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Mariano Ignacio Prado envió a Grau y al “Huáscar” al sacrificio seguro.- Las torpes instrucciones impartidas por el Director Supremo de la Guerra al Contralmirante Miguel Grau el 30 de septiembre de 1879.- Prado no permitió la limpieza de los fondos del “Huáscar”, solicitada por Grau, tarea urgente para restituir la velocidad del monitor.- En vez de reservar el “Huáscar” para acciones frente a la costa peruana, con apoyo de artillería de tierra y contando con información de inteligencia,

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Escribe: César Vásquez Bazán
Contralmirante Miguel Grau, héroe peruano muerto en combate en Angamos el 8 de octubre de 1879

¡Mas ay de tí, vil farsante [Prado]!
para amargar tu existencia
siempre estará en tu presencia
la sombra del Almirante”.

Volante anónimo, 1879
Colección de volantes
Biblioteca Nacional del Perú
Texto de las Instrucciones impartidas por Mariano Ignacio Prado a Miguel Grau para la que sería su última misión. El documento está fechado en Arica el 30 de septiembre de 1879 y está firmado por Prado y Mariano Álvarez, el secretario de Su Excelencia.
(Vargas 1979, 403)

1.  De la lectura de las instrucciones cuarta y sexta impartidas por Mariano Ignacio Prado, se deduce que, al comenzar octubre de 1879, el principal objetivo ofensivo de la misión de Miguel Grau era torpedear en Tocopilla –por sorpresa y aprovechando la oscuridad de la noche– a alguno de los blindados chilenos, de encontrarse uno de ellos en dicho puerto. 

Si ningún blindado enemigo estuviere en Tocopilla, quedaba a juicio de Grau dirigirse en su búsqueda a Antofagasta, con el fin de cumplir con el torpedeo nocturno y sorpresivo. 

2.  En la instrucción séptima se ordena a Grau no comprometer a ninguno de los buques bajo su mando en enfrentamiento con la escuadra chilena. Se le indica que si encontrase buques enemigos sólo debería batirse con fuerzas inferiores, “salvo encontrarse en imposibilidad de retirarse ante fuerzas superiores, en cuyas circunstancias cumplirá con su deber”.

Aparentemente, la instrucción séptima constituye una directiva racional que buscaba conservar intactos los buques y las tripulaciones peruanas. Sin embargo, cabe preguntarse, ¿en qué estaba cavilando Prado cuándo dictó esta orden? ¿Creía que un enfrentamiento podría evitarse? ¿Asumía que el intento de torpedeo contra el blindado chileno sólo podía ser exitoso y por lo tanto no cabía la posibilidad de la reacción del acorazado chileno que se lanzaría en persecución del Huáscar?

Como se ha analizado antes, fue el propio Prado quien ordenó a Grau buscar a los blindados enemigos en Tocopilla o Antofagasta. Si a esto se añade que los acorazados chilenos andaban a la caza del Huáscar, el encuentro era inevitable. Pudo haber sido el 8 de octubre, como fue, o pudo haber sido el 6 ó el 10. Pero el encontronazo iba a ocurrir y, peor aún, en circunstancias que el Huáscar, no por carencia de carbón de Cardiff sino por falta de mantenimiento, estaría imposibilitado de desarrollar su máxima velocidad y poder retirarse, como lo había hecho en ocasiones anteriores.

Por ello, puede afirmarse que existe contradicción evidente entre el contenido de las instrucciones cuarta y sexta –que tienen carácter ofensivo desde que ordenan al Huáscar buscar a un blindado chileno para torpedearlo– y la instrucción séptima, que exige a Grau no comprometer a ninguno de los buques a su mando y librar combate sólo contra fuerzas inferiores, es decir no batirse con los blindados chilenos, que superaban al Huáscar en blindaje, armamento, maniobrabilidad, potencia de máquina y diseño.

