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Panorama de situación


¿Cuál es el denominador común entre el PRO, al PJ-2, al radicalismo, a Libres del Sur, la Coalición Cívica, al Partido Socialista, al MST y demás partidos de oposición? Algo tienen en común todos estos partidos opositores y es que ninguno de ellos siquiera intenta instalar un tema de agenda en el país. La agenda política opositora en un país con tantos y tan complejos problemas a por resolver no la manejan los partidos opositores.

La única Agenda política de la oposición es el antikirchnerismo. Es plegarse incondicionalmente a la estrategia de un grupo de corporaciones con mucho poder cuya cara visible es el célebre grupo Clarín, que es hoy por hoy quien orquesta y disciplina a la oposición, rehén -a veces voluntaria, otras no tanto- de esta corporación. Si quieren tener exposición sólo tienen que jugar a ver quién es más antikirchnerista. Los que se opongan a la iniciativa oficial de turno con más vehemencia serán recompensados con una mayor exposición mediática. De ahí que dirigentes o personajes que sacan menos votos que el voto en blanco, como Carrió, estén sobrerrepresentados en los medios mientras dirigentes como Binner, cuyo caudal electoral es unas 10 veces mayor, casi no tienen exposición.

Lo relevante, lo preocupante de que la oposición política esté a merced de este grupo económico, es que bajo ningún concepto se discuten políticas, proyectos, problemáticas sociales y un sinfin de cuestiones que pasaron a un segundo o tercer plano en esta lucha por ver quién es más soldado. No se puede reconocer una sóla cosa que haya hecho bien el Gobierno en todos estos años.

Por el otro lado hay un kirchnerismo que impone una agenda política, como corresponde a cualquier fuerza a la que le toque gobernar, pero que se maneja con el criterio clarinista a la inversa: todo lo que impulse el oficialismo es perfecto, maravilloso, incuestionable. Criticar -en la primera acepción de la palabra- matizar, problematizar, e incluso dudar son acciones que convierten a quien lo haga en enemigo. Un buen soldado se traga las dudas -la duda es la jactancia de los intelectuales diría alguno por ahí- y, si no le gusta algo, se lo tiene que callar. Se trate de la ley antiterrorista, la inflación, la política de explotación de los recursos estratégicos o en tantos otros temas, el silencio es salud. No vaya a ser cosa de que por señalar alguna cuestión que no ande bien salga Barone con su varita mágica a convertirte en amigo de Videla y felador de Magnettos.

Entre estos dos universos no hay nada. No hay espacio para lo que desde ambas puntas denominan peyorativamente "tibios" (tibieza que bajo ningún concepto implica no tener posición tomada o ser neutral). O está todo bien o está todo mal; pero no vengan con esto de que hay cosas bien, otras regulares y otras mal. Eso no sirve en un momento clave como este, no seas funcional al otro. Y así y todo, aunque no les guste a los ejércitos en pugna, hay mucha más gente no alineada incondicionalmente ni con uno ni con el otro que todos los soldados de unos y otros sumados. Es un error diseñar políticas comunicacionales que apuntan sólo a la militancia orgánica. El caso de Juan Miceli -junto con quien trabajé durante mi paso por la TV Pública- es un ejemplo clarito de eso: hizo una pregunta que podría haber hecho una doña Rosa
neustadtdista, un "la gente dice", y en lugar de responderle en términos didácticos -siquiera amenos- sobre la pregunta, el dirigente oficialista lo maltrató al aire, lo mandó a militar, y luego durante esa semana desde el aire de ese mismo canal, pegado al noticiero, lo destrozaron diariamente a Juan quién más allá de las diferencias ideológicas que pudieran haber pone la cara día a día en el noticiero del canal público desde hace años.
 
