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Informe político en el Congreso extraordinario del PSC

INFORME POLÍTICO DE MIQUEL ICETA EN EL CONGRESO EXTRAORDINARIO DEL PSC

Barcelona, 18 de diciembre de 2021

Muy buenos días, compañeras y compañeros.

Si alguien pensaba que empezaríamos hoy con “És l’hora dels adeus”, pues ¡no! Hoy empezamos con Marvin Gaye y Gloria Gaynor y Donna Summer, como no puede ser de otra manera, también en homenaje a Jordi Hereu, con quien compartimos, entre otras cosas, gustos musicales.

Muchas gracias por vuestro apoyo. Permitidme que primero comience con una nota triste pero obligada: el recuerdo a todos los compañeros y compañeras que hemos perdido a causa de la COVID desde el último Congreso del Partido, han sido muchos, han sido demasiados. Por eso hemos querido comenzar con un homenaje al sistema nacional de salud, nuestros sanitarios y sanitarias y nuestros científicos.

Cuando saludamos y nos vemos, a veces nos dejamos de mencionar a alguien, y quiero saludar a Eneko Andueza, secretario general del Partido Socialista de Euskadi-Euskadiko Ezkerra-PSOE, que está entre nosotros. Nuestros hermanos de Euskadi.

Subo a la tribuna con una enorme emoción, y también con la alegría y la convicción de haber hecho un buen trabajo porque, sí, efectivamente, compañeras, compañeros, TV3: somos el primer partido de Cataluña.

Siento la emoción de militante socialista de hace mucho tiempo. Septiembre de 1977, para ser precisos, cuando me afilié al Partido Socialista Popular Catalán. En la primavera de 1978 me afilié a las Joventuts Socialistes de Catalunya de la Federación Socialista de Cataluña (PSOE), y participé en la fundación de la Joventut Socialista de Catalunya, fruto de la unidad, en octubre de 1978.

Militante socialista, sí. Eso soy.

44 años después, con la misma ilusión, 44 años después con las mismas convicciones. Pero habiendo acumulado mucha experiencia. Gracias al partido, gracias a su gente, gracias a la fuerza de un proyecto colectivo, de profundas raíces y larga historia.

Como muchos dirigentes socialistas puedo decir, con mucha humildad, pero también con un punto de orgullo: “Todo lo que soy lo debo a mi partido”.

44 años de militancia. Pero hoy tengo que rendir cuentas de lo que hemos hecho, juntos, todos y todas, desde que me convertí en primer secretario del PSC, ahora que ha llegado el momento de dejarlo de ser.

Me convertí en primer secretario del partido en unas circunstancias extraordinarias, podríamos denominarlas sin exagerar de circunstancias dramáticas. Habíamos padecido una grave ruptura en la que antiguos compañeros nos abandonaron, convencidos de que el PSC había dejado de ser un instrumento útil para conseguir los objetivos fundacionales de unidad civil cohesión social y progreso del país.

Había quien decía que ya no éramos un buen instrumento para el avance social, nacional y federal, que no estábamos en condiciones de defender los intereses de los trabajadores y las clases populares de nuestro país, que éramos incapaces de hacer compatible el pleno desarrollo de las aspiraciones nacionales de Cataluña con la transformación de España en un Estado federal.

En aquel contexto de polarización política y de fuerte división interna, de retroceso electoral y de ausencia de liderazgo ofrecí mi candidatura a la primera secretaría en una sesión extraordinaria del Consell Nacional.

Había aspirado antes a convertirme en primer secretario del PSC, pero no fue posible. Y eso me sirve para reivindicar el carácter colectivo y democrático de nuestro proyecto político. No se trata nunca de lo que quiere uno u otro compañero o compañera del partido, sino de lo que más conviene a nuestro proyecto, al avance de nuestras ideas.

Quizás el momento para convertirme en primer secretario no era el que yo habría preferido, sino que tocaba esperar al momento de responder a la profunda crisis que padecía el PSC y que motivó, entre otras cosas, la renuncia del estimado Pere Navarro. Todavía recuerdo cuando yo quería ir al Parlamento Europeo. Un día me llamó Pere, el primer secretario, y me dijo: necesito que te quedes porque las cosas no van bien. Y yo no dudé ni un segundo: no podía irme. Mi conveniencia, mis aspiraciones, las ganas también de poner un poco de distancia quedaban atrás de lo que en aquel momento necesitaba el partido, y lo expresaba con firmeza su primer secretario.

