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Caída de Osama bin Laden una lección para Colombia

Caída de Osama bin Laden

una lección para Colombia


La falsa idea de que la industria militar es capaz de levantar la economía de una nación se cae cuando los costos de la guerra misma superan las ganancias que deja la industria militar. Los neocons cayeron víctimas de esa entelequia. Hubo muchas oportunidades para acabar con Osama Bin Laden pero los neocones nunca las aprovecharon. Acabar con Osama bin Laden prematuramente hubiera debilitado la venta de armas, el recortamiento de los derechos humanos y los negocios paramiliatres de apoyo y   reconstrucción como los de Blackwater y otros.

Se ha hecho creer que la industria militar estimula el descubrimiento científico. Sin embargo, el descubrimiento científico va en proporción directa al monto del presupuesto en cualquier área que se decida enfatizar. Si la investigación científica militar recibe el  mayor presupuesto es de esperarse que los resultados científicos se den en ese campo.

La guerra es un mal negocio en la economía global porque aliena la inversión y encoge los mercados. La China ha escalado la economía global sin necesitar una sola base militar en un país extranjero y sin sostener ninguna guerra con ningún país del mundo. El estilo invasor y controlador de Estados Unidos está ya pasando de moda. La caída de las dictaduras, monarquías y aparatos represores estatales de Arabia es otra muestra de que la violencia es innecesaria y si es un obstáculo para gobernar y avanzar el desarrollo humano.

W. Bush llevó a puntos máximos la violencia en todos sus niveles desde la tortura de individuos hasta la pulverización de un ejército enemigo. Estos métodos han dominado el poder en Colombia en una medida inconsistente. Inspirado por W. Bush y los neocons en el 2001 Uribe Vélez lanzó una campaña de violencia en Colombia puesta al día con el cinismo y la sofisticada especulación que el gobierno de W. Bush inició audazmente. Un año más tarde Uribe Vélez asume el poder en Colombia y la sombra de W. Bush lo cobija como uno de sus mejores discípulos. Los resultados catastróficos de esa política neocondiana se viven con vergüenza hoy en día y Uribe tuvo que dejar sus gobiernos con sangrientos hechos que dejaron a las FARC como el peor problema para futuros gobiernos y con la adición de unas violentas bandas criminales paramilitares -bacrim- que controlaban el 60% de Colombia al término del último gobierno de Uribe Vélez.

Las torturas inhumanas auspiciadas por W. Bush solo lograron que los torurados confesaran, como siempre, lo que los neocondianos querían oir. En el caso de Osama bin Laden, de que se hallaba escondido en las cuevas de Tora Bora y huyendo de Afganistán a Pakistan y viceversa. La incapacidad de saber dónde se hallaba Osama bin Laden obligaba a la CIA y al Pentágono que propagaran la idea de que Osama bin Laden se movía contínuamente y se hallaba en los límites de esos dos países.

Barack Obama vió el descalabro político y económico que las guerras le crearon a Estados Unidos y decide cambiar las políticas de W. Bush que nunca sirvieron de nada.  En lugar de tortura Obama usa el análisis de inteligencia, la más amplia información, una extensa cooperación diplomática e incluso la infiltración.  Y en solo dos años logra ubicar con total certeza a Osama bin Laden y acabar con él.

Los SEAL navales son mucho más económicos de mantener y sus resultados son mucho más efectivos. Los millones de dólares que cuestan las bombas o los billones que cuestan los tanques, aviones y barcos de guerra y el mantenimiento de un ejército son costos que no se consumen en las operaciones especializadas de guerra irregular, contrainsurgencia, rescate, reconocimiento y defensa interna en el extranjero que desarrollan los SEAL navales.

De haber existido el verdadero interés de los neocones por acabar con Osama bin Laden no hubiera sido la guerra sino el impulso de la cooperación lo que hubiera liderado la consecución de ese objetivo. El servicio de inteligencia pakistaní y su ejército están infiltrados por los talibanes, socios de guerra de Al-Qaeda, pero en lugar de volver a Pakistán otro enemigo se lo convirtió en socio de la guerra contra Al-Qaeda. Bajo la sombra de esa cooperación se pueden desarrollar acciones unilaterales de Estados Unidos en territorio pakistaní.

