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El embeleco de las drogas



Honestamente éste es un tema al que le he sacado el cuerpo por mucho tiempo, y no porque lo considere un tabú, sino más bien porque las bases argumentativas de las que dispongo para abordarlo no son tan amplias como desearía, lo que me impide sentar de momento una posición; aunque debo reconocer que si hay ciertas consideraciones morales que entraña y a las que poco he querido verme expuesto. De cualquier forma, el de la despenalización de las Drogas es un asunto que nunca ha pasado desapercibido para la opinión pública, mucho menos sin levantar nebulosas polvaredas. De manera que, pese a estas limitaciones conceptuales y aprensiones, me aventuraré a opinar sobre esta cuestión.


La convicción de que la lucha antinarcóticos ha fracasado parece adquirir una fuerza sin precedentes, hasta el punto de que son ahora mandatarios de posiciones disimiles dentro del espectro político, y motivados por los saldos en rojo que arroja esta estéril guerra en el mundo, los que se pronuncian a favor de la necesidad de replantear el proceder de los Estados frente a este flagelo y su impacto social, y la alternativa más opcionada sería despenalizar o incluso legalizar la Venta y consumo. Una iniciativa de este calibre se presenta tanto lógica como audaz en países que llevan décadas batallando contra este mal sin ver todavía cercana su conclusión, como México, Colombia, Brasil, etc.: el narcotráfico en estos escenarios ha devenido en problema de primer orden a causa de la desmedida violencia que genera y sus alcances en las esferas política y económica, por lo que los mecanismos punitivos/represivos vigentes para combatirlo están desbordados, muy a pesar del ingente respaldo económico que reciben de Estados Unidos.

Sin embargo es poco lo que se ha logrado avanzar en esta discusión, no solamente por la falta de conocimiento y claridad sobre el tema - lo que consecuentemente obliga a una búsqueda preliminar y exhaustiva de referentes exitosos en el contexto internacional- sino por la oposición de distintos estamentos sociales, unos más conservadores, otros simplemente escépticos, que defienden la continuidad de las políticas policivas alegando que esta propuesta es un gran salto al vacío que comporta riesgos muy altos. Todos estos desencuentros y contrariedades merecen revisión:


Argumentos a favor:

- El prohibicionismo ampara la criminalidad: los que abogan por la despenalización sostienen que la criminalidad está ligada a la prohibición. Arguyen que el consumo de drogas siempre existió, pero fue solo cuando se prohibió que surgieron las mafias, que aprovecharon esta situación para elevar los precios y así amasar grandes fortunas. Se suele citar como ejemplo la Ley seca de los Estados Unidos que ilegalizó la venta de bebidas alcohólicas, que además de no impedir la venta ni la adicción al Alcohol, propició que los gángsters del contrabando de alcohol adquirieran poder, generaran violencia y corrompieran a las autoridades de la época.

- Se sugiere elaborar un esquema de regulación que clasifique y controle el suministro de drogas, fijando límites e implementando la prescripción médica para condicionar el acceso de los usuarios. La drogadicción pasaría a tratarse como una problema de salud pública y no de orden público, que enfoque al adicto como un paciente en vez de como un delincuente. Los caudales que se invierten actualmente en la Guerra Contra el narcotráfico se destinarían tanto a la mejora del tratamiento médico como a campañas pedagógicas orientadas a la creación de consciencia sobre los riesgos que comprenden las sustancias más nocivas.


Argumentos en contra:

- El primer argumento que esgrimen los detractores de la legalización recoge incertidumbres y prejuicios morales. Para los sectores conservadores es difícil aceptar la derrota en la guerra contra las drogas, así como su "familiarización"  y la del adicto en el seno de la comunidad.

- Con la legalización no desaparecería totalmente el mercado negro de las estupefacientes, ya que al regular el consumo y producción en un marco legal necesariamente habrán ciertas restricciones de las que las mafias sacarán provecho. Por ejemplo, la venta a menores estaría prohibida, por lo cual cabe esperar que los jóvenes se conviertan desde entonces en el centro de las actividades ilícitas, y por lo tanto no es mucho lo que cambiaría.

- También citan a la legalización del alcohol, pero como un ejemplo del enorme costo social que acarrearía la legalización. Así como el consumo de alcohol causa estragos en la sociedad, se cree que las drogas profundizarán tal deterioro. Aducen igualmente que el número de adictos se incrementaría exponencialmente hasta hacer colapsar el sistema de salud.

- Señalan igualmente que la solución de esta problemática requiere un consenso global que no se vislumbra, pues aparte del hecho de que el narcotráfico es estimulado por la alta demanda en países del "primer mundo", en ciertos estados confesionales y teocráticos rigen preceptos de carácter religioso que no la harían viable.


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