En aquel momento difícil de la vida del PSC, todos compartíamos tres objetivos: superar la crisis interna, trabajar para volver a ser un partido central en Cataluña y participar en la renovación del PSOE.

Con orgullo recuerdo cómo pude contribuir a redactar la Declaración de Granada mano a mano con Alfredo Pérez Rubalcaba, Elena Valenciano, Ramón Jáuregui y Pere Navarro, superando así la breve etapa en la que estábamos deslumbrados por el mal denominado derecho a decidir.

Pues bien, compañeras y compañeros, aquellos tres objetivos: superar la crisis, volver a poner el PSC en un lugar preeminente y contribuir a la renovación del PSOE se han hecho realidad. Crisis superada, el PSC vuelve a ser el primer partido de Cataluña y la renovación del PSOE encabezada por el compañero Pedro Sánchez está absolutamente consolidada.

Pero os tengo que decir absolutamente convencido de que esto que hemos conseguido no se debe a mi liderazgo. De ninguna manera.

Hemos tenido éxito por dos motivos: el primero, porque el nuestro es un proyecto colectivo y democrático, y el segundo porque nunca hemos renunciado a nuestras convicciones. Porque hemos sido fieles a nuestros objetivos fundacionales y porque hemos sido dignos herederos de nuestra historia. Hoy, en el Congreso del partido, la historia se hace presente.

Quien pierde los orígenes, pierde la identidad, decía Raimon en su canción: “Jo vinc d’un silenci”. Y el PSC no ha perdido sus orígenes y, por tanto, no ha perdido su identidad, y ha desmentido con rotundidad a todos aquellos que anunciaban, mucho antes de hora, nuestra defunción y publicaban la correspondiente esquela por doquier.

Pero como decía Salvador Espriu en su poema: “Inici de càntic en el temple”: Hemos vivido para salvaros las palabras / para devolveros el nombre de cada cosa”. Y eso hemos hecho.

Por eso podemos decir con orgullo, también en palabras de Espriu: “Nos mantendremos fieles por siempre al servicio de este pueblo”. Combatiendo al peor enemigo de Cataluña, que no es otro que la división y la ruptura interna de nuestra sociedad. Y evitando la ruptura del vínculo que une a Cataluña con el resto de los pueblos de España.

Se ha dicho a menudo que hemos superado el momento más difícil de nuestra historia. Hay que matizarlo mucho porque nuestra historia es larga. Ha sido realmente un momento difícil, pero recordar que nuestra historia -quizás como partido empieza estrictamente en el año 1978- es un nuevo eslabón de una larga historia que tiene raíces muy profundas en la trayectoria del movimiento obrero y popular, de los movimientos socialistas, catalanistas y federalistas, que han ido germinando y desarrollándose en el seno de nuestro pueblo, en evidente y estrecha conexión con todos los pueblos de España.

Permitidme que recuerde algunos momentos de especial dificultad. Lo digo para relativizar esto de que hemos sobrevivido a un momento dificilísimo.

¿Es que fue fácil decidir la fundación del PSOE? ¿Podíamos pensar que veinticinco obreros reunidos en Madrid decidieron crear un partido de los trabajadores, que llegaría hoy a tener 142 años de historia? Por cierto, se reunieron en un restaurante, en Madrid, Casa Labra, al que de vez en cuando algunos vamos a ver la lápida que lo explica. El primer Congreso del PSOE, el que aprueba del Programa Máximo, se celebraba el año 1888 en Barcelona, coincidiendo con la celebración de un Congreso Obrero Internacional y con la fundación también de la Unión General de Trabajadores. Y quienes dicen que el socialismo en Cataluña ha sido trasplantado desde fuera, son unos ignorantes. ¿Por qué en Barcelona? Porque en Cataluña se encontraba entonces el mayor número de agrupaciones socialistas. Muchas de ellas, y no es casual, en municipios con estación de tren. Una de las instrucciones del sindicato ferroviario de la Unión General de Trabajadores era crear núcleos socialistas allí donde llegaba el tren.

¿Es que fue fácil combatir el apoliticismo extremo de determinadas corrientes anarquistas?

