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Una multitud en la Cumbre Antiimperialista de Bolivia

A un mes exacto de que el avión de Evo Morales fuera retenido en Austria durante trece horas violando todos los tratados internacionales se realizó en la ciudad de Cochabamba la primera cumbre “antiimperialista y anticolonialista”. Duró tres días y se cerró el viernes con un Morales eufórico ante una multitud. La cumbre en sí llegó a varias conclusiones muy ambiciosas que habrá que ver si se efectivizan. Pero, por sobre lo retórico, el encuentro dejó claro por un lado que el conflicto que se abrió después del secuestro del avión trasciende las fronteras bolivianas y por el otro que, de cara a las presidenciales del año que viene, el gobierno salió paradójicamente oxigenado  y fortalecido.
A la cumbre llegaron un centenar de organizaciones sociales de 18 países diferentes. Las mesas de debate tocaron temas disímiles y gigantes: desde el rol de la nueva alianza del pacífico, pasando por la descolonización, el espionaje y la amenaza de la OTAN después de que el presidente colombiano haya pedido formalmente su ingreso. Fueron dos días de debate  en el que las discusiones más que argumentativas fueron catárticas. Los miembros de las organizaciones sociales bolivianas se mostraban indignadas ante el atropello y eran quienes planteaban las demandas de máxima.

Linera y Evo en Cochabamba, en el cierre de la cumbre


Fue en la mesa que reflexionaba sobre la OTAN en la que habló el ministro boliviano de la Presidencia, Juan Ramón Quintana. Sin titubear planteó que la amenaza es grave. Que la situación es peor a la que se vivía en los tiempos de la guerra fría y que, justamente por esto, es imprescindible “crispar, tensionar a la sociedad para que esté siempre con un ojo abierto”.
                               En la misma línea había hablado horas antes el vicepresidente Álvaro García Linera. “¿Por qué las potencias capitalistas decadentes le tienen miedo a un indígena, a un campesino, a un boliviano?”, preguntó para responderse inmediatamente después: “Porque están desesperadas, porque le tienen miedo a algo. Y ese algo lo representa Evo, con esta nueva forma de democracia que recupera lo común, lo comunitario, lo que es de todos. Nos han querido amedrentar, han elegido al más débil, pero no lo ha logrado, porque hemos salido fortalecidos”, aseguró.
                               El viernes, Morales arrancó su discurso ante la multitud – los más optimistas hablan de un millón, aunque a este cronista no se atreve a ratificarlo – asegurando que hoy en Bolivia y en América Latina se inicia con “una nueva tesis política de la liberación de los pueblos del mundo” que sigue “haciendo historia con victorias”, al tiempo que anunciaba al 2 de agosto como día del antiimperialismo. 
                               Lo interesante del discurso del presidente fue que el nudo se centró en el tema tierras, un ítem que a priori responde a intereses estrictamente locales. Lanzó números, datos, estadísticas. Habló de reforma agraria, de la nacionalización de los recursos naturales, de los planes de riego para el altiplano profundo, de la expansión de la frontera agrícola. Los títulos del día siguiente giraron todos en torno a las escasas alusiones que Morales hizo al conflicto que convocó a la cumbre. Pero Evo, al momento de hablar, dedicó la mayor parte a los detalle de gestión.
                               Y es lógico. En los últimos meses, e incluso en esta gestión el gobierno boliviano debió administrar conflictos muy complejos por parte de sectores que en teoría, deberían ser bases orgánicas de la “revolución democrático cultural” como la llama el gobierno. Indígenas en el oriente que se oponen al trazado de una carretera por un parque natural, sindicalistas de la emblemática Central Obrera Boliviana que aspiran a mayores pensiones y salarios. Es que, como señala el analista Fernando Molina en la revista Nueva Sociedad, “el oficialismo carece de la excitante aura de novedad que lo rodeaba al principio del llamado «proceso de cambio». En líneas gruesas, el cambio ya ha sucedido y cambiar ha dejado de ser la pulsión dominante del país, como lo fuera entre 2002 y 2009. El aporte principal del mas a la innovación boliviana ya está hecho; el futuro de este partido depende ahora de su posibilidad de representar la continuidad de las leyes, las instituciones y las políticas que diseñó y aplicó durante estos años”.

La multitud en el cierre de la cumbre

                Es en este contexto que se dio el brutal atropello contra el avión presidencial boliviano que volvió a poner a Morales como líder de la resistencia antiimperialista, polarizando nuevamente el escenario interno. Así fue que, para cerrar su discurso, el presidente le habló al mundo, a la región, y también, sobre todo, a los suyos: "Aquí hay dos caminos: unirnos o hundirnos. Y por supuesto tenemos que unirnos para seguir derrotando al imperio y sus políticas de saqueo de nuestros recursos naturales, no tenemos otro camino".



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Documento final

El documento final de la Cumbre Antiimperialista subraya la alianza de los movimientos sociales de los pueblos para luchar contra los instrumentos de poder de las naciones hegemónicas; la tarea de promover la descolonización e incentivar el antiimperialismo como mandato para construir justicia social, distribución de la riqueza para que las sociedades empiecen a vivir con dignidad; el fortalecimiento de los Derechos Humanos y de la Madre Tierra; la lucha contra todo espionaje e injerencia de las potencias y el control de los medios de comunicación social contra el colonialismo de la desinformación.



Artículo publicado en Tiempo Argentino el domingo 4 de octubre. Para ver el original hacé click acá


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