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La caída accidental del "pobre" e "infortunado" Arturo Prat en el Combate de Iquique y el cuento chileno del “abordaje” del Huáscar.- Fábula propagandística sureña puesta en evidencia tras analizar comunicaciones del teniente Luis Uribe, segundo Comandante de la Esmeralda y otros documentos chilenos

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Escribe: César Vásquez Bazán
Nota: Todas las fuentes bibliográficas citadas en este artículo son chilenas.

Por más de un siglo, el pueblo chileno ha vivido (y sigue) engañado por la historia oficial del Combate Naval de Iquique, el 21 de mayo de 1879, que narra un supuesto abordaje del Huáscar por Arturo Prat, comandante de la Esmeralda. Según esta fábula, y gritando “¡Al abordaje, muchachos!”, Prat saltó “heroicamente” de la toldilla de la corbeta chilena a la cubierta del Huáscar, donde fue baleado de muerte, al pie mismo de la torre del comandante.

El presente artículo tiene como objetivo demostrar la falsedad de la versión chilena del supuesto abordaje del Huáscar, que convirtió en hazaña lo que fue la lamentable caída accidental de Prat sobre la cubierta del monitor peruano. Con el primer violento espolonazo del monitor peruano a la EsmeraldaPrat, perdió el equilibrio en la toldilla del buque chileno, cayendo sobre la cubierta del Huáscar. El desplome pudo producirse porque la Esmeralda era aproximadamente un metro más alta que el monitor de Grau.

Por supuesto, tras el costalazo que sufrió Prat no hubo ningún equipo de abordaje, grupo o comando chileno listo para arrojar las pasarelas y descender al Huáscar. La ausencia de fuerza de abordaje y de los recursos para practicarlo comprueba que la supuesta acción “heroica” de Prat sólo fue para él una brusca caída, un muy desafortunado accidente que condujo a su trágica muerte. 

Este artículo se basa en el análisis de diversos documentos chilenos, entre los cuales destacan los escritos por el teniente Luis Uribe, segundo Comandante de la Esmeralda. El primero de estos documdentos es la carta a su padre, fechada el 23 de mayo de 1879, dos días después del Combate de Iquique. El segundo documento es el parte presentado el 29 de mayo de 1879, ocho días después del encuentro bélico. La revisión de lo que escribió y de lo que no escribió el teniente Uribe permite entender lo que realmente sucedió con el desventurado Arturo Prat y cómo su muerte fue manipulada con fines propagandísticos por la oligarquía gobernante chilena.

La caída del pobre Arturo [Prat]: carta del teniente Uribe a su padre (23 de mayo de 1879)

La carta de Uribe, escrita a sólo dos días de verificado el Combate de Iquique, presenta los hechos tal como fueron. La carta no indica que hubiera orden alguna de Prat para abordar el Huáscar. Al tratar sobre la muerte del comandante de la Esmeralda, compasivamente, Uribe llamó a Prat “el pobre Arturo” que cayó al pie de la torre del Huáscar”. Puede deducirse que fue el carácter accidental de dicha caída el que llevó a Uribe a describir a Prat como “el pobre Arturo”.

Carta del teniente chileno Luis Uribe a su padre, dos días después del Combate de Iquique“El pobre Arturo [Prat]... cayó al pie de la torre del Huáscar
(Ahumada 1884, 301)

De igual manera se expresó Carlos Condell, responsable de la Covadonga, cuando calificó al comandante de la Esmeralda como el  infortunado Arturo Prat” (Ahumada 1884, 361). La expresión de Condell apareció en la carta fechada el 9 de junio de 1879 con la que respondió la misiva de congratulación que le envió Francisco Echaurren.

Condell escribió sobre el  infortunado Arturo Prat” 
(Ahumada 1884, 361)

La carta enviada a Condell por el chileno Francisco Echaurren, de fecha 4 de junio de 1879,  denominó a Prat con el mismo adjetivo usado por el teniente Uribe. En tono lastimero, Echaurren se refirió al colega de Condell, como su pobre compañero Arturo Prat”  (Ahumada 1884, 360). 

Echaurren escribió a Condell sobre “su pobre compañero Arturo Prat
(Ahumada 1884, 360)

Diversas fuentes chilenas usaron la expresión la caída de Prat, para denominar la supuesta acción de abordaje, como el artículo El entierro de Prat. 22 de mayo de 1879”, publicado por el periódico Voz Chilena de la ciudad de Iquique (Ahumada 1884, 367).

El periódico Voz Chilena se refirió a la caída de Prat
(Ahumada 1884, 367)


El parte del teniente Uribe y la evolución inicial del Combate de Iquique 

El documento oficial chileno de lo sucedido en la Esmeralda es el parte del teniente Luis Uribe, quien fuera el segundo Comandante de la citada corbeta. Preparado el 29 de mayo de 1879, ocho días después del Combate de Iquique y seis días después de escrita la carta a su padre, el parte de Uribe proporciona datos valiosos que permiten ubicar al lector en el desarrollo de los hechos del 21 de mayo de 1879.