¿Es que fue fácil luchar contra el chovinismo que causó la primera guerra mundial, una de las primeras víctimas de la cual fue Jean Jaurès, asesinado por oponerse a la guerra?

¿Es que fue fácil unir las reivindicaciones del movimiento obrero con el catalanismo? Recordemos a la Unió Socialista de Catalunya y al Moviment Socialista de Catalunya.

¿Es que fue fácil el período de la guerra civil?

¿Es que fue fácil participar en la creación del PSUC, como lo hicieron la Federación Catalana del PSOE y la Unió Socialista de Catalunya?

¿Es que fue fácil oponerse a la bolchevización y al dogmatismo que la Internacional Comunista quería imponer al conjunto del movimiento obrero?

Pensamos en los compañeros que después de haber participado activamente en la creación del PSUC decidieron volver a los orígenes. Recordemos la historia de Paco Ramos, aquel militante socialista que impulsó la creación del PSUC, que hizo la guerra, que se tuvo que exiliar a la Unión Soviética, donde sus ideales socialistas toparon con una realidad que de socialista solamente tenía el nombre, que fue encarcelado por los dirigentes comunistas de la URSS, y muchos años después, como diputado socialista al Congreso acompañó a Felipe González en una delegación oficial que visitaba la URSS haciendo de intérprete.

¿Fue fácil la trayectoria tan dramática como admirable de los compañeros y compañeras del POUM?

¿Es que fue fácil reconstruir las organizaciones socialistas después de la guerra durante la dictadura de Franco?

U otras cuestiones de orden político. ¿Ha sido fácil defender el reformismo ante los que fiaban todo al gran día de la revolución?

Tampoco fue fácil el camino de la unidad socialista. ¿Lo tuvieron fácil Joan Reventós, Josep Maria Triginer o Josep Verde i Aldea?

¿Es que fue fácil combatir los años de plomo de la hegemonía nacionalista (1984-1999)? ¿Lo tuvo fácil Raimon Obiols, amenazado dentro del propio Parlament de Catalunya por no plegarse al dogma pujolista?

No me cansaré de repetirlo y este es el hilo de mi discurso de hoy: las dos principales razones que nos han permitido superar siempre las dificultades son el carácter colectivo y democrático de nuestro proyecto y la fidelidad a nuestras raíces.

Os emplazo y creo que no hace falta que insista demasiado, que seamos fieles a nuestra historia, que honremos nuestras raíces, y que en momentos de dificultad sepamos encontrar la inspiración en aquellos dirigentes que nos han precedido, que mostraron el camino y que si algún reproche les podemos hacer es que nos dejaron el listón muy alto.

Tenemos raíces profundas y también internacionalistas. Herederos del socialismo utópico, de la socialdemocracia. Por cierto, algunos que critican mucho la socialdemocracia, solo para que quede como nota a pie de página: el partido de Lenin se llamaba Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, lo digo porque hay mucha ignorancia.

Sí, somos herederos del socialismo marxista, de las luchas obreras y campesinas. Herederos de los fundadores, fundadoras y dirigentes del movimiento obrero y socialista, de la rica experiencia del socialismo internacional, que permitidme que resuma en dos nombres: Salvador Allende y Olof Palme.

Aprovecho: deseamos y alentamos la victoria de mañana en Chile del candidato de las izquierdas. No quisiéramos que nuestros hermanos chilenos y chilenas retrocediesen.

Nuestro partido ha llegado a ser lo que es porque fue capaz de recoger la tradición del cooperativismo, del sindicalismo, de lo mejor del cristianismo y del pensamiento humanista y progresivo, de las aportaciones de las izquierdas revolucionarias y reformistas, del feminismo y del ecologismo. Somos el fruto de estas semillas.

Y os vuelvo a emplazar, no perdamos ni una brizna de esta historia, no perdamos ni una brizna de estas aportaciones.

La fidelidad a nuestras raíces exige también capacidad de evolucionar y adaptarse a una sociedad cambiante. Como nos decía Willy Brand, por cierto, que vino en solidaridad con el POUM a la guerra civil y nos conoció en el peor momento y en el peor de los lugares: “Recordad siempre vuestra fuerza, y que cada nueva época requiere de nuevas respuestas”.