Juan Manuel Santos, presidente de Colombia,  sigue paralelamente la política de Obama y convirtió a Venezuela de enemigo en aliado de su lucha contra las FARC, sabiendo a ciencia cierta que Venezuela no tiene los mismos intereses de Colombia. Las necesidades económicas de Venezuela y una impopularidad evitable son incentivos suficientes para que Chávez acepte ese compromiso. En el caso pakistaní, la alta corrupción del gobierno y el ejército los hacía una presa fácil de la asistencia billonaria que les da Estados Unidos, muy semejante a la incondicional servilidad que Estados Unidos logra exitosamente de Colombia con la asistencia militar y que hace innecesaria cualquier urgencia de sembrarla y extenderla indefinidamente como lo hará con el TLC.

Colombia es uno de los mejores clientes de la industria militar estadounidense y la eliminación de la violencia en Colombia disminuiría enormemente esa entrada. Fuera de afectar la justificación de mantener una inteligencia total sobre Colombia. Juan Manuel Santos es partidario de las acciones de inteligencia y desde cuando fue ministro de defensa hasta hoy, como presidente, se ha destacado por los golpes dados a las FARC que han eliminado importantes líderes de Reyes a Jojoy y que han liberado los rehenes más valiosos de las FARC como Ingrid Betancourt y los tres paramilitares estadounidenses.

Elegir la tortura y la guerra son simplemente una cruel distracción y un negocio, elegir la inteligencia y planeados combates directos produce golpes efectivos contra las organizaciones violentas. Insistir en una guerra regular para un conflicto armado irregular es un grave error muy costoso y contraproducente.

Seguir órdenes es parte inherente de los ejércitos y organizaciones militares. De la misma manera que los falsos positivos no pudieron existir sin una exigencia de Uribe Vélez de agrandar el número de cadáveres de uniformados de las FARC, tampoco la operación que dio de baja a Osama bin Laden se hubiera podido hacer bajo la inexcusable miopía de W. Bush, sino bajo una dirección militar bien planeada, certera y efectiva como la de Barack Obama.

Las excusas de que los jefes guerrilleros colombianos van y vienen entre las fronteras colombianas es una excusa similar a la de que Osama bin Laden iba y venía en la frontera entre Afganistán y Pakistán. Guerrilleros y recursos se pueden mover en las fronteras con el riesgo de que puedan perderse, pero los jefes no pueden correr esos riesgos y menos el de perder su poder lo que les exige que se mantengan al frente de sus combatientes y con una estabilidad que les permita emitir órdenes y recibir reacciones y resultados. Sin esas condiciones básicas no se puede dirigir ni mantener un combate que en Colombia es permanente. Las operaciones militares pueden ser de mucha movilidad territorial, pero no así su comando.

Evidentemente, nos encontramos ante un nuevo horizonte de la guerra irregular y del combate contra la insurgencia en el tiempo de ser parcos en los gastos y efectivos en los resultados. La misma insurgencia ha sido la maestra de estas nuevas técnicas. La idea de cada operación guerrillera es gastar lo mínimo y rendir lo máximo. La típica acción terrorista auspiciada por Osama bin Laden contra los símbolos de poder económico y de prestigio de Estados Unidos nunca requirió la compra billonaria de aviones supersónicos F-16. Al-Qaeda no gastó un solo centavo en aviones. Tampoco necesitó invertir millones en demoledoras bombas incendiarias. Todo lo consiguió tomando control de simples aviones comerciales estadounidenses que en sí constituían demoledoras bombas incendiarias.  De manera semejante las FARC usan pequeños y domésticos cilindros de gas que tienen el mismo efecto de costosos tanques que despejan el camino para incursiones y operativos militares.

