A primera hora de la mañana de un sábado pasean 4 cincuentones de sonrisa satisfecha por la Calle Mayor de Madrid, esquina a Arenal.
Mi hija pequeña y yo, que solemos disfrutar temprano los días de fiesta de algunos paseos por la parte vieja de la ciudad , los observamos curiosos.
Por las trazas deben ser obreros industriales de provincias. Son algo más altos de lo habitual y se les ve físicamente sólidos, pero de una solidez de verdad, de la que trae ganarse el pan con el sudor de la frente.
De repente a uno se le ilumina la cara. Ha tenido la idea del año:
- ¿No habíamos venido a Madrid a ver museos?. Pues ala, tirad padentro.
Y a empellones, como si los necesitaran, los mete a todos en el Museo del Jamón.
(Dedicada a mi amigo Yurremendi, fiel lector. Esperando el dia en que, después de tantos años, nos veamos de una vez las caras)