3.  Sin embargo, una instrucción adicional, de última hora, dejó sin efecto todo lo relativo” al torpedeo del blindado chileno. Se adujo que la claridad de las noches lo tornaba inviable. Por consiguiente, ya desde antes de zarpar, la misión de Grau había perdido su objetivo fundamental, que era torpedear a un acorazado enemigo.

4.  Si de lo que se trataba era exclusivamente de torpedear a alguno de los blindados chilenos, sin entrar en combate con ellos, la misión debió haberse asignado a la corbeta Unión habida cuenta de la ventaja de esta nave respecto a las chilenas. La velocidad de la Unión era superior a la de cualquiera de los buques enemigos y le permitiría escapar en caso de necesidad.

5.  ¿En qué quedaba entonces la misión de Grau en octubre de 1879? Simplemente se había reducido a hostilizar al enemigo en Tocopilla y Antofagasta, o, más ampliamente, atacarlo “entre Tocopilla y Coquimbo”, con acciones que deberían realizarse de acuerdo al criterio de Grau. Fue Mariano Felipe Paz Soldán, hombre que simpatizaba con Prado, quien explicó que el Director de la Guerra se complacía en combinar continuas excursiones con los pocos buques de que disponía el Perú. La misión de Grau, privada de la acción de torpedeo, se reducía al mismo objetivo de las anteriores, es decir salir a buscar aventuras en el litoral ocupado por el enemigo (Paz Soldán 1884, 218).

6.  Las instrucciones cuarta y sexta demuestran la total carencia de información sobre el movimiento de las naves chilenas. Grau desconocía si encontraría algún blindado cerca de Tocopilla o Antofagasta. Carecía de datos acerca de las últimas evoluciones de la armada enemiga. 

De manera similar, al fijar las tareas a realizar en Tocopilla, la instrucción quinta puso de manifiesto la falta de información acerca de la presencia de naves enemigas en las cercanías del citado puerto.

7.  La ausencia de inteligencia es aún más grave si se tiene en consideración que el comando peruano ignoraba la nueva organización de la armada chilena, basada en la formación de dos fuerzas de tarea, cada una encabezada por un blindado, cuyo único objetivo era ubicar y dar cuenta del Huáscar. Grau desconocía la alineación renovada de la escuadra chilena en dos divisiones navales, a la que tendría que enfrentar los primeros días de octubre de 1879.

8.  La instrucción cuarta, al insistir que el mando de la misión recaía en el Contralmirante Miguel Grau, dejó en mal pie a Aurelio García y García, el ambicioso y corrupto marino buscador de “hazañas” con fines políticos.

García y García sólo fue osado mientras supo dos cosas: (a) Que contaba con el respaldo del Huáscar, y (b) Que la nave enemiga no podría responder al ataque por inferioridad en armamento y velocidad. Enfatizar que Grau estaba al mando de la misión impediría que García y García comprometiese la integridad de los buques peruanos en alguna aventura de cuño personal que buscase encumbrar su figura política.

9.  Obviamente, Prado no dio importancia al hecho que las incursiones del Huáscar en territorio controlado por Chile significaron tan grande burla al gobierno y armada chilenos que el enemigo debió efectuar cambios en los mandos más elevados de su marina. Prado no evaluó acertadamente a la nueva dirección enemiga ni a las fuerzas navales chilenas reorganizadas a las que deberían enfrentarse Grau y el Huáscar.

10.  La instrucción séptima permite también calificar como fuga la huída de Aurelio García y García en Angamos el 8 de octubre de 1879. Los blindados chilenos no buscaban a la Unión; su objetivo era cazar al Huáscar. El papel de la Unión en esa misión era un rol subordinado a Grau y al Huáscar. Consistía en apoyar al Huáscar y a Grau que eran, en términos prácticos, la única nave y el único marino que, hasta ese momento, revestían peligro para Chile.