Si  se pierden unos cuantos cilindros de gas las FARC no quedan en desventaja, pero la necesidad de conseguir armamento cada vez más sofisticado y costoso mantiene a las Fuerzas Armadas colombianas  en desventaja. Ya Vietnam enseñó que contra las destructoras toneladas diarias de NAPALM la economía, la disciplina, la creatividad, el ingenio en el uso de los limitados recursos y la osadía en el combate fueron mucho más efectivos. Si no fuera cierto, parecería increíble que con solo pequeños cilindros de gas y caseras y rústicas bombas quiebrapatas las FARC hayan resistido durante ocho años mas de un cuarto de  millón de soldados colombianos con F-15s, tanques, buques de guerra, aviones tucanes, bombas de precisión, inteligencia satelital, interferencia de comunicaciones y el más abundante y sofisticado armamento militar que se haya visto en Colombia.

Los colombianos nunca han pensado en la economía de la guerra, si lo hubieran hecho jamás hubieran caído en la trampa de Uribe Vélez y terminado pagando los impuestos de seguridad más altos, el presupuesto militar que reduce y asfixia la educación, la salud y los beneficios de las nuevas generaciones colombianas para que Uribe nos dejara unas nuevas FARC  y de encime unas bandas criminales paramilitares que controlan el 60% de Colombia.

Una cosa es pensar cómo acabar a las FARC sin gastar un centavo y otra es pensar que no se tienen suficientes soldados, ni suficientes armas, ni suficiente dinero, ni suficientes cuarteles, ni suficientes aviones, etc. Y así pasársela otros 50 años. Al parecer las FARC no se maniatan por lo que no tienen y en su lugar le sacan el máximo beneficio a lo poco que posean.  Si no hay una prioritaria inversión nacional en educación y salud  estamos preparando una Colombia más atrasada que la actual y con crisis sociales aún más agudas que propiciarán nuevas generaciones de insurgentes. Y si el presupuesto militar no se disminuye al mínimo terminaremos quemando día y noche todos nuestros ingresos.

La negociación que considera el actual gobierno colombiano logra lo central que es acabar con las FARC, lo que Uribe Vélez nunca pudo ni la guerra puede. Cuántos billones de dólares se ha ahorrado Colombia con la negociación del M-19. Eso es lo que hay que comenzar a pensar en ahorrar dinero no en despilfarrarlo al tiempo que se baña a Colombia en sangre, tragedia y dolor.

La secuela de la operación de inteligencia del presidente Barak Obama contra Osama bin Laden es que se acabó con un violento líder tribal, un hombre de negocios inteligente y carismático, pero la negociación con el Taliban, su hermano de guerra, es inevitable para la estabilidad de Afganistán y para impedir que la sublevación de las nuevas generaciones árabes tomen una dirección violenta, si son frustradas, inspiradas en las vivas lecciones del combate de los talibanes. Tanto Osama bin Laden como los talibanes hay que dejarlos efectivamente como temas que pasen a la historia.

El uribismo, como todo fanatismo personalista y caudillista que gira alrededor del ego de una persona ve los crasos errores y los daños que Uribe Vélez le proporcionó a Colombia como aciertos y quiere convertir su pasado en el presente. Fuera de ellos, también existe una Colombia pensante, práctica y con sobrios proyectos para su futuro. Es en esta Colombia que no quiere seguir haciendo lo que no sirve  y no la lleva a ningún lado por otros 200 años  en la que hay que poner todos los esfuerzos para cimentar la realidad que sea el futuro aprendido de las lecciones del presente.

José María Rodríguez González

P.S.

En Colombia existe un conflicto armado. Así se diga que las FARC son un grupo narcoterrorista eso no cambia que exista un conflicto armado con las FARC.  La legitimación de las FARC depende de que el gobierno les responda militar y políticamente no en no llamarlas narcoterroristas.
 Si en algún momento el gobierno ha acusado a las FARC de comunistas las ha legitimizado como políticas y si en algún momento el gobierno ha enfrentado a las FARC con prioridad de las Fuerzas Armadas y no de la policía las ha legitimizado como beligerante fuerza armada contra el estado, sea democrático o no.
 El financiamiento con narcotráfico es ilegal y no se puede hacer de él una excepción. Todos los grupos beligerantes se financian ilegalmente.  No se puede alegar que existen fondos del gobierno que las FARC no aceptan.
 El terrorismo es un término general, que incluye tanto el terrorismo de un grupo beligerante como el terrorismo del Estado.



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