedad sea privada de propiedad.
En una palabra, nos acusáis de querer abolir vuestra propiedad.
Efectivamente, eso es lo que queremos.
Manifiesto Comunista (1848)

PRP-6. ¡La Comuna, exclaman, pretende abolir la propiedad, base de toda civilización! Sí, caballeros, la Comuna pretendía abolir esa propiedad de clase que convierte el trabajo de muchos en la riqueza de unos pocos. La Comuna aspiraba a la expropiación de los expropiadores. Quería convertir la propiedad individual en una realidad, trasformando los medios de producción, la tierra y el capital, que hoy son fundamentalmente medios de esclavización y de explotación del trabajo, en simples instrumentos de trabajo libre y asociado.
La guerra civil en Francia (1871)

PRP-7. El comunismo no arrebata a nadie la facultad de apropiarse de los productos sociales; no quita más que el poder de sojuzgar por medio de esta apropiación el trabajo ajeno.
Manifiesto Comunista (1848)

PRP-8. Se ha objetado que con la abolición de la propiedad privada cesaría toda actividad y sobrevendría una indolencia general.
Si así fuese, hace ya mucho tiempo que la sociedad burguesa habría sucumbido a manos de la holgazanería, puesto que en ella los que trabajan no adquieren y los que adquieren no trabajan.
Manifiesto Comunista (1848)


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