Imaginemos que las cosas hubieran sido al revés. Pensemos por un instante que la Unión fue la nave atrapada entre las dos divisiones de la escuadra chilena. ¿Se imagina usted a Grau huyendo de Angamos, dejando abandonada a una nave peruana y a su tripulación? ¿Se imagina usted a Grau justificando la fuga argumentando que sus instrucciones se limitaban a batirse con fuerzas inferiores? Al introducir la figura de Grau en la discusión, semejantes escenarios son, simplemente, impensables. Sin embargo, si el Contralmirante Grau hubiera abandonado a la Unión y salvado al Huáscar, su acción hubiera estado plenamente justificada porque él, Miguel Grau, y el glorioso monitor hubieran seguido siendo –por algunas semanas más– componentes indispensables de la muralla de defensa contra Chile.

García y García se jacta de la supuesta proeza de haber huido de Angamos y salvado a la Unión, al precio de abandonar a la nave capitana y dar la espalda al excepcional marino peruanoQuien salvó la vida pero no la honra fue el comandante de la Unión, falso valor de la marina peruana, que luego del combate de Angamos se alejó de los buques de guerra y enrumbó su destino a satisfacer ambiciones políticas.

11.  Se llega así a la conclusión que la improvisación, carencia de preparación estratégica, falta de inteligencia, escasa profundidad de raciocinio,  y la pobreza analítica de Prado y quienes “dirigían” la guerra condujeron a la emisión de las desacertadas “Instrucciones” a Grau. Fueron las torpes “Instrucciones” de Prado y sus adláteres las que realmente comprometieron a Grau y al Huáscar. Fueron las órdenes insensatas de Prado las que llevaron a la tumba al Contralmirante Grau y una treintena de jefes, oficiales y tripulantes del Huáscar y le permitieron a Chile asumir el control del mar e invadir Tarapacá.

Grau expresó disconformidad con las órdenes de Prado, que lo obligaban a afrontar peligros innecesarios
Presidente Mariano Ignacio Prado, fugado vergonzosamente del Perú el 18 de diciembre de 1879. El traidor Prado abandonó el país cuando el departamento de Tarapacá, el territorio salitrero más rico del mundo, se encontraba invadido por el enemigo chileno.


El historiador Tomás Caivano (1883, 234) hizo notar la oposición de Grau a la expedición ordenada por Prado, tras recordar las pésimas condiciones de mantenimiento del Huáscar. Al despedirse de Prado luego de recibir sus instrucciones, Grau expresó al presidente: “Obedezco porque así me lo impone mi deber, pero sé que llevo el Huáscar al sacrificio”. 

Miguel Grau: “Obedezco porque así me lo impone mi deber, pero sé que llevo el Huáscar al sacrificio”.
(Caivano 1883, 234) 

De manera similar, el historiador naval peruano Rosendo Melo (1911, 132) escribió que a las siete y quince minutos de la mañana del 8 de octubre de 1879, tras haber dejado atrás a la primera división naval chilena, el Contralmirante Grau, como hablando consigo mismo, expresó con respecto a las instrucciones de Prado: ¡Éstas son las órdenes que dan!”:


Problemas mecánicos y de mantenimiento del Huáscar

Rosendo Melo (1911, 133) sintetizó los problemas mecánicos y de mantenimiento del Huáscar que hicieron crisis en Angamos:


El parte oficial de Samuel McMahon, primer ingeniero del Huáscar 

Samuel McMahon, primer ingeniero del Huáscar acompañado de su familia

El texto del parte oficial emitido por Samuel MacMahon, primer ingeniero del Huáscar, revela que el 8 de octubre de 1879, el monitor peruano no se encontraba en las mejores condiciones de mantenimiento para enfrentar a la escuadra invasora chilena. MacMahon precisa en su informe que si el buque hubiera estado con sus fondos limpios habría andado doce o más millas en lugar de once, que en su concepto fue lo más que anduvo el Huáscar en su misión final.

McMahon redactó su parte oficial dos días después del Combate de Angamos, el 10 de octubre de 1879. Lo hizo a bordo del vapor chileno Copiapó en el que se encontraba prisionero.