Y si algo no ayuda a aliviar la cuestión es que el oficialismo haya arrasado en las elecciones pasadas. Ese 54% a 40 puntos del segundo infló de soberbia a unos cuántos que ahora hablan con una asquerosa prepotencia que ha convertido a personas interesantes en infumables. Y no se dan cuenta que es esa misma soberbia la que puso en crisis al grupo Clarín allá por 2008, crisis de la cual nunca pudo salir (aunque con la incorporación de Lanata como vocero ha repuntado un poco) y que por ese camino es que se pierden los votos.

Y a todo esto hay una realidad con muchos problemas que resolver y que no se pueden discutir porque en lo mediático no hay forma de llevar terceras y cuartas posiciones a los hogares. Los diarios son ilegibles, los periodistas se han convertido en vedettes que ya ni siquiera se toman el trabajo de ejercer su profesión. No se habla de temas que no estén en la agenda, no se problematiza ni se busca construir consensos sobre cuestiones que están a la vista de todos. Desde la oposición porque lo único que importa es hacer daño al gobierno y para ello lo mejor es pelar el corruptómetro, la doctrina honestista; y desde el gobierno porque la única que dice qué y cuándo y cómo y dónde y por qué es problema, es Cristina.

Entonces se tapa todo hasta que revienta. Ahí sí se aborda el tema. La corrupción en el área de transporte estaba a la vista de todos durante años. Tuvo que llegar a niveles alevosos para que se separe del cargo a un corrupto como Jaime y ni siquiera allí se modificó la política de transporte. Tuvieron que morir 51 personas y 703 resultar heridas para que se empiece a hacer algo en serio. Y nadie hablaba del tema porque no querían regalarle un tema a Clarín. Con esa lógica se está manejando el Gobierno y por esa razón es que seguiremos de quilombo en quilombo con el matafuegos en la mano. Los problemas de hoy no son problemas hasta que exploten (o hasta que Cristina, de quien nadie duda de su inteligencia y su enorme capacidad pero que sigue siendo al final del día un ser humano como cualquier otro, lo ponga en la agenda). Por poner otro ejemplo ¿cuántas mujeres tendrán que morir o quedar mutiladas hasta que se impulse la despenalización del aborto? ¿Cuántas nenas violadas más deben tener que pasar por el sistema judicial y ser doblemente violadas al serles denegado el control sobre su propio cuerpo?

El oficialismo te puede reformar el consejo de la magistratura en un par de semanas, ¿será muy de videlista aprovechar el impulso de la "democratización de la justicia" para pedir que ya que estamos se impulse el juicio por jurados que está en nuestra constitución y que sería un verdadero avance en cuanto a democratización? Hay millones de ejemplos de cosas que faltan, cosas que se pueden mejorar y cosas que están mal. Pero no hay nadie con capacidad real de generar una alternativa. Los opositores han perdido todo tinte ideológico y respeto al someterse a los designios de la empresa que articula el campo opositor. Por eso no cosechan votos, no tienen proyecto propio y ni siquiera pueden despegarse con un solo gesto o declaración del monstruo que maneja sus hilos. 


Por el otro lado la propia dinámica del oficialismo impide que surjan diferentes posiciones, propuestas e incluso dirigentes. Se muestra como un todo monolítico sin fisuras, vertical y ordenadito y así seguirá hasta el 2015, año en el que habrá que ver de qué nos disfrazamos cuando Cristina deje la presidencia del país y todo eso que hoy por hoy está amalgamado bajo el paraguas de Cristina se muestre como lo diverso que es en realidad y quede en evidencia que a nivel institucional los partidos y el sistema político siguen en crisis. Pero por supuesto, faltan dos años para eso y por experiencia sabemos bien que cada año cronológico en política argentina equivale a décadas. Pero igual hay que ir pensando en una agenda superadora y también en cómo garantizar la gobernabilidad en el mediano plazo para que todo lo que se avanzó durante la era K no se pierda con la asunción de un nuevo gobierno. En definitiva, cómo hacer un mejor kirchnerismo en el poskirchnerismo.

Saludos
D.F. 

Imagen: ulacit-pensamiento.blogspot.com 



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