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Quién es Carlos Roca Cáceres? - Crónicas de traición y deslealtad al aprismo.- Escribe: Jesús Guzmán Gallardo, ex-Secretario General Colegiado del Partido Aprista Peruano

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Carlos Roca Cáceres

El título es sugestivo, pero más lo es la realidad, así que sin pecar de tremendista ni invocar al sensacionalismo me voy a sumergir en relatos que no son anecdóticos sino históricos. La motivación no es la envidia ni el afán de hacer mal, menos la venganza; la verdadera razón es la indignación y el desprecio por la mentira y los embusteros profesionales de la farsa y el fraude que han hecho de su vida un engaño permanente.

El Partido Aprista ha tocado fondo y no es por generación espontánea; hay responsables, cuya personalidad se dibuja mejor con el tiempo y me libera de suspicacias innecesarias o sospechosas. La destrucción del PAP la venían planificando los civilistas y sus herederos que para el efecto cohonestaron dictaduras. No lo lograron. El germen de la destrucción del PAP estaba dentro del PAP, lo estuvo y se acentuó poniéndose en evidencia con la aparición de Alan García Perez y sus adláteres, secuaces y cómplices como Carlos Roca Cáceres, Fernando Arias Vera, Alfonso Salcedo, Luis Gonzales-Posada, Hugo Otero Lanzarotti, Remigio Morales-Bermúdez y muchos otros cuyos nombres irán apareciendo en los siguientes escritos. A los tres primeros los conocí en el Partido; los demás aparecieron tras el fallecimiento de Haya de la Torre. Todos desarrollaron la astucia necesaria para colgarse del saco del anti-Haya y para dar nacimiento a esa pléyade de sobones, arrastrados y lambiscones que la sabiduría popular reconoce como “alanistas”.

De García, haré mutis, por ahora, pero me quedo con las declaraciones de Héctor Vargas Haya –un verdadero aprista– a un diario local, en la cual alude a las frases del escritor colombiano José María Vargas Vila: “Si la vida es sufrimiento y dolor, el suicidio es un derecho; si la vida es una infamia, el suicidio es un deber”.

Debo ocuparme de Carlos Roca Cáceres –que al igual que García nunca trabajó– no porque sea un personaje ejemplar e importante. Sólo impresionó a los tontos e intonsos, y sé que hay muchos. Se hace necesario deslindar y desmitificar de quienes han hecho de su vida un perfecto engaño y en sus actos han contribuido a destruir el PAP y no a construir o enseñar a quienes vienen detrás de nosotros. Confieso que muchos me han aconsejado desistir, que es preferible dejar que ellos mismos se pongan en evidencia; pero desde mi óptica es mejor ganar tiempo antes que sigan haciendo más daño. Sobre todo, en política, que como lo afirmara Giovanni Sartori: La política es el “hacer” del hombre que, más que ningún otro, afecta e involucra a todos. Creo haber explicado mis razones.

A comienzos de los años setenta, apareció Carlos Roca por Alfonso Ugarte con la aureola de haber estudiado en Turín, Italia. Al final nunca estudió ni se tituló; se matriculó en la Universidad Católica, tampoco estudió ni se graduó, pero embaucó a muchos con ese antecedente, sobre todo a muchachos y adultos que por sus pocas posibilidades económicas les sonaba real, envidiable e impresionable. Típico acto del vendedor. No le resto inteligencia ni habilidad, porque hay que tenerlos para aspirar a ser farsante. Su voz siempre meliflua y aflautada, como se lo espetó Haya de la Torre, su oratoria dulzona, y su presencia de niño mimado, de personalidad narcisista, seducía efebos con los que se enredó en más de un escándalo por diferentes regiones del país cuando salía en gira. Como no era dirigente ni estudiaba disponía de todo el tiempo del mundo. Es cierto que durante años gozó del favor y apoyo del Jefe del Partido; por eso formó parte de esa entelequia que se llamó “Buró de Conjunciones” que agrupaba a ciertos jóvenes que además de tocar algunos la guitarra y otros cantar mal no hacían otra cosa en el Partido. Todos “estudiaban”, o hacían que estudiaban; al final nunca participaron de ninguna actividad juvenil, escolar ni universitaria. Por eso fracasó sin pena ni gloria. Siempre fue un misterio saber si Roca y García estudiaban o trabajaban. Muchos de los jóvenes de ese tiempo estudiaban y trabajaban y, además, se hacían de tiempo para involucrarse en tareas partidarias.