En primer lugar, el teniente Uribe precisó que el enfrentamiento comenzó a las 8:30 de la mañana del 21 de mayo de 1879, “cuando la acción se hizo general”. La Esmeralda se había colocado doscientos metros frente al puerto de Iquique, en una posición que Uribe calificó como “ventajosa” debido a que cualquier falla u overshooting en los tiros del monitor de Grau podría poner en peligro a la población de ese puerto peruano.

Uribe indicó que a las diez de la mañana el Huáscar se había ubicado a seiscientos metros de la Esmeralda y que persistía el intercambio de tiros entre ambas naves, el cual continuó por “cerca de una hora”.

Inexistencia en la Esmeralda de un plan, equipo y recursos de abordaje 

Detengámonos aquí en el recuento de los hechos y razonemos sobre lo que Uribe no escribió en su parte oficial. En ningún párrafo de este documento, Uribe hace notar la existencia de un plan de abordaje ni la presencia de un equipo (trozo) de abordaje, con órdenes específicas y preparado para caer sobre el Huáscar. Uribe tampoco menciona que estuvieran dispuestos los recursos para efectuar un supuesto abordaje, entre ellos las largas pasarelas provistas de garfios reforzados en un extremo, las que lanzadas desde la Esmeralday ancladas al Huáscar deberían crear el puente de abordaje por el que, imaginariamente, descenderían las tropas chilenas.

Una prueba adicional de la inexistencia de la intención de abordar el monitor peruano se deduce del hecho que en ningún momento Prat comunicó tal propósito al segundo comandante de la nave, es decir al teniente Uribe. Si Prat hubiera querido dirigir personalmente un supuesto “abordaje” del Huáscar, debió haber puesto dicha decisión en conocimiento de Uribe, más aún, cuando el comando de la Esmeralda debería ser asumido por el teniente chileno.

Asimismo, cabe preguntarse si le correspondía funcionalmente al capitán Prat abandonar el mando de la Esmeralda para “dirigir” un inexistente equipo chileno de operaciones de abordaje. La respuesta es negativa, puesto que el personal de asalto en el mar está preparado para operaciones de esta naturaleza y tiene sus propios mandos, los que se encuentran a las órdenes del capitán de la nave. De haber existido verdaderamente el propósito de abordar el Huáscar, Prat debió haber dado las órdenes pertinentes al equipo de abordaje en tanto que él continuaba dirigiendo, en su integridad, las operaciones de ataque y defensa de la Esmeralda.

Primer espolonazo del Huáscar y caída de Prat

Durante el Combate de Iquique, el monitor peruano aplicó tres espolonazos a la nave chilena. Cada de uno de esos choques remeció violentamente a la Esmeralda.

De acuerdo con el timing de Uribe, alrededor de las once de la mañana se produjo el primer espolonazo del Huáscar tras el acercamiento del monitor a la Esmeralda. Uribe menciona que Prat, primer comandante de la corbeta chilena, se encontraba sobre la toldilla de la Esmeralda, desde la cual ejercía el mando del buque. Uribe enfatiza que Prat estuvo en la toldilla “desde el principio del combate”, posición que le correspondía por ser comandante de la nave. Debe recordarse que la toldilla era una especie de cubierta parcial que estaba ubicada en la popa, es decir en la parte posterior de la Esmeralda.

Según Uribe, tras producirse el primer espolonazo del Huáscar Prat “saltó a la proa del Huáscar, dando al mismo tiempo la voz de ¡Al abordaje!”, cayendo desde la toldilla de la Esmeralda sobre el monitor peruano. Uribe subrayó que “de los que se encontraban en la toldilla con Prat, sólo el sargento [Juan de Dios Aldea] pudo seguirlo”, lo cual indica nuevamente la inexistencia de grupos de abordaje en la Esmeralda que estuvieran listos para asaltar el buque peruano.

Con respecto al sargento Aldea deben efectuarse dos precisiones. La primera es que Aldea estaba encargado de la protección personal de Prat durante el combate y por esa razón se encontraba junto a él en la toldilla, cayendo con su protegido sobre la cubierta del monitor peruano. La segunda es que el teniente Uribe no indicó que Aldea hubiese gritado o repetido la supuesta orden de abordaje impartida por Prat, tratando de ayudar a diseminarla entre el personal de la Esmeralda. El silencio de Aldea trasluce la inexistencia de la supuesta orden, la rapidez con la que se retiró el Huáscar tras el primer espolonazo contra la corbeta chilena, y el carácter accidental de la caída desde la toldilla de la Esmeralda.

