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¿Qué es la CHAP o Chicos Apristas Peruanos? - El mensaje y la obra del compañero José García Zegarra

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Fundador de la CHAP, compañero José García Zegarra (1929-1985) 

Desde aquel ya lejano marzo de 1959, en el local central de la Casa del Pueblo del Partido Aprista Peruano (APRA), un conglomerado de niños, entre los diez y quince años, comenzó a realizar múltiples actividades, algunas de las cuales eran inusuales hasta entonces. Poco a poco alcanzaron una personalidad nítida por el modelo de su conducta que fue siempre el reflejo fiel de la moral aprista, por la alegría contagiante de su andar, cumpliendo la vieja tradición del Partido de salvar a la patria cantando.

Introdujeron definitivamente el uso de la boina en el Partido, que posteriormente fue adoptada por la Juventud Aprista Peruana (JAP) en color rojo.

A propósito de esta afirmación, que para alguien pudiese parecer aventurada, basta el documento irrefutable de las múltiples fotografías de los actos de masa del Partido en las épocas anteriores a la creación de la Chap para comprobar objetivamente la ausencia de esta prenda, que es característica de todas las movilizaciones partidarias con participación juvenil, siguiendo el ejemplo de la CHAP, que inició su uso a partir de octubre de 1959 en que para la realización de su primer campamento estableció el uniforme oficial de la CHAP, aplicando el tradicional atuendo de la JAT, con el añadido de la boina azul.

Muchos creen que la CHAP es una Banda de Música o una escuela dedicada a este fin. Nada más inexacto. La formación de la Banda es posterior a la Fundación de la CHAP en dos años. Claro que la naturaleza misma del Conjunto Musical, la vistosidad del uniforme y sus constantes desplazamientos por todos los rincones del país han hecho que se confunda la Banda con la CHAP misma, y esta confusión ha dado como resultado que se trate de imitarla en su apariencia externa por desconocimiento del verdadero carácter de la organización.

Tampoco la CHAP es una escuela de adoctrinamiento del APRA, Es claro que en la CHAP los niños aprenden a conocer el Partido, pero fundamentalmente en su esencia moral, en su honda fraternidad y en su disciplina que es la base de la unidad. El chapista sabe también de la ternura que dispensó nuestro eterno y visionario Maestro Víctor Raúl Haya de la Torre a los niños del pueblo, a quienes dedicó sus mayores desvelos y cuyo venerable recuerdo preside todos los actos grandes y pequeños de la CHAP, pero para inscribir a un niño en sus registros jamás se indaga por la filiación política de sus padres, aunque sí se exige autorización escrita. Seguramente a muchos sorprenderá saber que el mayor porcentaje de chapistas corresponde a hijos de padres no afiliados al Partido.

El actuar constante de veinticinco años ha hecho que la CHAP forje su propia metodología ante la necesidad de resolver situaciones inéditas. Por ello, hemos hecho camino al andar.

Un cálculo conservador nos hace afirmar que no menos de 25,000 niños han pasado por nuestras aulas. Su participación ha sido a veces permanente y a veces transitoria, pero es innegable que siempre su paso ha dejado una huella indeleble en la formación de su personalidad y esto se hace notorio en la conducta personal de cada uno de ellos, por su posterior actuación ya sea en el mismo Partido o en las diversas esferas sociales en que les toque participar.

La solidaridad cultivada durante el tiempo de la vida chapista logra la forja de vigorosos lazos de fraternidad que se robustecen cada día que se manifiestan, sobre todo en las constantes oportunidades de reencuentro chapista.

El tesoro de vivencias acumulado durante veinticinco años ha dotado de mística y tradición a la CHAP. A los niños de los primeros tiempos se les habló de un futuro mejor como promesa; los niños de hoy ven en sus hermanos mayores la realización de sus sueños. Unos y otros comparten cordialmente la vida de la institución y es un esfuerzo constante de aproximación, los mayores se inclinan para acercarse a los pequeños, mientras estos se empinan para alcanzar a los mayores, y juntos participan de la hermosa aventura de la experiencia chapista.

La formación permanente de los chicos se hace principalmente con la aplicación del buen ejemplo, porque todos los que de alguna manera dirigen a los niños fueron a su tiempo chicos de la Organización y aprendieron a su vez de los mayores, su desprendimiento y su vocación de entrega. En nuestra escuela, al revés de la escuela tradicional, los más pequeños no son objeto, ¡jamás! del abuso ni de la prepotencia de los más grandes. En los campamentos o en los viajes los mejores cuidados son para los menores y éstos crecen anhelando ser pronto mayores para a su vez hacer las tareas de responsabilidad, renunciamiento y sacrificio de ellos.