Por todo esto muchos no dudamos ni un solo momento en que saldríamos adelante, que superaríamos la crisis y sabríamos salir adelante. Porque el PSC no es una moda, una anécdota o el fruto de un experimento de laboratorio, ni un globo inflado mediáticamente. El nuestro es un proyecto bien sólido.

No penséis que este recurso a la historia del partido y del movimiento obrero lo tenemos que tomar con autosatisfacción y conformismo. Nuestro trabajo está lejos de haber acabado. Hay que devolver a Cataluña a una vía de progreso. Hay que volver a liderar un proyecto progresista e integrador como el que encabezaron los presidentes Maragall y Montilla. Hace falta que un nuevo presidente socialista, Salvador Illa, esté al frente del gobierno de la Generalitat.

¡Vamos!

Para conseguir nuestros objetivos hacían falta, hacen falta y harán falta cambios. Y por eso os propuse a finales del año pasado que designásemos a Salvador Illa como candidato socialista a la presidencia de la Generalitat. Porque queríamos ganar y así fue.

¡Lo tuvimos que hacer en unas condiciones extraordinarias!

Y hoy solemnemente, ante el Congreso del partido, os pido excusas. Seguramente hubiésemos tenido que hacerlo de otra manera, seguramente hubiésemos tenido que aprovechar los mecanismos democráticos de discusión, seguramente hubiésemos tenido que hacerlo siguiendo las reglas, pero no podía ser y, por tanto, tuvimos que tomar un atajo. ¿Por qué tuvimos que tomar esta decisión? Porque nosotros, con todas nuestras decisiones, tenemos que aspirar a suscitar un importante apoyo ciudadano.

Y así fue con la candidatura de Salvador, a quien quiero agradecer su labor como secretario de Organización y también como ministro de Sanidad, impulsor de la campaña de vacunación más exitosa del mundo. Y os pido que lo repitamos con todas las letras: Salvador Illa, juntamente con Pedro Sánchez, han sido los impulsores de la campaña de vacunación más exitosa del mundo. No lo digo yo, lo dice la OMS.

Como ministro, pude ir a una reunión de ministros de Cultura del G20, a Roma. Por cierto, el G20, ¿lo recordáis? Fue José Luis Rodríguez Zapatero el que consiguió que España fuera invitada permanente en todas las actuaciones del G20. En este tipo de reuniones hay contactos bilaterales de un cuarto de hora entre ministros de diferentes países para hablar sobre proyectos de interés común. Y la alegría que sentí cuando la ministra alemana de Cultura exterior me preguntó: ¿Cómo lo estáis haciendo? ¿Cómo estáis vacunando tan rápido? La ministra alemana le preguntaba al ministro español “cómo lo estáis haciendo mejor que nosotros”. Este orgullo, que podemos sentir bien legítimo porque tanto Pedro como Salvador han sabido poner en valor la dimensión colectiva de sete éxito de las Comunidades Autónomas, del Gobierno de España y de la ciudadanía. Lo hemos mejor que otros, pero no podemos despistarnos. Hoy todos con mascarilla y racionamiento estricto de besos y abrazos. Estricto porque esto todavía no ha acabado.

Gracias, Salvador, por tantas cosas. Por lo que ha hecho, pero sobre todo por lo que le queda por hacer al servicio de nuestros ideales y al servicio de la sociedad catalana y española.

Y ahora hace falta que completemos el relevo en la candidatura socialista a la presidencia de la Generalitat con el relevo en la primera secretaría del partido, que exige dedicación exclusiva y no puede estar subordinada a nada. El primer secretario del PSC es el primer secretario del PSC. No hay honor ni responsabilidad que pueda pasar por delante de ésta.

La decisión, lógicamente, tiene que ser y está siendo democrática y colectiva, pero no puedo dejar de decir que nunca como hoy he estado tan convencido del camino que había que tomar. De hecho, es una decisión que personalmente había tomado desde el momento en que decidí que hacía falta cambiar de candidato.

Pero esto no va de Miquel Iceta ni de Salvador Illa. Esto va del PSC, de Cataluña y de España, de nuestro sueño federalista y europeísta, de nuestro sueño socialista, socialdemócrata y progresista.