¿Fue el teniente Uribe testigo presencial de la supuesta acción de Prat ordenando el abordaje del Huáscar? ¿Escucho él o algún miembro de la tripulación chilena la supuesta orden de abordaje pronunciada por el comandante de la Esmeralda?

El teniente Uribe es explícito en reconocer que “el estruendo producido por toda la batería [de la Esmeralda] al hacer fuego sobre el Huáscar, impidió oír la voz de nuestro valiente comandante”. La afirmación es categórica y se deduce de ella que ningún miembro de la tripulación de la Esmeralda escuchó la supuesta orden de Prat debido al estrépito generado por la descarga de los cañones del buque chileno.

Si esto fue así, si nadie pudo oír la orden de abordaje por el estruendo de la batería, ¿pudo el teniente Uribe escuchar la orden de Prat? Para obtener respuesta a esta interrogante se hace necesario analizar la información proporcionada por el propio Uribe.

En primer lugar, ¿a qué distancia se encontraba Uribe de Prat como para poder escuchar la voz de éste?

Ya se ha indicado que Prat estaba en la toldilla, es decir en la popa o parte posterior de la Esmeralda. ¿Y dónde estaba ubicado Uribe? El teniente chileno indica que “el que suscribe [Uribe] se encontraba en el castillo de proa”, es decir en la parte delantera de la nave, entre la proa misma y el palo trinquete. En otras palabras, Uribe se encontraba lejos de Prat; Uribe estaba ubicado en la parte delantera de la nave, en tanto que Prat se encontraba en la parte posterior. Si se tiene en cuenta que la Esmeralda era una corbeta de 64 metros de eslora, puede deducirse que  la distancia que separaba a Uribe de Prat en el momento que éste cayó sobre el Huáscar era de alrededor de sesenta metros.

En segundo lugar, ¿qué sucedió en la Esmeralda en el mismo momento de la caída de Prat? Uribe describe que se produjo la descarga de la batería de cañones de la nave chilena. Uribe relata que “el estruendo producido por toda la batería [de la Esmeralda] al hacer fuego sobre el Huáscar, impidió oír la voz de nuestro valiente comandante”. Es importante recalcar que el estruendo escuchado por Uribe no fue de un solo cañón sino de una batería de cañones. Cabe preguntarse cuántos cañones componían “toda la batería” de la Esmeraldaque disparó contra el Huáscar en el momento de la caída del infortunado Prat. La batería de la banda de la Esmeralda que disparó contra el monitor peruano estaba conformada por ocho cañones Armstrong de cuarenta libras.

Mientras tanto, ¿qué ocurría en el Huáscar en el momento de la caída de Prat? Uribe responde que los cañones de la torre del Huáscar fueron “disparados [contra la Esmeralda] a toca peñoles antes y después del choque”. Este segundo estruendo, proveniente de la salva de los cañones del Huáscar uno de ellos de trescientas libras disparados a tan corta distancia, contribuyó decisivamente al estrépito generado mientras se producía la caída de Prat.

Al estruendo de los cañones de la Esmeralda y del Huáscar debe añadirse el producido por las ametralladoras y fusilerías de ambas naves. 

Luego de conocer la información anterior no puede menos que coincidirse con el teniente Uribe que el estruendo originado por el disparo simultáneo de los ocho cañones de la Esmeralda y de los cañones del Huáscar hubiera impedido oír la voz de Prat, en el supuesto que éste hubiera dado la orden de abordaje.

Por ello, repitiendo el razonamiento de Mariano Felipe Paz Soldán, si el estruendo de “toda la batería”de la Esmeralda disparando contra el monitor peruano impidió oír la voz de Prat, ¿fue posible que el teniente Uribe, que se encontraba a sesenta metros de distancia, hubiera escuchado la supuesta orden, o, para estos efectos, cualquier marinero de la Esmeralda? Si de verdad Prat ordenó el abordaje, ¿por qué no lo obedecieron los miembros del (inexistente) grupo de abordaje o la tripulación de la corbeta? ¿Fue sólo por “la ligereza con que se retiró la proa del Huáscar de nuestro costado” como indica el teniente Uribe o, simplemente, por la inexistencia de la orden misma y por la ausencia del personal militar y de recursos preparados para el abordaje?


Parte del teniente Luis Uribe, segundo Comandante de la Esmeralda, ocho días después del Combate de Iquique 
(Ahumada 1884, 295)

El consumo de licor en la Esmeralda el 21 de mayo de 1879

Existen testimonios de fuentes chilenas que permiten afirmar que la oficialidad de la Esmeralda consumió licor durante el Combate de Iquique.