Oportunidad singular para observar esto es la celebración de las Fiestas Pascuales. Con este motivo, es hermosa tradición chapista que los mayores deben aportar un regalo para agasajar a los pequeños. Los chicos expectantes miran cómo los grandes, afanosos por los trajines navideños, van llegando uno a uno con sus obsequios y sueñan no sólo con lo que les tocará recibir, sino también con el momento en que a ellos les corresponderá igualmente traer su regalo de Navidad para los menores. Y así en tradicional chocolate, en torno a la mesa pascual, mientras arden las velitas y resuenan cristalinas las risas de los niños, una inefable alegría se apodera de todos porque se saben seguros en el camino correcto.

En el Decálogo de la CHAP está contenida la filosofía de su sistema educativo. Ama la libertad y la justicia como a Dios mismo; sin libertad ni justicia no puede haber patria feliz, es su primer mandamiento. En él está condensado el principio fundamental de la formación del chapista y su irrenunciable compromiso al lado del pueblo en su lucha por alcanzar la Gran Transformación que nos anunció nuestro Maestro Haya de la Torre, con la plena convicción de que para llegar a la Revolución personal, cambiando radicalmente los viejos moldes y aprendiendo primero a desterrar el egoísmo y la petulancia, adiestrándose sobre todo, para ser valerosos y consecuentes, cumpliendo los mandamientos de su Decálogo como el medio más eficaz de su realización personal.

En la CHAP no pensamos nunca en utilizar a los niños para fines partidarios, sino al contrario, procuramos que el Partido cumpla con el postulado aprista de servicio a la niñez, tal como nos lo enseñó Víctor Raúl, haciendo realidad el apotegma que el APRA, antes de ser Partido, fue Escuela.

Por eso es que la CHAP no depende administrativa ni económicamente del Partido. No recibe subvención ni de éste, ni de personas o fundaciones o entidades externas, nacionales o extranjeras. Se autosostiene con el trabajo colectivo, creativo y laborioso de sus miembros y con la colaboración fraternal y comprensiva de aquellos que adquieren billetes de nuestras rifas permanentes o espectáculos, festivales, etc.

Con los fondos obtenidos en dichas actividades se cubren los renglones del presupuesto chapista que resulta bastante abultado, ya que en el funcionamiento de la Organización se presentan comúnmente situaciones de servicio social, tales como atención de medicamentos, útiles escolares o pasajes.

Igualmente para mantener en buen pie la banda de música, el costo resulta bastante elevado tanto para cubrir los honorarios del cuerpo de profesores, como para la conservación del instrumento y la adquisición periódica de material, renovación de uniformes, etc.

Es probable que esta información sorprenda a muchas personas que tuvieron la idea que el Partido o alguna entidad sostenía a la CHAP, pero creemos que esta oportunidad en que nuestra organización tiene ya veinticinco años de vida marca siempre una ruta permanente de progreso, es buena para esclarecer suficientemente este punto que amerita grandemente el trabajo ardoroso y devoto de los Chapistas que saben que con su esfuerzo perseverante dan vida y aliento a su propia organización sin sentirse jamás aprovechados, engañados o defraudados en sus propósitos.

Hay una interrogante planteada ante la observación del hecho de que la CHAP no se haya extendido a otros lugares con la magnitud ni contornos que tiene en el Local Central. Creemos que eso se debe principalmente a la falta de materiales, ya que nuestro Partido es el Partido de los pobres. No obstante, existen agrupaciones de chicos que funcionan en algunos comités del Partido, tanto en Lima como en provincias, y han adoptado el nombre y el uniforme de la CHAP. Nosotros quisiéramos con todo el corazón que se imite nuestra obra, más que en sus aspectos exteriores, en su profundo contenido espiritual, y alentamos la esperanza que no obstante la precariedad de sus medios, lograran avanzar hacia la conquista de sus ideales que también son los nuestros.

La CHAP goza del pleno reconocimiento de la Internacional Socialista como la agrupación infantil más importante de América Latina y ha participado en seminarios y campamentos internacionales.

El origen de nuestra Organización se remonta al verano de 1959. Funcionaba en ese tiempo, en el local del PAP, una academia de preparación para la llamada prueba de madurez mental, que debían rendir todos los niños que concluían su instrucción primaria y que postulaban a estudios secundarios. Animador de esta academia era el entonces joven estudiante secundario y dirigente de la JAP, compañero Rolando Pereda, hoy director del Programa de Sociología de la Universidad Nacional Federico Villarreal. Forma parte de la plana docente el profesor José García Zegarra (fundador de la CHAP) asesor del Comando Nacional de la JAP.