Y por eso es un buen momento para rendir homenaje a todos aquellos y aquellas que han mantenido la fidelidad al PSC en los buenos momentos y especialmente cuando en los momentos difíciles. Y un homenaje muy especial, hoy con el Congreso del partido reunido, a los que desarrolláis vuestra militancia en lugares donde la implantación del PSC es todavía débil. Y me permitiréis que para dar solo un ejemplo tome el de nuestra concejala Bea Ventura de Santa Coloma de Farners, y ya sabéis porqué. Intentaron silenciarla y no pudieron.

También es un buen momento para hacer un homenaje al municipalismo socialista, fuente inagotable de experiencias, proyectos y liderazgos que nutren y fortalecen permanentemente nuestro proyecto.

También un reconocimiento a todos aquellos y aquellas que se han comprometido hoy y en el pasado con el fortalecimiento y la renovación del socialismo español.

Y en este capítulo de reconocimientos, hago una mención muy particular y emotiva a los compañeros y compañeras de la Joventut Socialista de Catalunya, de la que yo también formé parte, hace ya mucho tiempo.

Siempre caigo en la tentación, de la que después siempre me arrepiento un poco, de citar nombres, porque siempre te olvidas de muchos. Decía Newton: “Si he podido ver más lejos, solo es porque estaba encaramado sobre las espaldas de gigantes”.

Recordemos a Enric Adroher (Gironella), Carlos Barral, Juli Busquets, Maria Aurèlia Capmany, Alexandre Cirici, Ramon Fernández Jurado, Pep Jai, Jordi Llimona, Ernest Lluch, Oriol Martorell, Marta Mata, Josep Pallach, Paco Ramos, Joan Reventós, Jordi Solé Tura, Carme Chacón, José Ignacio Urenda, Carlos Cigarrán y Francesc Casares.

¡Menuda lista! Hay que ser un poco osado para intentar sumarse a esta lista, pero muchos y muchas lo habéis hecho.

Y entenderéis que, en este Congreso en el que me despido de la primera secretaría del partido, añada algunos nombres muy próximos, que nos faltan: Antonio Santiburcio, Francesca Martín y Xavier Soto.

Afortunadamente también podemos mencionar a Raimon Obiols y otros que siguen entre nosotros, como Pasqual Maragall, José Montilla, Narcís Serra, Josep Borrell, Isidre Molas, Anna Balletbó, Manuela de Madre, Núria Marín, Teresa Cunillera, Raquel Sánchez, Jaume Collboni o Meritxell Batet. Muchos, muchas, seguro que me dejo algunos, seguro que cometo alguna injusticia. Pero mirad, solo recordando estos nombres es más fácil y sencillo explicar el porqué hemos llegado hasta aquí y porqué hoy y siempre somos PSC.

Como toda obra humana, en la nuestra también ha habido y habrá luces y sombras. No siempre lo habremos acertado, pero estamos seguros de algunas cosas: del acierto de la unidad socialista de 1978, y de la vigencia de nuestra Declaración de Principios, aprobada por unanimidad en 2008.

Podemos estar seguros de nuestros valores: libertad, igualdad, justicia y fraternidad.

De cómo hacerlos realidad: democracia, reformas, mayorías, buena obra de gobierno.

De nuestro objetivo: construir una sociedad cada vez más próspera y más justa, más libre y más segura.

De los principios sobre los que desarrollamos nuestra acción política: socialismo, catalanismo, municipalismo, federalismo, europeísmo, feminismo, ecología, legalidad, responsabilidad y respeto.

Queremos sí, como dice nuestro himno, una Cataluña rica y plena, en una España y una Europa federales, en un mundo en paz y progreso.

Queremos unidad civil, cohesión social y progreso colectivo.

Nuestra propuesta, comprometida con los sectores más débiles de la sociedad, se dirige al conjunto de la sociedad catalana, a los 7 millones y medio de catalanes y catalanas.

Y ciertamente el proceso independentista puso nuestras convicciones a prueba. La polarización que provocó tuvo un fuerte impacto interno en el PSC, que siempre ha sido el termómetro más sensible de la sociedad catalana, el sismógrafo más preciso de las tensiones subterráneas. Por eso padecimos rupturas antes que nadie. Y algunos reían. ¿Quién se ríe cuándo amenaza tormenta? Os ahorro lo que tengo en mente.