No sólo Arturo Prat bebió licor en la Esmeralda en los momentos previos y durante el combate. Hubieron otros oficiales que también buscaron en el cognac, un aguardiente de graduación alcohólica elevada, el valor necesario para pelear. Además de Prat, puede mencionarse los nombres del segundo comandante de la corbeta chilena, teniente primero Luis Uribe, y del teniente segundo Ignacio Serrano.

Al respecto, existe el testimonio del guardiamarina de la Esmeralda, Vicente Zegers Recasens, incluido en la carta dirigida a su padre, fechada el 28 de mayo de 1879. En ella, Zegers relata que al finalizar la segunda hora del combate, el teniente Ignacio Serrano se acercó a él y le dijo: Vamos a la cámara a tomar la última copa (Ahumada 1884, 303). Puede deducirse que el teniente Serrano, encargado de los cañones de babor de la Esmeralda, compartió con el guardiamarina Zegers la última de varias copas que bebió ese día

Durante el segundo espolonazo del Huáscar, aprovechando del contacto de ambas naves, el teniente Serrano saltó sobre el monitor peruano en acto de desesperada embriaguez, en busca de lo que él denominó la única posibilidad de salvación para la tripulación de la Esmeralda. Así lo confesó Serrano, en diálogo con el ingeniero embarcado en la Esmeralda Juan Agustín Cabrera Gacitúa (Ahumada 1884, 373):

El teniente Serrano invita al guardiamarina Zegers: Vamos a la cámara a tomar la última copa.
(Ahumada 1884, 303)


Para el teniente Serrano saltar al Huáscar era la única salvación de la tripulación de la Esmeralda. Claramente le dijo a Cabrera Gacitúa:  No nos queda otra salvación que el abordaje” (Ahumada 1884, 373):

Para el teniente Serrano saltar al Huáscar era la única salvación de la tripulación de la Esmeralda. Claramente le dijo a Cabrera Gacitúa:  No nos queda otra salvación que el abordaje.
(Ahumada 1884, 373)

El testimonio de Zegers también señala el caso del comandante de la Esmeralda tras  la muerte de Prat, teniente primero Luis Uribe, quien en su puesto del castillo de proa acudía con frecuencia al uso de su botella de cognac. Parece que el tratamiento con aguardiente fue bastante  efectivo: el guardiamarina Zegers confesó que después de refrescarse con el preparado de Uribe, regresó a popa donde se ocupó en disparar con varios cañones (Ahumada 1884, 303):

El guardiamarina Vicente Zegers se refrescó con el milagroso preparado de cognac del teniente Luis Uribe.
(Ahumada 1884, 303)

Beber a bordo de la Esmeralda no fue conducta seguida únicamente por el capitán Prat, el teniente Uribe, el teniente Serrano y el guardiamarina Zegers. Participó de ella toda la oficialidad de la nave chilena. Incurrían en esa práctica alentados por el ejemplo del comandante de la división naval a la que pertenecía la Esmeralda, el empedernido alcohólico Enrique Simpson, capitán del blindado Almirante Cochrane, criminal de guerra chileno responsable del cobarde bombardeo de ciudades peruanas no fortificadas, como Pisagua.

Conclusiones

1.   Resulta irracional para el comandante de un buque de guerra lanzarse a un supuesto “abordaje” de una nave enemiga sin que exista el plan y las órdenes correspondientes, más aún careciendo de un equipo de abordaje y de los implementos necesarios.

2.   No corresponde al comandante de un buque de guerra abandonar el mando de su nave para “dirigir” un imaginario equipo de abordaje. De existir el propósito de abordar un buque enemigo, el comandante de la nave asaltante debe impartir las órdenes pertinentes al equipo de abordaje en tanto que él, como comandante, continúa dirigiendo integralmente las operaciones de ataque y defensa del buque asaltante.

3.  Por las razones anteriores, no resulta racional para Prat abandonar el comando de su nave para ejecutar un supuesto “salto” al Huáscar sabiendo que, probablemente, ningún miembro de su tripulación lo acompañaría en el intento. Como oficial de más alta graduación en la Esmeraldaprobablemente Prat era el marino más capacitado para dirigir las operaciones de su buque, al menos en los ojos del comando de la armada chilena. Abandonar la Esmeralda a mitad del combate, supuestamente para “abordar” el Huáscar, no constituiría una expresión de heroísmo sino demostraría carencia de criterio profesional, desesperación impropia de un oficial y una intención, en el fondo, de abandonar las funciones de comando de la nave.

4.  Prat generalmente no incurría en irracionalidades a no ser que su raciocinio estuviera turbado por otros factores, como el consumo del alcohol. Está comprobado por diversos documentos de marinos chilenos, que el consumo de cognac y otros licores era frecuente en la Esmeralda. Esta práctica contaba con la bendición y participación del comandante de la nave, en particular cuando se acercaba el momento del combate. La embriaguez de Prat el 21 de mayo de 1879, combinada con la violencia del primer espolonazo del Huás


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