Finalizado el programa académico se confrontó la realidad de que aquellos niños que habían llenado con la fresca algarabía de su presencia a las aulas y patios de la vieja casona de Alfonso Ugarte, dejarían de concurrir y el proyecto de su formación social quedaría trunco. El compañero García concibió la idea de crear una entidad que agrupara a los niños con características acordes con su mentalidad y adecuando sus actividades con esa fisonomía. Así se fundó el Club Infantil 23 de Mayo el 8 de marzo de 1,959 en el teatrín ubicado en el sótano de la Casa del Pueblo. Posteriormente y por decisión expresa de los chicos, se añadió el apelativo CHAP, gloriosas siglas que hoy encierran el bello significado de una hermosa fraternidad que ha forjado a través de nuestros veinticinco años, hombres plenos con profunda sensibilidad social y alineados firmemente con honestidad y consecuencia con la causa del pueblo.

Las actividades que desarrolla en la actualidad tienen una gran variedad, aunque la más importante del año es siempre la ahora llamada Academia de Verano, que no viene a ser sino la sucesora de aquella de ingreso a media de 1959.

Los niños ingresan a la CHAP por su propia voluntad, aunque tienen que contar necesariamente con la autorización de sus padres.

El sistema pedagógico que se emplea es siempre el de llegar al niño con sinceridad y entrega y esto se logra a plenitud porque los actuales profesores son aquellos que una vez fueron alumnos, de manera que cuando les toca desempeñar el papel de maestros, lo hacen con singular cariño cumpliendo con consecuencia uno de los mandamientos de nuestro Decálogo, que a la letra dice: No seas egoísta ni presuntuoso. Si sabes más, enseña al que sabe menos, si sabes menos, aprende del que sabe más.

La estructura moral de la conducta Chapista se basa en cuatro pilares que son: La Exactitud como norma de vida. La Disciplina siempre observada por convicción y jamás por coacción. El rendimiento en el aprendizaje que es natural resultado de la puntualidad y la disciplina, y por último el espíritu chapista, que hace que cada chico se dé por entero al cumplimiento de sus tareas con alegría y con total conocimiento que con su trabajo y dedicación, está ayudando al mayor crecimiento de su institución.

La Banda de Música, que tiene un historial que empieza en 1961, cuando gracias a la ayuda del padre espiritual de la CHAP, el gran Maestro Ramiro Prialé, a la sazón Secretario General del Partido, se formó juntando instrumento por instrumento, ya sea por donaciones logradas por el compañero Ramiro personalmente, o con las adquisiciones hechas con el trabajo de las laboriosas “hormiguitas chapistas”, es en la actualidad el timbre de orgullo de la organización y su más sonora carta de presentación en el más cabal significado del vocablo.

Los instrumentos de aquel entonces son los mismos de hoy, que siguen sonando gracias al amoroso cuidado con que son tratados por nuestros pequeños músicos.

El trabajo en esta área es realizado con mucha seriedad y dedicación, aunque resulta sumamente generoso para la magra economía de la CHAP, por lo costoso de su mantenimiento.

En este campo la pedagogía formativa de la CHAP también está presente, ya que se evita fundamentalmente aspectos deformantes de la personalidad del niño y al revés de las Bandas Escolares, tratamos de eliminar en lo posible los contornos de simple exhibicionismo, que por lo general son la característica más saltante de esos conjuntos. Por el contrario, procuramos que el niño practique la música como arte que eleva el espíritu y robustece su personalidad moral, desterrando la vanidad y la arrogancia.

Al contemplar los veinticinco años que vamos a cumplir, sentimos el corazón lleno de la más pura satisfacción, porque mirando el camino recorrido, encontramos que siempre marchamos hacia delante. No hemos retrocedido jamás y cada día que ha pasado siempre fue mejor que el anterior. Esto nos da la plena seguridad de que el futuro nos depara un horizonte más luminoso aún, y hacia él avanzamos con nuestra sana alegría al encuentro radiante del mañana, con la certeza absoluta de que allá en la gloria ese hombre grande, Padre de los pobres y amigo de los niños, Víctor Raúl Haya de la Torre, sonríe bondadosamente cuando ve juguetear a nuestros chapistas, como cuando se le iluminaban los ojos de alegría cada vez que visitaba nuestro humilde hogar chapista.

Lima, 1984


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