Extracto del parte oficial de Samuel McMahon, primer ingeniero del Huáscar (Ahumada 1884, I: 497-498)


Declaraciones de McMahon en El Mercurio

Declaraciones del primer ingeniero del Huáscar, Samuel McMahon, al corresponsal del diario El Mercurio sobre los serios problemas de mantenimiento del monitor peruano y acerca del extraño interés de Mariano Ignacio Prado que se hiciera a la mar inmediatamente
(Ahumada 1884, 520)

Las declaraciones de Samuel McMahon al corresponsal del diario chileno El Mercurio confirman que el 8 de octubre de 1879 el monitor peruano se encontraba en pésimas condiciones de mantenimiento y disminuído mecánicamente para enfrentar a la escuadra chilena. En particular, el primer ingeniero del Huáscar insistió en el problema de los fondos sucios del buque peruano que habían disminuido su andar en dos millas y su falta de recorrido.

Abundando en el señalamiento, McMahon reiteró que varios jefes del buque y él mismo, como responsable del departamento de máquinas, expresaron que el Huáscar debería regresar al Callao para someterse a un exhaustivo mantenimiento, limpiar los fondos y recorrer la nave.

Al respecto, debe recordarse que en su última misión el Huáscar sufrió averías en el timón que obligaron a detener las máquinas varias horas, en territorio chileno, para poder repararlo. Estos problemas reaparecerían en el momento mismo del combate de Angamos.

McMahon también reveló que Mariano Ignacio Prado impartió a Grau la orden de partir inmediatamente. El corresponsal de El Mercurio comparte la idea que hubo urgencia en el mandato recibido por el Contralmirante [Grau] de partir. Basa su observación en la información recibida de algunos oficiales del Huáscar que indicaron que los corresponsales de los diarios de Lima, señores [Benito] Neto y [Julio Octavio] Reyes, habían bajado a tierra a dar un paseo en las calles de Arica y no hubo tiempo de avisarles de que el buque se hacía a la mar (*).

En resumen, Mariano Ignacio Prado comisionó al Huáscar a su recorrido postrero, sabedor de los críticos problemas de mantenimiento y mecánicos que afectaban no sólo su velocidad, disminuyéndola en dos nudos, sino también el gobierno de la nave, por los problemas que tenía en el timón.

En estas condiciones fue como Prado ordenó al Huáscar con urgencia y sin un minuto de demora marchar al sacrificio que se consumaría el 8 de octubre de 1879. No olvidemos: la directiva partió de ese presidente del Perú que era chileno de las sierras de Huánuco, principal deudor del plutócrata sureño Edwards Ossandón, empresario e inversionista huanuqueño en minas de carbón en Chile, ex-general de división del ejército chileno, el mismísimo marido de la señora Ugarteche, la que adoraba a Chile. Este singular político de apellido Prado fue el que ordenó a Grau y sus valientes subir al cadalso de Angamos.

Notas

(*) Ambos eran corresponsales de diarios de Lima. Benito Neto escribía para La Patria y Julio Octavio Reyes para La Opinión Nacional.


Obras citadas

Ahumada, Pascual. 1884. Guerra del Pacífico. Valparaíso: Imprenta del Progreso, Tomo I.

Caivano, Tomás. 1883. Historia de la Guerra de América entre Chile, Perú y Bolivia. Florencia: Tipografía dell' arte della stampa. 

Melo, Rosendo. 1911. Historia de la Marina del Perú. Tomo Segundo. Lima: Taller Tipográfico El auxiliar del comercio.

Paz Soldán, Mariano Felipe. 1884. Narración histórica de la guerra de Chile contra el Perú y Bolivia. Buenos Aires: Imprenta y Librería de Mayo.

Vargas, Moisés, editor. 1979. Boletín de la Guerra del Pacífico 1879-1881. Publicación del Ministerio de Guerra de la República de Chile. Santiago de Chile: Editorial Andrés Bello.

© César Vásquez Bazán, 2012
Todos los derechos reservados
Octubre 9, 2012


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