Para no ser muy extenso quiero recordar que después de las elecciones para la Asamblea Constituyente de 1978, Haya se desencantó del joven Roca al extremo que en los seis meses anteriores a su muerte, Víctor Raúl nos comunicó a los miembros de la Secretaría General Colegiada que Roca y García, entre otros dirigentes, tenían prohibido el ingreso a Villa Mercedes, por traición o deslealtad. Haya nunca escogió discípulos; podríamos ser todos o ninguno. De allí que hay que tener mucho cuidado con presentarse como herederos del legado del Jefe del Partido.

Para perla recordemos el 5 de febrero de 1975, durante la huelga policial, cuando el Ejército tomó en la madrugada el cuartel de Radio Patrulla de La Victoria. Apenas conocido estos sucesos los estudiantes y el pueblo iniciaron una marcha inmensa que desembocó en la plaza San Martín se incendió el casino militar y se procedió a atacar el club nacional. Se incendió el diario Correo, se atacó el diario Expreso y el diario La Crónica. De este último salió por la ventana su mandamás Luis Gonzales-Posada con una subametralladora y disparó a la multitud. El Ejército salió a tomar control de la situación recién a las tres de la tarde, dedicándose a fusilar a los saqueadores en el centro de Lima. Se habló de 350 muertos, pero los observadores contabilizaron por encima de los mil fallecidos.

A esa misma hora se reunió de emergencia la Secretaría General Colegiada y la Comisión Política ya que se discutía en el gabinete militar poner fuera de ley al PAP. Roca se hizo eco de una calumnia urdida por la CTP y la corrupta “moña” en el sentido que los estudiantes apristas habían recibido dinero de parte de Acción Popular y Sinamos para comprometer al Partido. Como Secretario General Colegiado, encargado de la división de juventudes, tuve que explicar los acontecimientos que personalmente había puesto en conocimiento de Haya, pero luego, en público, Roca me enrostró que debía expulsar a los dirigentes escolares, japistas y universitarios en un acto de deslealtad con la juventud del Partido que mostró entereza y valentía, que él nunca tuvo. Hubo que realizar una tenaz lucha para evitar la conjura a la cual se sumó Roca. Al final se evitó las expulsiones que Roca solicitó. Siempre conspiró contra las posiciones contestatarias de los jóvenes sirviendo como soplón de las actividades juveniles. Demagógicamente aparentaba en las bases sostener una posición de izquierda, que nunca defendió cuando las papas quemaban.

Fue Secretario de Relaciones Internacionales sólo para viajar. Ahí están los viajes que hasta hoy en día hacen a las reuniones de la derechizada y neoliberal social democracia. Se terminó burocratizando, no importando si estaba al lado de corruptos como Elías Rodríguez, Mauricio Mulder y Jorge del Castillo entre muchos sinvergüenzas. Es recordado cuando el año 2011, sin consulta con las bases del Partido, se nombró a dedo como candidata del PAP a la presidencia de la república a Mercedes Araoz, alfil de la Derecha más extrema y exministra de la producción y de economía de García, quien renunció pocas semanas después dejando colgados a los entusiastas de su candidatura. El inefable Roca la recibió versallescamente en la puerta del Partido, hincando la rodilla y en gesto huachafo le beso la mano. Esta figura lo pinta bastante bien y me evita ahondar en ello.

También, como lo recuerda el compañero Santos Alejos, fue eterno Secretario de Ideología y Doctrina sólo para traficar con una posición progresista y en la práctica tener la conducta de un convenido y ventajista reaccionario. Como ideólogo es un mejor charlatán.

Una de sus acciones “revolucionarias” fue sumarse con trastes y todo a la alianza con el PPC en el año 2016 y luego santificar la convergencia pestilente con el fujimorismo ramplón. Ahora, después de medrar al lado de Elías Rodríguez y Mulder, se pasó a la banda de Jorge del Castillo quien tiene que responder por sus cuitas como los petroaudios entre otras denuncias. En fin, Roca se comportó como un buen alanista y ahora es una de las viudas más lloronas del suicida.

El colofón de esta crónica es como los héroes y mártires dieron su vida por un ideal luchando por una sociedad sin explotados ni explotadores. Otros por el contrario, como he tratado de ilustrar con el sujeto mencionado, se dedicaron a entender y hacer “del gobierno y la política vil negociado culpable”. Irresponsables, entreguistas, frívolos y promiscuos no podrán hacer nunca una revolución. La traicionaran y destruirán sus instrumentos como lo hicieron con el partido de Víctor Raúl; desoyendo u olvidando su advertencia en 1979, cuando dijo pocos meses antes de morir: “No vayan ustedes a convertir esta formidable y disciplinada maquinaria política que he creado para el servicio del pueblo trabajador, en un club para aspirantes a una carrera política personal”.

Enero 29, 2021


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