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Diez años de injusticia (III) El dilema de los 164

El miedo de ser jurado en Miami, donde la animosidad contra Cuba, las persecuciones y presiones de todo tipo impidieron lograr un tribunal imparcial contra los Cinco

"Este Proceso será mucho más interesante que cualquier programa de televisión". Declara, docta y severa, la Jueza Joan Lenard al diario The Miami Herald, el 16 de marzo del 2000. No estaba lejos de la verdad la magistrada. Las violaciones e inconstitucionalidades presentes desde el mismo momento de la detención de los Cinco antiterroristas cubanos así lo demostraron.

Pero fue la etapa de selección del Jurado uno de los momentos más bochornosos de todo el tinglado legal armado contra Antonio Guerrero, Ramón Labañino, Fernando González, Gerardo Hernández y René González.

Dice la VI Enmienda de la Constitución de Estados Unidos: "En toda causa criminal, el acusado gozará del derecho de ser juzgado rápidamente y en público por un jurado imparcial del distrito y estado en el que el delito se haya cometido, distrito que deberá haber sido determinado previamente por la ley; así como de que se le haga saber la naturaleza y causa de la acusación, de que se le caree con los testigos que depongan en su contra, de que se obligue a comparecer a los testigos que le favorezcan y de contar con la ayuda de un abogado que le defienda"; sin embargo, la posibilidad de lograr un jurado imparcial en la ciudad de Miami para juzgarlos fue nula.

No causó asombro que desde el mismo momento de los arrestos aquella madrugada de septiembre de 1998, se desatara una feroz campaña de prensa en contra de los detenidos. René González, en una de las visitas que pudo hacerle su hija mayor, Irma, le explicaba que los "medios los habían sentenciado" a priori.

La misma Irma comentaba que era tanta la animosidad contra ellos que, por ejemplo, en la puerta de la casa donde residían en esa ciudad del sur de Florida les colocaron "pegado a la puerta una hoz y un martillo".

Además, noticias como: "Son traidores, deben darles el más severo castigo", aparecieron en El Nuevo Herald, el 15 de septiembre de 1998.

ENTRETELONES

El 16 de agosto de 1999, el abogado de Ramón Labañino, William Norris, solicitó de la Corte la asignación de fondos para llevar a cabo una encuesta que permitiera argumentar el cambio de sede del proceso. Unos meses más tarde, entre el 5 y el 24 de enero del 2000, los defensores entregaron otras mociones sobre el mismo tema. Una de ellas la haría Norris a nombre de Ramón, contando ya con los resultados del sondeo, la declaración de expertos y una muestra de artículos de prensa. Todo apuntaba a que Miami nunca sería el lugar para un juicio limpio.

El 20 de marzo del 2000 se elevó nuevamente una moción a la Corte, esta vez fue una conjunta de los Cinco acusados. La respuesta de la jueza Lenard se recibió el 27 de julio al declarar sin lugar la petición, rechazando así el cambio de jurisdicción y negando la posibilidad de celebrar el proceso en otro distrito dentro de Florida.

"Quiere esto decir que para la jueza, aquella turba que quemaba banderas y neumáticos en las calles, que dañaba automóviles, que alteraba el orden público desafiando a la policía, que profería amenazas, que portaba armas ilegalmente, que incumplió la orden de devolución del niño Elián en franco desacato a la autoridad, en un desesperado intento por mantenerlo secuestrado; aquella turba que logró poner en jaque a la ciudad durante varios meses, no tenía nada que ver con el juicio, no influiría en los posibles jurados", apuntó el doctor Rodolfo Dávalos en su libro Estados Unidos: Cinco Héroes un juicio silenciado.

Unos meses después, hasta la propia prensa no tuvo más remedio que reconocer: "Había miedo de ser jurado".