Se nos quiso silenciar, por intentar despreciar nuestras advertencias. Y cuando quizás era más cómodo haberse callado, el PSC decidió hablar claro, aunque eso implicase nadar a contracorriente. Se nos intentó silenciar, muchos de los fueron víctimas de señalamiento y escarnio. Pero no consiguieron silenciarnos, no nos callamos.

Alertamos de los riesgos, diciendo la verdad.

Advertimos sobre el grave error de romper la legalidad.

Sobre la temeridad de dividir el país.

Sobre la ingenuidad de minimizar los obstáculos y los costes del proceso independentista.

Sobre el peligro de generar falsas expectativas.

Pero no nos quedamos solo en la advertencia.

Y ofrecimos alternativas. Sin ceder a la demagogia ni al griterío.

Sin aceptar la división entre bandos irreconciliables.

Sin rendirnos a un frentismo que quizás tenía réditos electorales, pero que era perjudicial para el país.

Y por eso hoy, desde este Congreso Extraordinario, reclamo solemnemente que nos hagan caso en lo que se refiere a la escuela catalana y a la política lingüística. Demasiadas cosas se han roto. Y no nos podemos permitir una nueva ruptura, que en este caso podría ser definitiva e irreversible.

Se puede explicar muy fácil lo que queremos.

Solo hay que leer lo que nos decían Marta Mata y Pepe González, lo que escribe con pasión y conocimiento Jordi Font, lo que explica en el Parlament, con su buen hacer, Esther Niubó. Nosotros, ¿qué queremos? Una sola escuela, una. No dos líneas. No separar a los niños por razón de lengua. ¿Qué queremos? Que los niños dominen las dos lenguas, aprendan inglés y que el catalán sea el centro de gravedad, el eje de la escuela catalana. Y también os digo: si no saben, si no pueden, si no quieren, que nos dejen hacerlo a nosotros.

En ningún caso permitiremos, que unos u otros, porque también lo que dicen los otros… no me quiero perder por aquí, pero que sepa toda España que los niños catalanes hacen pipí [referencia a una inconveniencia de Pablo Casado]. No permitiremos que los usen unos u otros, para intentar arañar algunos votos. Recuerdo una frase de otro maestro, José Luis López Bulla, que decía “el zarrapastroso picotazo de un quitavotos garbancero”. Determinadas expresiones que escuchamos, en fin, no tienen la calidad lingüística de José Luis, pero tienen una finalidad oscura y negra que hace mucho daño.

No dejaremos que dividan a nuestro pueblo o estropeen nuestra convivencia, el bien más preciado a preservar. No quisiera alargarme mucho sobre esta cuestión porque sobre esto los portavoces del partido a partir de ahora lo harán mucho mejor que yo. Pero si algún reproche quiero hacer al independentismo y al nacionalismo es que han conseguido convencer a muchas personas de algo muy sencillo: 1.- Los catalanes somos los mejores; 2.- Todo lo que hacemos lo hacemos bien; 3.- Si algo no sale bien, la culpa es de otro. Ésta es la filosofía de fondo del nacionalismo.

Me pregunto, si es que se ha producido -es posible- un retroceso de la lengua catalana, ¿no habrán tenido algo que ver los gobiernos que ha tenido Cataluña en los últimos años? ¿Cómo es posible? Por favor, que nos lo dejen hacer a quienes impulsamos la inmersión desde Santa Coloma, Manuela, que nos dejen hacer a nosotros, que sí sabemos.

En ésta y en tantas otras cosas, nosotros nos opusimos tanto en el inmovilismo, al dontancredismo y a la ruptura, defendiendo permanentemente el diálogo entre catalanes. Desde nuestras convicciones más profundas, con firmeza, con cohesión interna y con una estrecha colaboración con el PSOE.

No quiero ni pensar en cómo habrían ido las cosas si no hubiésemos contado con la cooperación y la sintonía con el proceso de renovación del PSOE dirigido por Pedro Sánchez, que ha mantenido siempre firme su compromiso con el diálogo y la perspectiva de una transformación federal del Estado de las Autonomías.

Con el norte de la brújula fijado por Pere Navarro con la Declaración de Granada de 2013, que enriquecimos en 2017 con la Declaración de Barcelona, subscrita por las Comisiones Ejecutivas del PSC y del PSOE, que llevaba el título “Por el catalanismo y la España federal”. Del compromiso de Pedro Sánchez con el diálogo da fe la constitución de la mesa de diálogo, demonizada por los sectores más radicales de uno y otro lado, y la Agenda para el Reencuentro.