SIN COMENTARIOS

Quedó demostrado en las audiencias para la selección del jurado que las 164 personas seleccionadas como candidatos, examinadas ante la Jueza, en el llamado Voir Dire ("decir la verdad" en el proceso de preguntas y repreguntas de las partes), ninguna de ellas admitió públicamente tener una impresión favorable hacia Cuba. Los tres aspirantes que ofrecieron opiniones con cierto aire de equilibrio fueron vetados por la Fiscalía. Solo quedaron quienes se manifestaron de forma homogénea en su sentimiento de hostilidad hacia la nación antillana.

Tal es así que algunos de los candidatos en sus respuestas acerca de la capacidad para apreciar las declaraciones de los testigos cubanos que propondría la defensa dijeron: "Para mí todos son mentirosos. Mienten por cualquier cosa ..."; "No le creería a testigos procedentes de Cuba ..."; "No le creería a ningún agente proveniente de Cuba ...", mientras los criterios de aquellos que quedaron son harto elocuentes: "Creo que Castro es un dictador comunista y yo me opongo al comunismo. Me gustaría que se fuera ..."; "Estoy fuertemente opuesta al comunismo. La política de Estados Unidos hacia Cuba es justa ...".

Pero, como ha planteado el doctor Dávalos, "una especie de postigo que nos diera acceso a la interioridad de aquellos hombres que se enfrentaban a la eventualidad de tener que actuar como jurados en un caso de supuestos ‘agentes’ cubanos, quedó abierto cuando algunos tuvieron, al menos, el valor de expresar sus temores en las ruedas de preguntas".

Entre las opiniones vertidas quedó claro que "me sentiría un poco intimidado, y quizás un poco temeroso por mi propia seguridad si no regreso con un veredicto que esté en concordancia con lo que la comunidad cubana siente como ellos deberían sentir el veredicto" ... "Si deseas saber la verdad, yo sufriría un ataque de nervios" ... "Creo que sí, tengo algún miedo por mi propia seguridad, si no regreso con un veredicto en concordancia con toda la comunidad cubana", confesaron unos.

Otros refirieron: "Estaría preocupado ante la reacción que podría tener lugar", al tiempo que se recalcaba "creo que muchas personas son de extrema derecha, hay tantos fascistas por aquí ...".

También a los 12 miembros, elegidos de esos 164 posibles, se les hicieron interrogantes claramente políticas como si estaban a favor o en contra del bloqueo económico contra Cuba, incluso las intimidaciones llegaron más lejos, pues se hicieron denuncias en que aseguraban de que eran objeto de filmaciones a la salida de la Corte.

El 2 de diciembre del 2000, El Nuevo Herald, en artículo titulado "Miedo a ser jurado en juicio de espías" afirmaba: "El miedo a una reacción violenta por parte del exilio cubano si un jurado decide absolver a cinco hombres acusados de espiar para el régimen de la Isla, ha llevado a muchos potenciales candidatos a pedir a la jueza que los excuse del deber cívico".

Y no podía ser de otra manera en Miami. Con la selección del jurado se consumó un acto inconstitucional. A fin de cuentas, como sentenciara el doctor Julio Fernández Bulté, "el juicio seguido contra los Cinco es una de esas causas extraordinarias en que está en juego, de modo particular, la credibilidad en la supuesta lucha antiterrorista que ha proclamado Estados Unidos y los fundamentos mismos de la legalidad norteamericana".

DEL LÉXICO JURÍDICO

En el léxico jurídico la palabra causa tiene varias acepciones. Una de ellas es: proceso o expediente judicial, radicado por el órgano penal competente, para juzgar a determinadas personas presuntamente sospechosas o acusadas de haber cometido una infracción penal prevista en la ley.

De acuerdo con esta acepción, la causa o proceso en el cual han sido juzgados los Cinco es un Expediente Judicial Radicado como: Case No.98-721-CR-Lenard; United State District Court, Southern District of Florida, Miami Division; lo que equivale a decir que se trata del caso no. 721 del año 1998, turnado a la jueza Joan Lenard, de la Corte Federal del Distrito Sur de la Florida, división Miami, de Estados Unidos



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