¿Qué ha pasado todo este tiempo? Da vértigo.

Tuvimos que hacer frente a la consulta ilegal de 2014, a la aprobación los días 6 y 7 de septiembre de 2017 de las de las desdichadas “leyes de desconexión”, a la celebración del referéndum ilegal del 6 de octubre, imperdonablemente reprimido in extremis por la fuerza por el gobierno del PP.

Nos opusimos firmemente a la fallida declaración unilateral de independencia y sus consecuencias políticas, con la aplicación del artículo 155 de la Constitución española, absolutamente inevitable después de lo que había pasado, y sus consecuencias penales.

Unas consecuencias penales que contribuimos a reducir con los indultos aprobados por el gobierno de España con el objetivo de favorecer el reencuentro y abrir un camino de diálogo. Indultos, por cierto, de los que hablamos antes de que nadie. Por tanto, lecciones, ni una. Recordar la historia siempre que haga falta. Mirar hacia adelante, siempre.

En este período también tuvimos que afrontar las elecciones municipales de 2015 y 2019, las elecciones generales de 2015, 2016, y dos el 2019, las elecciones europeas de 2019, y las elecciones al Parlament de 2015, 2017 y 2021. Intentar resumir este período, entiendo que a los informativos a veces se les hace difícil, porque ¡han pasado tantas cosas!

Tuvimos que afrontar una importante crisis interna del PSOE, y también tuvimos que afrontar una gravísima crisis en las relaciones entre el PSC y el PSOE causada por el voto diferente de los diputados y diputadas del PSC en el Congreso de los Diputados en la investidura de Mariano Rajoy. Dos crisis que supimos cerrar con éxito. Todo esto ha pasado.

También en este período cambiamos la vieja y querida sede de la calle Nicaragua por el Casal Socialista Joan Reventós en la calle Pallars.

Mientras recuerdo todos estos acontecimientos no puedo dejar de agradecer a las sucesivas direcciones del partido, a las direcciones de las Federaciones y Agrupaciones, que contribuyeron con su apoyo a la guía de un proyecto sometido a tantas tensiones y capaz de superar tantas dificultades.

Sin nuestros cuadros orgánicos y nuestros representantes en las instituciones, la travesía no hubiese podido llegar a buen puerto de ninguna manera.

Y como la relación de personas a las que debemos tanto es interminable, me disculparéis si solo cito a Salvador Illa, Eva Granados y Assumpta Escarp en representación de todos y todas ellas.

Podemos estar satisfechos del trabajo hecho, recordando siempre que su sentido último es el mejor servicio que podamos hacer a la sociedad catalana.

Acertamos siempre cuando tomamos nuestras decisiones mirando hacia afuera, sin limitarnos a contemplar nuestro ombligo o a buscar nuestra comodidad inmediata.

Por eso propuse el relevo en nuestra candidatura a la presidencia de la Generalitat. Los catalanes y las catalanas ratificaron en las urnas el acierto de aquella decisión.

Y proceder ahora al relevo en la primera secretaría del partido es también la decisión más acertada y espero que así lo ratifique este Congreso extraordinario.

Permitidme una referencia muy personal. Hablo de las personas que nos han ayudado y me tengo que referir a los que han tenido que aguantarme muy cerca: Loli Morón, Paco Aranda, Víctor Francos, Cristina González, Anna Maria Sendra y Mercedes López. Este es un partido en el que todo el mundo cuenta.

Acabo repitiendo la cita de Willy Brandt: “Recordad siempre vuestra -nuestra- fuerza y que cada nueva época requiere de nuevas respuestas”.

Que este Congreso sirva, pues, desde la fidelidad a nuestra historia, desde el orgullo de ser lo que somos, para abrir una nueva etapa de más ambición, más impulso, más acierto y más cambios al servicio de los intereses de las personas a las que representamos, al servicio de los trabajadores y de las clases populares de nuestro país.

Gobernar Cataluña, sí.

Proporcionando estabilidad, diálogo, progreso, justicia social, feminismo, ecología, unidad civil. Impulsando el dinamismo del mundo local y una España y una Europa federales.

Gobernar Cataluña, sí. ¡Vamos!

Muchas gracias.



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